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viernes, 12 de agosto de 2011

Cap. 44 No hay palabras.

Tenía los ojos cerrados, y decidí no abrirlos. Si era un sueño, no quería que acabara. Permanecí así por unos minutos, y al darme cuenta de que no me habían vuelto a hablar, respiré profundo, abrí los ojos, y me di la vuelta.

Ahí estaba él.

-¡Elizabeth! ¡Oh Dios mío, eres tú!

Lo vi acercarse desde lejos, ¿sería acaso uno de esos sueños que no puedes distinguir de la realidad? Caminaba lento, desesperantemente lento. Mientras más cerca estaba, mejor podía detallarlo: era él, sin lugar a dudas; pero estaba extremadamente delgado, y profundas ojeras enmarcaban sus ojos. Sus ojos… Eran justo como yo los recordaba, incluso más hermosos, y brillaban inmensamente incluso a la distancia.

Lentamente me levanté del suelo. Sí, era obvio que era un sueño pero, ¿por qué no disfrutarlo? Incluso en sueños, estar con Thomas sería lo mejor que podría pasarme.

Se acercaba poco a poco, y pude ver que cojeaba; me temblaban las piernas así que decidí no acercarme y esperar a que él llegara. Una amplia sonrisa le iluminaba el rostro, ahora demacrado. Quería que llegara, necesitaba abrazarlo. Se supone que puedes controlar tus sueños ¿no? Cerré los ojos y apreté los puños deseando que estuviera a mi lado de una buena vez, pero nada sucedió; seguía caminando tan lento como al principio. ¿Acaso existía la remota posibilidad de que… aquello fuera… real?

-Th-thomas- pronunciar su nombre me dejo un sabor amargo en el paladar. Un sueño no podía ser tan vívido, esto tenía que estar sucediendo realmente.

Vi su sonrisa ensancharse, y lo miré desde lejos mientras se esforzaba por caminar más rápido; de igual manera, no me moví.

Tibias lágrimas inundaron mis mejillas pero no me molesté en secarlas, primero necesitaba abrazarlo, saber que de verdad había vuelto y que no volvería a dejarme. Parecía que me hubieran clavado al suelo.

Seguía caminando, lento, muy lento. Cuando estuvo a tres metros pude ver que también él lloraba y sin darme cuenta un sollozo escapó mis labios. Escondí el rostro entre mis manos y esperé a que llegara, así, sin ver cuanto le faltaba para estar que estuviera de nuevo a mi lado.

De pronto, pude oírlo respirar, justo frente a mí. Pausadamente, retiré las manos de mi cara, y abrí los ojos.

-Te lo dije, te prometí que volvería para ver a mi Julieta- entonces, no lo soporté más.

Reí estáticamente y me le eché encima, abrazándolo lo más fuerte que mis temblores me permitían. Él me devolvió el abrazo mientras acariciaba mi cabello, dándome delicados besos en la frente. Sentí que estuvimos ahí, solos, una eternidad

-¿Dónde te habías metido?- logré articular en un susurro.

-Eso puede esperar, por ahora sólo quiero estar contigo.

Una sonrisa gigantesca curvó mis facciones.

Al mismo tiempo, como si hubiéramos pensado lo mismo, ambos nos sentamos en el suelo del claro. Él ya no lloraba, pero tenía en el rostro una expresión dolorosamente hermosa, jamás había visto a alguien que pudiera demostrar en un simple gesto tanta felicidad

-Te amo Elizabeth, espero que durante mi ausencia no lo hayas olvidado.

-No lo dudé ni un instante…

Se acercó a mi poco a poco y, justo como la primera vez, se detuvo un instante a centímetros de mis labios, disfrutando el momento.

Deliberadamente lento, nuestros labios se encontraron. Fue, como el anterior, un beso dulce pero a diferencia de la vez pasada este no estaba cargado de tristeza sino de añoranza. Era como si el último beso hubiese puesto mi corazón en pausa y ahora con este lo estuviera reviviendo.

Lo sentí sonreír y entonces nos separamos, ambos sonriendo y yo llorando.

-No llores más, te juro que no volveré a marcharme- hablaba bajito, casi como si murmurara.

-Eso ya lo se, no te permitiré volver a dejarme- Thomas sonrió y me miró a los ojos.

-Sabes que nunca te dejé, siempre estuve aquí contigo.

Sonreí y lo besé en la mejilla, delicadamente me solté de su abrazo y me puse en pie.

-Vamos, comenzarán a preguntarse donde me metí; además, todos estarán muy felices de verte.

Se levantó de inmediato y volvió a rodearme con sus brazos, como si tenerme cerca fuera una necesidad.

-¿No podemos quedarnos un poco más?- rió fingiendo un tono suplicante.

Yo le devolví la sonrisa, había pasado muchísimo tiempo desde la última vez que me había sentido tan feliz. Ignoré su pregunta y tirándome en sus brazos le dije:

-Aún no puedo creer que estés aquí.

-Yo tampoco puedo creer que estoy contigo.

Y de pronto una pregunta brincó en mi mente, con toda la emoción se me había olvidado.

-Oh ¿y Matt? ¿Por qué tardaron tanto?

Por primera vez desde que llegó, sus facciones se ensombrecieron.

-Matt... Él…

Se me hizo un nudo en la garganta y sentí mi corazón hundirse en mi estómago.

-Oh no…- lo miré, comencé a llorar de nuevo.

Los labios de Thomas se apretaron formando una línea recta y sus cejas casi se tocaron cuando frunció el ceño. Lo conocía bien, estaba tratando de no llorar.

-No fue tu culpa Thomas, no había nada que pudieras hacer- no sabía qué había pasado, pero mi novio tenía la mala costumbre de culparse por todo lo malo que sucedía.

Asintió secamente.

-¿Por eso tardaste tanto?

-Beth, ahora no tengo ganas de hablar de eso. Te prometo que te contaré, pero no ahora.

Fingió una sonrisa, odiaba eso. Quería que sonriera de verdad, no imaginaba por todo lo que había pasado. Me limpió las lágrimas y me abrazó fuerte de nuevo; nunca supe si él me consolaba a mí o yo lo consolaba a él, de todos modos no me importó. Quería estar con él por siempre.

Pero de pronto Thomas se puso tenso, se puso frente a mí y me rodeó la cintura en gesto protector.

-¿Oíste eso?- preguntó bajito. Yo tenía la cabeza pegada a su espalda, y la usé para negar, sabiendo que entendería-. ¿Quién está ahí?- formuló la pregunta más alto.

De la entrada del claro, salió Charlie.

-Oh Charlie, me has dado un susto de muerte- dijo Thomas.

Charlie se puso pálido, me miró con los ojos como platos y soltó por lo bajo un aullido.

-¿Tho-tho-thomas?- tartamudeó.

Sí, Thomas había olvidado que supuestamente estaba muerto y que verlo de nuevo sería un shock para cualquiera.

Thomas sonrió y me colocó de nuevo a su lado.

-Eh… supongo que pensaban que no volvería.

-Yo… yo… vine a buscar a Beth porque no había vuelto para la cena y…- parecía que no encontraba las palabras correctas.

¿La cena? ¿Tanto tiempo habíamos estado ahí? Ni siquiera me di cuenta de que había oscurecido.

-Bueno, no queremos preocupar a nadie, creo que deberíamos volver. De todas maneras necesito hablar con Peter.

Charlie seguía impresionado, pero miró al suelo y negó con la cabeza cuando dijo:

-Peter ha muerto…

-Oh- sabía que a Thomas no le agradaba mucho Peter, pero también sabía que su muerte le dolería.

-Pero si quieres puedes hablar con Robert, ahora él está a cargo- parecía que Charlie no podía evitar mirar a Thomas con ojos consternados.

-De acuerdo.

Me apretó a su lado y nos pusimos en marcha, todo era demasiado irreal. No había palabras para describir lo que sentía... Thomas de verdad había vuelto.

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Muchísimas gracias por sus comentarios en el capítulo anterior! Besos!

miércoles, 10 de agosto de 2011

Cap. 43 Un momento incómodo.

Esa noche, Peter murió.

En aquel momento la base no podría darse el lujo de llamar a alguien que pudiese transportar a aquellos que estaban heridos de gravedad por miedo a que las personas equivocadas se enteraran de su posición; y la vida de muchos soldados, como la de Peter, estaba en manos de Sophie, quien no podía hacer mucho con los pocos recursos que tenía.

La noche anterior, cuando Soph me había sacado de la enfermería, me sentía tan confundida que no pude hacer más que irme a dormir, de nuevo. Pero cuando desperté en la mañana un soldado que no conocía me dio la noticia, y sentí cómo se desmoronaba lo poco que quedaba de mí. Peter me había dicho que debía tener fe, que Thomas podría no estar… ¿qué? Aunque él no había terminado la frase, lo único que hacía sentido era pensar que quizás Thomas podría no estar muerto. Todos en el campamento parecían conmocionados con la muerte del segundo a cargo, y nadie me prestó mucha atención cuando me dirigí a la enfermería a hablar con Sophie. El cuerpo de Peter había sido llevado lejos al bosque, ya que no había más nada que se pudiera hacer.

Cuando entré a la tienda, Soph no estaba haciendo nada específico, así que me acerqué y me aclaré la garganta tímidamente. Ella no tuvo que darse vuelta para saber que era yo.

-¿Si?- preguntó, sentí que su tono había sido un poco frío, no demasiado, pero sí suficiente para que me diera cuenta.

-Eh… Soph, debo contarte algo.

-Mjm- aún no había volteado a mírame.

-Ayer, cuando Peter me llamó antes de… antes de que muriera… me dijo algo, y la verdad no estoy segura si pueda creerlo. Me refiero a que, él estaba muy mal y quizás estuviera delirando ¿no crees?

-Ve al grano Beth- esta vez si se volvió, y me miró con ojos curiosos. Sí, estaba dando muchos rodeos.

-Pues, justo antes de entrar en paro, me dijo que debía tener fe, y luego dijo “Thomas podría no estar…” y entonces ya no pudo hablar más, y fue cuando te llamé a ti.

-¿Qué crees que signifique eso?- preguntó consternada, el dejo de frialdad había desaparecido.

-Pues, no lo se… Lo único que podría tener sentido sería que me estaba tratando de decir que Thomas no está muerto ¿no?- Formulé la última pregunta con más duda de la que hubiera querido.

-La verdad no te puedo asegurar que en ese momento Peter supiera muy bien lo que decía… No eleves tus esperanzas Elizabeth, podrías sufrir una terrible caída- pero hablaba insegura, como si tratara de convencerse más a ella misma que a mi.

-Lo se pero… es que sonaba tan seguro…

-Pues claro que estaba seguro, quizás ni siquiera sabía realmente dónde se encontraba- la frialdad había vuelto, y pude adivinar que el hecho de que Sophie no hubiese perdido la fe hasta el final, y que luego hubiera tenido que observar sus esperanzas desmoronarse frente a sus ojos, habían causado que ahora fuera renuente ante cualquier tipo de explicación que pudiera volver a decepcionarla. Ella no quería volver a esperanzarse.

-Sí… seguro no sabía lo que decía.

Ella asintió secamente y volvió a lo suyo. Un poco extrañada por la actitud que mi amiga había adoptado, salí de la tienda. Para mi sorpresa, Charlie me esperaba afuera.

-¡Buenos días!- ¿cómo podía estar tan feliz?

-Hola Charlie…

-Beth, creo que no hemos tenido la oportunidad de hablar- dijo, dubitativo.

-¿Hablar de qué?- quizás fui un poco cortante, pero no pude evitarlo.

-Ya sabes… La muerte de Thomas y Sam… Se que es difícil para ti…

Lo miré extrañada un momento. No entendía dos cosas, ¿por qué rayos querría hablar conmigo de la muerte de Thomas? No iba a hablar de eso con él, no tenía ganas de discutirlo con nadie, ni siquiera conmigo misma. La otra ¿de quién estaba hablando?

-Perdona, ¿Sam?- preferí preguntar eso que seguir con el tema de la muerte de Thomas.

-Eh… sí… Su amigo, el pelirrojo grandulón.

No pude evitar una sonrisa, Sam… Habían inventado tantas cosas para salirse con la suya, y al final habían acabado de una manera tan triste… En ese momento me di cuenta de que había estado muy ocupada con Thomas como para siquiera pensar en Matt. Era todo demasiado triste, y parecía increíble que una persona tan viva como él pudiese estar muerto. Charlie, por supuesto, no entendió la sonrisa que se extendió por mi rostro.

-La verdad es, Charlie, que no tengo ganas de hablar de ello…

-Bueno, entonces ¿de qué quieres hablar?

No tenía ganas de hablar de nada, pero era muy grosero decírselo, así que me conformé con un encogimiento de hombros. Creía sentir que Charlie necesitaba hablar conmigo, así fuera sólo para oír mi voz; y la verdad siempre había sido muy perceptiva así que podía estar casi completamente segura. Cuando me miraba había en sus ojos un brillo extraño que yo conocía muy bien… Pero en aquel momento, no podía estar pendiente de cosas insustanciales como aquella.

Nos quedamos un rato en silencio y cuando pensé que no iba a hablar, hice ademán de levantarme para ir a la tienda; pero para mi sorpresa, Charlie me tomó del brazo y me obligó a sentarme de nuevo:

-Elizabeth tengo que decirte algo- sonrió, pero se notaba que era a su pesar.

-¿Qué cosa?

-Yo…- se acercó un poco a mí-. Debo admitir que…- cada vez estaba más cerca.

Sabía que debía alejarme, pero la impresión me había dejado paralizada. Y justo cuando creí que iba a arrepentirse y dejar de hablar… BAM.

Me separé de él con las manos temblando.

-¿ESTÁS LOCO?- grité, y para mi sorpresa sentí lágrimas aflorando en mis párpados.

-Yo… lo siento, no debí…

-NO, NO DEBISTE. ¿ACASO SUFRES ALGÚN TRASTORNO?

Yo no solía hablarles así a las personas, pero no me pude controlar. ¿Le faltaba un tornillo o qué? Charlie acababa de… de besarme. No fue un beso como el de Thomas, ni siquiera un poco parecido. La verdad, no creo que pudiera llamarse beso ya que apenas rozó mis labios yo lo empujé hacia atrás.

-Lo siento, creí que quizás lograría hacerte sentir mejor.

-¿Mejor sobre qué? ¿Mejor porque mi novio murió? ¿Era eso lo que intentabas?- mi voz era un susurro.

-Yo…

-No lo creí de ti, Charlie.

Me levanté y salí corriendo hacia ningún sitio específico. No era su culpa, quizás sólo trataba de ayudar… Pero había pasado la línea.

Caminé lejos un rato, pero después me di cuenta de que lo que realmente necesitaba era estar con alguien… Y como ese alguien no podía ser Thomas, me dirigí a la enfermería a hablar con Soph.

Cuando llegué, estaba haciéndole preguntas a un hombre, así que esperé.

-Sophie…

-¿Beth? Oh, Elizabeth necesitaba hablar contigo.

-¿Sí? Yo…

Me hizo señas para salir de la tienda, y ya afuera traté de hablar, pero ella me interrumpió diciendo:

-Se que he estado un poco distante, pero es mi manera de no sufrir… no demasiado. Pero debo decirte algo Beth, cuando me dijiste lo que te dijo Peter, yo… No lo sé, fue algo extraño, como si siempre hubiera sabido que ellos no podían estar muertos. Lo siento muy dentro de mí, tengo la sensación de que están vivos en algún lugar… No quería elevar mucho mis esperanzas, pues ya sabes cómo resultó eso la última vez, pero no puedo evitar pensar… Ya sabes…

-Oh Soph, tener esperanzas nunca está de más…

Sonreímos al mismo tiempo y nos abrazamos largo rato.

-Te prometo no volver a ser tan fría, se que es mejor si pasamos por esto juntas.

-Sí, seria mucho mejor.

Ella se limpió una soltaría lágrima que recorría su mejilla con gesto de disculpa, y después de respirar muy hondo y volver a sonreír, me dijo:

-Ahora, ¿qué querías decirme?

No tenía ganas de contrale lo sucedido, no ahora. Para eso tendríamos tiempo.

-Oh, nada. Sólo quería preguntarte qué te pasaba- fingí una sonrisa.

-Ah bueno, ahora lo sabes.

Reímos juntas y nos fuimos abrazadas a la enfermería, donde pasé todo el día ayudándola.

No podía evitar pensar en lo sucedido con Charlie, y la verdad me sentía un poco mal por la manera en que lo traté, pero sabía muy bien que se lo tenía merecido.

Cuando fuimos a almorzar, traté de ignorarlo sin que Sophie se diera cuenta, y la llevé a comer al lugar más alejado posible. Él no se acercó.

*****

Habían pasado dos días desde el incidente con Charlie, y aún no le había contado nada a Sophie. Hasta había pensado que sería mejor dejarlo así, entre él y yo.

Era un día muy ajetreado en la enfermería. Hasta ahora, sólo habíamos perdido a Peter y los demás estaban evolucionando satisfactoriamente. Se sentía bien poder hablar con Sophie, pero eso no apaciguaba el dolor de mi pérdida. Cuando estaba con ella fingía que tenía la esperanza de que volvieran sólo para no desanimarla, pero sabía muy bien que eso no pasaría. Todos los días iba al lugar del bosque que había descubierto con Charlie, me sentaba ahí sola por un rato; era agradable no tener que pretender estar bien y poder llorar en soledad.

-Soph, iré a pasear un rato- le dije mientras ella cambiaba el vendaje de uno de los soldados.

-Claro Beth, pero asegúrate de volver para la cena- esas palabras me recordaron a mi mamá, siempre me decía así cuando salía en la tarde. Me permití una mueca irónica y dejé la tienda.

Caminé el tramo hasta el claro en el bosque, y cuando llegué me senté allí como de costumbre. Miré a mi alrededor y decidí acostarme en la hierba a contemplar el paisaje… hoy no tenía ganas de llorar.

Sentí como mis ojos se iban cerrando poco a poco, y la bruma invadía mi mente. No estaba durmiendo muy bien en las noches, y era normal sentirme cansada durante el día. Me daba miedo quedarme dormida ahí, quizás luego no me encontrarían, pero, estaba tan cómoda…

Llegué al punto en que no estaba segura si estaba dormida o despierta, y entonces lo escuché:

-Oh por Dios, Elizabeth- reconocería esa voz donde fuera. ¿Sería acaso un sueño?

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Hola! El capítulo es un poco flojo, pero el próximo ya será mejor. Por favor no dejen de comentar(: si no hay 6 comentarios en esta entrada no publicaré el capítulo que viene, un beso!


¡Cuidado! Oh, bueno, puedes ver que hará^^

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