-----------------------

viernes, 24 de diciembre de 2010

FELIZ NAVIDAADD Y PROSPERO 2011!!!

Hola!! Buenoo me pasaba para desearles la mejor de las navidades y que el a;o que viene sea maravilloso para cada uno de ustedes y que todos sus deseos se cumplan :D
Muchisisisisisisimas gracias por leer mi historia, esta es la primera navidad de mi blog y de verdad estoy super feliz de como he avanzado y todo es gracias a uds!!! No he publicado mucho ultimamente pero de verdad no es xq no quiera, no he tenido NADA de tiempo y tampoco mucha inspiracion... estos capitulos son una parte importante de la historia asi que hay que escribirlos bien :) les prometo capitulo nuevo para enero!! De nuevo, los mejores deseos para todos!! Porfa sigan siempre pasandose y dejandome sus comentarios que son los que alimentan mi historia(:
UN BESO GIGANTE!
La autora(:

FELIZ NAVIDAADD Y PROSPERO 2011!!!

Hola!! Buenoo me pasaba para desearles la mejor de las navidades y que el a;o que viene sea maravilloso para cada uno de ustedes y que todos sus deseos se cumplan :D
Muchisisisisisisimas gracias por leer mi historia, esta es la primera navidad de mi blog y de verdad estoy super feliz de como he avanzado y todo es gracias a uds!!! No he publicado mucho ultimamente pero de verdad no es xq no quiera, no he tenido NADA de tiempo y tampoco mucha inspiracion... estos capitulos son una parte importante de la historia asi que hay que escribirlos bien :) les prometo capitulo nuevo para enero!! De nuevo, los mejores deseos para todos!! Porfa sigan siempre pasandose y dejandome sus comentarios que son los que alimentan mi historia(:
UN BESO GIGANTE!
La autora(:

jueves, 4 de noviembre de 2010

Cap. 39 Hubiese preferido que no me besara si con eso pudiera hacer que se quedara...

Aquel día amaneció frío... Me desperté y me di cuenta de que estaba sola; Sophie debía haberse marchado.
Me estiré y bostecé antes de levantarme y mirar a mi alrededor. La pequeña valija que nos había acompañado todo el trayecto estaba allí... Thomas debía haberla puesto justo a mi lado para que pudiera encontrarla. No me había quitado mi vestido turquesa, después de todo el ajetreo no había tenido tiempo para nada. Saqué lo primero que vi y traté de recordar la ubicación del "baño", que Sophie me había indicado la noche anterior.
-Es algo muy rústico, y la verdad puede ser un poco incómodo pero al menos podrás estar limpia y todo eso- dijo cuando ya estábamos las dos en la tienda a punto de dormir.
Suspiré y volví a estirarme entes de levantarme y salir de la tienda.
El sol estaba radiante, debía ser ya muy tarde... Me sentía bastante incómoda en aquel momento, habían muchísimos hombres allí, todos vestidos de soldado y mirándome mientras me señalaban y susurraban a sus compañeros. Traté de sonreír, aunque la sonrisa no estuviera dirigida a nadie en específico; no quería que pensaran que era una especie de extraña o algo así...
No presté atención a nadie en especial, sólo seguí mi trayecto hasta el "baño". Ni siquiera traté de buscar con la mirada a Thomas o a Matt, mi principal preocupación era encontrar el baño así que en eso centré toda mi atención.
Mientras caminaba oía comentarios como: "Wow, es toda una belleza" o "¿Qué crees que hará aquí? No es común que una chica tan linda venga a lugares como este, no creo siquiera que esté permitido" también escuché cosas como: "¿Quién es? No me parece adecuado que esté aquí" y "Esa chica me pone nervioso, cuanto antes se vaya, mejor para mi".
No presté atención a ninguno de los comentarios, ni a los halagadores y mucho menos a los despectivos; seguí mi camino como si nada, con una pequeña sonrisa muy mal compuesta en el rostro. Pero mientras seguía caminando entre tiendas y hombres oí algo que definitivamente me llamó la atención... No tenía nada que ver conmigo, y aún así me detuve en seco al escuchar de una voz ya un poco familiar las siguientes palabras: "El general dice que se acercan, quizás estén aquí para mañana por la noche, si tenemos suerte en dos días... Dijo que eran muchísimos, está pensando en la posibilidad de ir hacia ellos para que no lleguen al campamento".
Sí, Peter hablaba con un hombre moreno y muy bajo a unos pocos metros de donde yo pasaba. Me pare en seco por la conmoción o quizás simplemente a causa de la impresión, era lo que menos me esperaba.
Cuando me detuve me miró un instante y luego se marchó sin decir nada más.
Seguí caminando, pues comenzaban a mirarme como si estuviera loca (y seguramente debía parecerlo con la cara de traumatizada que seguro tenía en aquel instante); pero no pude sacarme esas palabras de la mente... ¿A qué se refería? ¿Atacarían el campamento? no había más explicación aunque, quizás sólo haya escuchado o entendido mal, tal vez se referían a otro campamento... Pero Peter había dicho "quizás estén 'aquí' para mañana por la madrugada" Con 'aquí' sólo podía referirse a 'este' sitio. Miré de nuevo a mi alrededor y luego sólo al frente. Caminé un trecho más hasta que al fin llegué a el lugar donde se suponía que tomaría un baño. Tenía las manos sudorosas y mi frente estaba pegajosa pues también se había empapado en un frío temor. Comencé a marearme, y mi corazón pronto se desenfrenó... Hacía mucho tiempo que no me sentía de esa manera, para ser exactos desde que casi nos caía una bomba en aquel tren: estaba desconcertada y sin información; eso era lo peor, no saber qué pasaría...
-Vamos Elizabeth, cálmate. No estás siquiera segura- susurré mientras recordaba que debía tomar una ducha.
El lugar era extraño, estaba un poco apartado pero no había casi nada de privacidad. Sólo unas inmundas cortinas evitaban que te vieran los demás. Entré rápido y el agua comenzó a correr.
Cuando hube terminado me sentí francamente mejor. Mi cuerpo estaba ahora limpio, y mi mente un poco más despejada. Me puse la ropa y sequé un poco mis rizos antes de ponerme en camino a la tienda de la enfermería a ver si podía encontrar a Sophie para que me dijera donde estaba Thomas. Necesitaba hablar con él, contarle lo que había pasado y aunque sabía que no tendría una solución, simplemente con su compañía me haría sentir mejor.
Caminé muy rápido esta vez, había un extraño zumbido de terror en mis oídos ahora que el efecto relajante del baño había acabado que no me dejaba siquiera oír los comentarios que producía al pasar.
Llegué a la tienda que compartía con Sophie y sin ver siquiera metí mi vestido turquesa en la valija antes de de dirigirme a la enfermería, que estaba prácticamente en frente.
-¡Oh Sophie! ¡Qué bueno que estás aquí!- saludé cuando llegué.
-¡Buenos días! Bueno, buenas tardes- rió y me dio un abrazo. Sí, era obvio por qué Matt estaba enamorado de ella; era completamente adorable y tan bromista como él. Yo también reí, aunque fue una risa un poco floja y desganada.
-Sí, creo que dormí demasiado- le dediqué la sonrisa más sincera que pude componer-. Eh, Sophie ¿no sabes dónde está Thomas?
-Oh sí... En este momento está hablando con Peter pero me dijo que en cuanto terminara vendría. Si quieres lo esperas.
-Gracias- me senté en a su lado en un pequeño banquito. No volví a mirarla, mi vista se había clavado en el suelo.
Estaba contando con la compañía de Thomas para calmarme, pero ahora tendría que sostener unos momentos más de agonía...
-¡Oh, que bueno que me acordé!- susurró de pronto Sophie-. Ya sabes que mañana es el cumpleaños de Thomas, y quería que lo convencieras de quedarse al menos hasta la tarde. Podríamos prepararle algo, ya sabes, para que no pase desapersivido...
Por un segundo conseguí dejar de pensar en lo que había dicho Peter.
-¿Mañana es el cumpleaños de Thomas?
Ella no mostró ni una gota de sorpresa ante mi ignorancia.
-Supongo que no te lo dijo ¿verdad?. Thomas siempre tan preocupado por que la gente no se preocupe por él... Bueno, no importa. Sí, mañana es su cumpleaños y creo que la pasaría muy bien si le organizáramos algo...
-Claro, pero... a todas estas, ¿qué fecha es mañana? Hace mucho tiempo que perdí la cuenta de los días que llevo fuera de casa.
-Mañana es ocho de mayo- sonrió.
-Oh...
Mi cumpleaños era el seis de abril, y había conocido a Thomas el día después de mi fiesta; es decir, el siete de abril. Si su cumpleaños era mañana y sería el ocho, eso quería decir que hoy era siete.
Un mes de conocer al ser más hermoso del planeta...
En sólo un mes nos habían pasado tantas cosas... Era increíble en muchos sentidos: primero porque de verdad era difícil de creer y también porque había sido increíblemente hermoso.
Suspiré y esta vez sonreí con todas las ganas. Sophie no lo pasó por alto y preguntó suspicazmente:
-¿Y esa sonrisa?- soltó una risita que sonó justo igual a la de Matt cuando me molestaba.
-No lo se- yo también reí y en ese mismo instante entró Thomas a la tienda. Tenía una cara muy seria y un poco contrariada.
Se me había olvidado por completo para qué lo buscaba, pero al verlo preocupado no pude evitar recordarlo. Si había estado hablando con Peter ya debía saber lo que yo quería contarle.
Mi sonrisa se borró tan rápido como había aparecido, pero en ese momento él me vio y su rostro se iluminó. En consecuencia mi sonrisa apareció de nuevo.
-Hola...-susurré tímidamente.
-Hola.
Caminó hacia mi y me abrazó. Cuando nos separamos nos quedamos un rato mirándonos, pero de pronto se oyó a alguien carraspeando; de hecho, a dos personas al mismo tiempo.
Ambos miramos al mismo tiempo, y vimos a Sophie y a Matt detrás de nosotros. No me había fijado en Matthew, sólo tenía ojos para Thomas.
-¿Podrían dejar la melosidad para cuando estén solos?- preguntó Matt.
-Buenos días Matt- le dije en tono desafiante, esperando que me dijera algo sobre la melosidad o algo así para que yo pudiera soltar una indirecta sobre Sophie.
-¿Buenos días? Querrás decir buenas tardes.
-Ya se lo dije- dijo Sophie riendo. Los dos rieron juntos, pero entonces pasó algo completamente extraño para mi. Matt la miraba con tanta melosidad como yo miraba a Thomas, y ella lo miraba a él de la misma manera.
-El burro hablando de orejas...- susurró Thomas mientras me dedicaba una mirada cómplice.
-¿Qué decías unos minutos antes sobre la melosidad Matthew?- pregunté irónicamente.
-Vamos Beth, creo que prefieren que los dejemos solos.
Y antes de que pudieran responder nos marchamos.
-¿Cómo estás?- me preguntó cuando ya estábamos los dos solos afuera.
-De maravilla, ahora que estoy contigo- respondí.
Él me sonrió y luego me dijo.
-Creo que tengo muchas cosas que explicarte.
-Oh, no te preocupes, Matt me lo contó todo ayer.
-¿Sí? ¿Todo? Oh, pues que bien.- y volvió a sonreír.
-Espera, había algo que quería preguntarte-recordé que la noche pasada había llamado Sam a Matt y quería saber la razón-. ¿Por qué llamaste Sam a Matthew anoche cuando estábamos con Peter?
-Oh, claro. Pues, recuerda que Matt desertó de el pelotón y no sabemos si podrían estar buscándolo; sólo Sophie, tú y yo sabemos quién es realmente.
-Oh...
Pensé en hablarle sobre lo que había oído, pero no quería preocuparme más; estando con él sabía que nada podía salir mal.
-¿Sabes qué día es hoy?- pregunté, como quien no quiere la cosa.
-Debe ser siete de marzo, ¿no?
-Pues sí, ¿recuerdas qué pasó hace exactamente un mes?
-Hum... La verdad creo que ya no llevo la cuenta de el tiempo que ha pasado desde que entré al ejército.
-Hace un mes fue el día en que te conocí; lo recuerdo porque fue el día después de mi cumpleaños y yo cumplo el 6 de abril.
Sonrió abiertamente.
-Pues entonces hace un mes fue el mejor día de mi vida...
Se acercó a mi muy lentamente, y cuando nuestros labios ya casi se tocaban alguien gritó el nombre de Thomas.
-¡Thomas, Thomas! ¡Sophie me dijo que estabas aquí!
¡Oh, vamos! Había intentado pensar que no debíamos apresurar ese momento, pero eso era demasiado. ¿Acaso dejarían de interrumpirnos alguna vez? Un hombre alto y con cara amable corría en ese momento hacia nosotros.
Thomas cerró los ojos con fuerza, lamentándose.
-Creo que jamás podrán dejarnos solos- susurró a mi oído mientras nos separábamos y me colocaba un brazo por la cintura para mantenerme a su lado.
Reí bajito cuando llegó aquel hombre de cabello oscuro y ojos marrones.
-¿Cómo estás amigo?- le dijo dándole un golpe en el hombro con su puño-. Siento que no he hablado contigo en siglos.
-Hola Charlie- dijo Thomas bastante contento-Beth, él es Charlie. Casualmente también vivía en el mismo vecindario con Sophie y conmigo. Charlie ella es Beth, mi... novia- dijo pensando un poco en pronunciar la última palabra.
-Hola Charlie- saludé sonriendo.
-Mucho gusto en conocerte- dijo extendiendo una mano que estreché de inmediato.
-Igualmente.
-Bueno, veo que estás muy bien acompañado. Sólo quería saludarte; hasta pronto.
-Hasta pronto.
-Nos vemos luego- dijo Thomas sonriendo.
Charlie se fue inmediatamente, y Thomas me miró disculpándose.
-Eligió el peor momento para venir a saludar- reímos juntos-. Vaya, creo que es la primera vez que te presento como mi...
-¿Novia?-pregunté. Me encantó descubrir que mi timidez era casi nula-. La verdad me encanta poder escucharlo.
-Y a mi me encanta decirlo- me sonrió y volvió a inclinarse para besarme, pero recordé algo y lo aparté.
-Oh, no me habías dicho que mañana es tu cumpleaños- lo miré ceñuda y él sonrió aún más.
-Vamos Beth, no es importante. De todos modos no podremos hacer nada especial... También quería hablar de eso contigo...
Sus ojos lucían preocupados y no me miró a la cara mientras hablaba.
-¿Qué pasa?-mi voz era sólo un susurro...
-Elizabeth yo no quiero ir, necesito que lo sepas, pero es mi deber y yo...
-¿A dónde?- comenzaba a preocuparme, recordaba lo que había dicho Peter y ya me imaginaba a dónde querría llegar.
-Están atacando al campamento. No podemos irnos Matt, tú y yo porque podríamos encontrarnos a las tropas en el camino; esta noche los soldados iremos a buscarlos para que no puedan llegar hasta acá y...
-No, Thomas no puedes....-pero no le dije qué era lo que no podía, pues mi voz se quebró y empecé a llorar sin poder contenerme.
Quería decirle que no podía dejarme, que no podía apartarse de mi en ese momento pero las palabras no podrían salir de mi boca ni aunque yo lo intentara. Hace unos instantes había pensado que ese sentimiento de no tener información era lo peor del mundo, pero ahora que enfrentaba aquello sabía que estaba totalmente equivocada.
No dijo una sola palabra y me abrazó muy fuerte, y aún cuando yo quería apartarlo, decirle que me dejara sola un momento, no fui capaz. Lo necesitaba cerca, allí a mi lado para que me consolara por su propia ida, para sentirlo cerca lo más que pudiera hasta que llegara el momento de decir adiós.
-No... No puedes...
Pero aunque había controlado las lágrimas que como torrente salían de mis ojos, fue él el que esta vez me impidió hablar poniéndome un dedo en los labios.
-Mírame a los ojos Elizabeth. Por favor, mírame- hablaba suave y calmadamente. Me puso la mano en la barbilla y me obligó a subir la mirada, yo por mi cuenta no hubiera sido capaz-. Te prometo, es más, te juro que jamás me iré de tu lado. Estaré aquí contigo sin importar lo que pase, y aunque quizás no puedas verme siempre estaré en tu corazón. Porque el mío te pertenece, y es sólo allí donde él querría estar si ya no existiera yo...
Eso no me ayudaba en lo más mínimo. Estaba aceptando que había una posibilidad de que no volviera, y sinceramente hubiera preferido que sólo me prometiera que iba a volver aunque luego no pudiera cumplir su promesa. No podía estar molesta con él, no hubiera sido lógico. Tal vez no lo vería más nunca y yo no podía preocuparme por enfadarme en esos momentos.
-Thomas... Yo... Yo te amo y no soportaría no poder estar más contigo...
Mi voz era un pobre susurro, pues el llanto así lo dispuso.
-Yo también te amo, y lo sabes. Haré lo que sea necesario para volver a estar contigo, no quiero que te preocupes por eso. Sólo con pensar en volver a verte me sobran los motivos para vivir.
Lloré en su hombro un largo tiempo mientras Thomas me abrazaba y cuando por fin me controlé y pude pensar mejor y más claramente, pregunté:
-¿Qué harán? ¿A dónde irán y cuándo estarán de regreso?
-Partiremos esta noche para alcanzar su campamento, a muchos kilómetros de este. Los emboscaremos en la mañana, y si tenemos suerte al día siguiente estaré de regreso aquí contigo.
-¿Irá Matthew?
-Sí...
-¿Y con quién me quedaré yo?
-Estarás con Sophie y con al menos cinco soldados que tienen que quedarse a cuidar el campamento.
-¿Por qué no te quedas tú?
-Sabes que no puedo. Mi conciencia no me lo permitiría... Debo proteger a la nación, a fin de cuentas aún estoy en servicio...
Mi corazón se encogió, y el nudo que había en mi garganta se apretó todavía más.
Miré a mi alrededor, muchos nos miraban, pues estábamos en medio de las tiendas, pero eso no me importó.
-Está oscureciendo...-susurré. Sólo llevaba unas horas despierta y ya estaba oscureciendo. Sí, me levanté muy tarde. Y cómo me lo reprochaba.... Quizás había desperdiciado durmiendo mi último día con Thomas.
-Volverás- tenía que decírselo en voz alta, pues sentí la extraña necesidad de hacerlo.
-Ese es el plan- sonrió y me miró a los ojos.
Ellos se conectaron de inmediato, los corazones de ambos habían recibido la mala noticia y querían hablar aunque fuera por última vez.
Me hundí en sus ojos claros, en esos ojos que me volvían loca y que tanto amaba. Ambos nos sonreíamos y todos nos miraban más que antes; esta vez me importó menos que la anterior. Recordé cuánto lo amaba y cuánto lo necesitaba.
Él no iba a morir, Thomas Masen no podía morir.
-Si no vuelves me molestaré mucho contigo- le dije tratando de sonreír.
-Pues no tendrás que molestarte, te aseguro que volverás a verme. Tendrás que soportarme el resto de tu vida.
-Uff, eso es un alivio. Espero poder creerte.
-Está oscureciendo- dijo, y no pudo disimular la preocupación en su voz.
-¿Tienes que irte?
¿Tan pronto? Esa no había sido una buena despedida, era la peor de todas...
-No, nos iremos cuando esté bien oscuro; pero debo reunirme con Peter para que me de los uniformes y para hablar sobre la estrategia con los otros soldados...
-De acuerdo...
-Te prometo que te veré antes de marcharme; ni siquiera diré adiós.
-Mjm- el nudo en mi garganta había vuelto. Fue todo lo que pude pronunciar.
Cinco minutos más tarde me encontraba en la tienda con Sophie mientras Thomas, Matt y los demás hablaban con en capitán.
Sophie también se veía preocupada, aunque lo disimulaba mucho mejor que yo.
Cada cuanto hacía comentarios buscando conversar conmigo, pero yo no era capaz de decir una palabra y contestaba con asentimientos o simples "aja".
Cuando sentía que llevaba una eternidad esperando, saqué la cabeza para mirar el cielo. Las estrellas comenzaban a aparecer. Debían estar a punto de marcharse...
Los minutos pasaban, y yo sentía que eran horas... Me concentré en mi respiración, pues era lo único que podía hacer para distraerme.
De pronto alguien entró en la tienda, pero no subí la mirada para ver quien era. Estaba muy ocupada recordando respirar.
-Los dejaré solos...- susurró Sophie, y entonces miré.
Era Thomas, vestido de soldado y mas hermoso que nunca. Estaba exactamente igual a como se veía el día que lo conocí.
-Dentro de poco debo marcharme...-me dijo al oído cuando se acercó a mi.
-Mjm...
-Elizabeth, te amo.
-Yo también- lo miré a los ojos y entonces se acercó a mi. No había nadie que nos interrumpiera ni que quisiera perturbarnos. Cuando nuestras narices se tocaron se detuvo un instante, tal vez disfrutando el momento o simplemente contemplando mis ojos. Suspiré y él puso tiernamente sus labios sobre los míos. Fue un beso dulce y lleno de tristeza que me dejó un sabor amargo en el corazón.
-¡Thomas! Nos vamos- gritó alguien desde afuera, pero el no volteó.
Lentamente se separó de mi y me dio un beso en la frente. Me miró a los ojos y dijo muy bajito:
-"Más peligro hay en tus ojos que en veinte espadas suyas, mírame con dulzura y quedo a salvo de su hostilidad."
En ese punto fue imposible contener el llanto; conocía la frase. Se la había dicho Romeo a Julieta cuando estaba en su balcón y ella le había dicho que temía por su vida, ya que si lo descubrían podrían matarlo.
Sonreí.
-¿Le pasó algo a Romeo?- preguntó. Él estaba seguro de sabía de dónde había sacado la frase.
-Pues, al final de la historia muere...-susurré con lágrimas en los ojos.
-Pero en ese instante nada le sucedió, lo arriesgó todo para ir a visitar a su amada... Ella se preocupó pero él sabía que nada le pasaría. Se marchó y volvió luego para verla... Te juro que volveré para ver a mi Julieta.
Lo abrasé con todas las fuerzas que tenía y él me devolvió el abrazo.
Cuando nos separamos me secó las lágrimas y volvió a mirarme profundamente.
-No llores, me parte el corazón... Hagamos algo: no me voy a despedir de ti, no formalmente. Así tendré que volver sin importar nada; no puedo dejarte sin decirte adiós-seguía hablando tan bajito que sólo podía oírlo gracias a lo cerca que estábamos.
No contesté.
-¡Thomas! ¡Es hora!- gritó desde afuera la misma voz irritante.
¿Cómo me despedía de él? Era imposible decirle adiós a alguien a quien amas tanto. Él tenía razón, no nos despediríamos. Muy pronto estaríamos juntos de nuevo, de alguna extraña manera (y aunque fuera imposible saberlo con certeza) en ese momento estaba segura de que no sería la última vez que mirara sus ojos.
Me besó de nuevo, corta y dulcemente; primero en los labios y después en la mejilla.
-Te amo- le dije.
-Sabes que yo también.
Me miró una última vez y luego salió de la tienda, llevándose con él una parte de mi corazón, por no decir que lo llevó completo.

GANEE, GANEE :D

Holaa!! Venia a aviarles que gane el concurso con CUARENTA Y SIETE VOTOSS :D!!!!!! jaja la segunda tuvo 17 :O me siento orgullosa :') jaja bueno muchas gracias a todas las que me apoyaron y votaron por mi(: Un beso, y para celebrar prometo esta noche comenzar el cap nuevo para poder publicarlo el viernes(:
Besos,
La autora(:

lunes, 1 de noviembre de 2010

Aviso :D

Hola!! Por primera vez me meti en un concurso :D JA. xD
Bueno, no he podido poner el boton, pero aqui les dejo la pagina en donde me tienen que votar: http://famososdisneyyotros.blogspot.com
POR FAVOR voten por mi si? jaja seria muy lindo ganar :3
Salgo como "Sin mirar atrás..."
Un beso, y gracias por el apoyo
La autora(:

miércoles, 20 de octubre de 2010

Cap. 38 Nuevos ¿amigos?

-¿Cuándo crees que despertará?
-Cállate Matthew.
-Esta bien, pero no me trates de ese modo. Sabes que no es mi culpa.
-Lo se, lo se...- se oyó un suspiro- Es que me siento tan culpable... Si no la hubiera dejado ir sola en plena noche en un bosque desconocido, seguramente no estaríamos en esta situación.
-¡Por todos los cielos Thomas! Eso no tiene sentido, en todo caso sería culpa de Peter.
-El punto no es quien tiene la culpa. Lleva inconsciente más de una hora...
-Bueno, quizás si te...
-¡Matt, no tengo ganas de discutir! Lárgate.
-Ay pero qué mal humor, de acuerdo, hasta luego.
Nadie contestó.
¿Qué había pasado? Lo último que recordaba era la cara de terror de Thomas, cuando vio... Un momento. ¿Qué rayos había visto? No recordaba nada más. No quise abrir lo ojos, estaba tan cómoda en aquel lugar. Eh... Sí, tampoco sabía dónde estaba. Lo único de lo que podía estar segura era que Thomas estaba a mi lado y, al parecer bien. Hubiera identificado esa voz incluso a millas de distancia. Me quedé en silencio escuchando su respiración entrecortada, quizás no estaba del todo bien... ¿Y si él estaba herido y aún así estaba allí sentado conmigo en vez de reposar? Me sobresalté, eso no podía ser. Todo era mi culpa, al parecer lo único que podía hacer era enredarle la vida a Thomas.
Me levanté bruscamente y abrí los ojos de sopetón. De inmediato lo lamenté.
-¡Ay!- la cabeza me daba vueltas; me sentía tan mareada como nunca antes lo había estado. Pero, de pronto, ya no sentí nada pues él estaba allí...
Efectivamente, Thomas se encontraba a mi lado. Se acercó a mi casi corriendo y me rodeó con sus brazos. Sentí su respiración en mi nuca mientras permanecíamos abrazados, me besó en la cabeza y sin separarse de mi susurró:
-Oh, Elizabeth. Me tenías tan preocupado... ¿Cómo estás? ¿Te duele algo?
-¿Q-qué pasó?- musité, de nuevo confundida.
-Es una larga historia, ya te la contaré pero necesito saber si te encuentras bien.
-Yo... Eso creo- susurré. Él seguía muy cerca de mi, y no pude evitar sonreír al ver sus ojos frenéticos tratando de indagar si no estaba mintiendo y realmente estaba bien- ¿Qué sucedió?- pregunté una vez más.
-Eso puede esperar. Ahora debo ir a buscar a Sophie para decirle que despertaste.
-¿Quién?
Pero antes de que pudiera decir nada más, Thomas se había marchado.
Miré a mi alrededor y me di cuenta de que no podía estar en el mismo lugar en el que había estado cuando me desmayé. Me encontraba en una especie de tienda, de un verde muy opaco; y ya no estaba acostada en el duro suelo del bosque, ahora estaba en una superficie acochada y bajo mi cabeza habían muchas almohadas. A mi lado había lo que parecía un botiquín de primeros auxilios, pero cuando traté de volverme a ver qué más me rodeaba me volvió a invadir aquel mareo terrible y preferí recostarme y esperar a que Thomas volviera con... ¿Sophie? ¿Quién rayos era Sophie y por qué la buscaba Thomas?
Respiré profundo y cerré los ojos. Cuando dejaba de pensar me sentía un poco mejor, así que eso intenté. Comenzaba a quedarme dormida cuando alguien entró a la tienda. Miré a la entrada y a Matt acercandoce con una enorme sonrisa, parecía bastante animado.
-¡Hola! ¿Cómo te encuentras?
-Hola Matt. Supongo que bien...
-Oh no te preocupes, te pondrás mejor.
Sonreí.
-¿Podrías explicarme qué pasó?
-Bueno, es una larga historia.
-Tengo tiempo- dije muy curiosa como para que el hecho de que fuera una larga historia me molestara en lo más mínimo.
Me miró a los ojos, como analizando si realmente estaba lista para oír lo que tuviera que decir.
-Bueno, supongo que igual tendrías que enterarte después. La cosa está así: estamos en un campamento del ejército inglés.
-¿En dónde? ¿Cómo rayos llegamos a un campamento del ejército inglés? Vamos Matt, no juegues conmigo...
-¡Hablo en serio! Déjame explicarte. ¿Recuerdas cuando llegamos a aquel bosque? No se si te fijaste pero yo estaba un poco... extraño.
Claro que me había fijado, cuando le preguntó a Thomas dónde nos encontrábamos se podía ver claramente en su rostro que esa pregunta escondía algo; pero yo estaba tan distraída con mis propios pensamientos que no se me ocurrió preguntar.
-Eh... Sí, creo que me di cuenta.
-De acuerdo, pues era porque antes de desertar del ejército, tuve la intención de hablar con el padre de Thomas y negociar mis opciones. Por supuesto, a último momento me acobardé; pero fui capaz de llegar hasta su tienda y pararme en la puerta para pensar por última vez en lo que haría. Estaba ocupado con alguien, quizás si no hubiera sido así yo habría entrado, pero no es el punto. Oí un poco de su conversación, hablaban sobre un campamento cerca de un bosque en Francia. Sabía que estaban cerca de los rieles del tren, pues no querían que los soldados que mandarían se incluyeran en la batalla en si, tan sólo les interesaba que "vigilaran". Quizás fue por eso que una bomba cayó tan cerca de el tren, seguramente descubrieron su posición y trataron de ahuyentarlos... Como te has de imaginar, no lo lograron. Cambiaron el campamento de posición, por supuesto. Pero no lo alejaron mucho, cerca de donde los descubrieron es el último lugar en el que pensarían en buscarlos. Lo siento, me fui por las ramas... ¿Dónde estaba? Ah, sí: pues al detenerme a pensar oí esto, y aunque no le presté mucha atención por un extraño motivo no se borró de mi mente, siempre lo tuve en cuenta. Podríamos llamarlo coincidencia.
-No creo en las coincidencias...
-La verdad yo tampoco-sonrió-. El punto es que cuando nos internamos en aquel bosque no pude evitar pensar en ello, pero tampoco le di importancia; sólo sentía curiosidad. Yo me fui a dormir, y la verdad esa parte de la historia sería mucho mejor contada por Thomas...-sonrió retorcidamente, lo que al principio no comprendí, y entonces le dije:
-Vamos Matt, tu debes saber lo que pasó. Dime lo que él te contó-volvió a sonreír, ya sospechaba de qué hablaba... ¿Es que nunca se podía tomar nada en serio?
-Pues... Me dijo que pasó la noche con una hermosa señorita mirando a las estrellas....- su sonrisa era exactamente de la clase que los niños traviesos usan cuando saben que han hecho algo mal.
Me vinieron los colores al rostro inmediatamente, pero tampoco pude evitar sonreír.
Le saqué la lengua como una niña pequeña antes de apremiarlo para que continuara.
-¡Oh Matthew, no necesito que me cuentes esa parte! Vamos, ¿que pasó entonces?
Rió estruendosamente antes de continuar:
-Bueno, Thomas trataba de despertarme mientras tu buscabas la manta; por supuesto al principio no tuvo muchos resultados-rió maliciosamente-, pero de pronto dejó de molestar y se volvió. Pensé que se había rendido, pero en ese momento gritó tu nombre... Jamás había oído tanta histeria, nerviosismo y preocupación al mismo tiempo... Me pareció extraño y me levanté. El corría hacia ti, y tu estabas en el piso sin moverte. Pensé que algo realmente malo había pasado -puso los ojos en blanco-, y me asustaste muchísimo -rió.
-Oh, ¡concéntrate! ¿Por qué me desmayé?
-Pues porque eres una gallina.
Le puse cara de pocos amigos, y agregué:
-De acuerdo, si no quieres que me cuentes tendré que pedirle a Thomas que lo haga.
Traté de levantarme y me detuvo.
-¿Sabes lo que me haría si te dejo levantarte antes de que traiga a Sophie y ella diga que puedes?
Ya me estaba frustrando.
-¿QUIÉN RAYOS ES SOPHIE? ¿Qué nos trajo aquí Matt? Habla rápido y sin rodeos. ¿Alguna vez dejarás de tomártelo todo como una broma?
-El día en que muera-rió-. Pero no te desesperes, trataba de darle suspenso a la historia.
-Pues no lo necesito, gracias. Sigue hablando ¿qué paso después?
-De acuerdo, de acuerdo. En el campamento oyeron a alguien en el bosque, y mandaron a Peter a revisar. Él tomó tu manta y se la llevó al campamento, claro, me vio allí dormido. Y no te hubieras desmayado si Thomas no hubiera estado tan distraído diciendo cosas cursis a la luz de la luna-volvió a reír. Sí, definitivamente todo lo convertía en una broma, pero quizás fuera verdad... Yo lo distraje... Fue mi culpa... Pero ¿de qué me culpaba? No sabía ni siquiera que pasaba exactamente.
-Supongo que eso es mi culpa...- dije apesadumbrada.
Él dejó de reír.
-Vamos Beth, sabes que estaba bromeando. No fue culpa de nadie...-y volvió a componer una sonrisa maliciosa- Bueno, quizás de Peter...
-¿Quién es Peter?
-Un cretino, no vale la pena conocerlo.
Los dos reímos. ¿Acaso nunca terminaría de contarme nada?
-Bueno, cuando te encontramos Thomas comenzó a buscar entre los arbustos para ver lo que te había asustado. Sabes lo terco que es, y más cuando se trata de lo que más le preocupa- volteó los ojos-. El punto es que al final trajo a Peter. Tendrías que haber visto la cara de Thomas cuando él le explicó todo... Estoy segura de que si no hubiese estado tan preocupado por ti le hubiera roto la cara de un golpe. Nos dijo muy 'amablemente' que si queríamos podíamos ir a el campamento hasta que te pusieras bien... -pronunció la palabra como un niño que remeda a su madre. ¡Que impresionante era hablar con Matt! Era definitivamente un niño crecido, lo cual nunca adivinarías al verlo de lejos con esa apariencia amedrentadora que tenía- Entonces nos guió hasta acá y te trajimos a la tienda de la enfermería. Y todos vivieron felices por siempre...
-Ja, ja, muy gracioso. Pero me gustaría saber quién rayos es esa tal Sophie.
-Pues la enfermera.
-¿Puede estar una mujer en un campamento del ejército?
-Pues la verdad no estoy seguro. Y me da igual, ella es muy agradable.
-Oh, ¿es muy 'agradable'?- ahora me tocaba a mi hacer la broma.
No esperaba que él cayera, pero se puso tan rojo como yo lo hacía cuando me hablaban de Thomas y, aunque trató de disimularlo, echó una mirada a la entrada de la tienda como si esperara a que ella apareciera.
-¡Te gusta Sophie! JA. Oh, espera a que se lo diga...- por supuesto no pensaba decírselo, sólo quería molestarlo un rato.
-¿Quién ha dicho eso? Por supuesto que no. Sólo dije que era agradable.
-Oh sí, muuuy agradable.
Se oyeron pasos acercandoce y en ese instante su rostro se tornó incluso más rojo que el mío.
-Eh, ya vengo, debo ir a... a tomar aire...
Salió de la tienda como un bólido y lo oí mascullar algo cuando se encontró con alguien (seguramente Sophie, pues oí una risa femenina).
A los pocos segundos entraron a la tienda Thomas y una muchacha muy baja y menuda con cabello rizado de un color tan rojizo como el de Matt, tenía muchas pecas y unos grandes ojos grises. ¿Conque esa era Sophie, eh?
Thomas se acercó a mi, y aprovechando que estaba sentada, se colocó a mi lado y me rodeó los hombros con su brazo dándome un beso en la mejilla.
-Hola- saludé a Sophie mientras se acercaba a mi.
-¡Hola! Mi nombre es Sophie Walker, y soy la enfermera.
-Gusto en conocerte, soy Elizabeth.
-Thomas me ha hablado mucho sobre ti.
-Oh, ¿eso hizo?- Me sonrojé y lo miré de reojo, así que pude atisbar por el rabillo del ojo la sonrisa traviesa que tanto me encantaba dibujándose en su rostro.
-Sophie es una vieja amiga que conozco desde que vivía en Inglaterra, aunque por supuesto no sabía que estaba aquí. Tenía muchísimo tiempo que no la veía y quise contarle resumidamente lo que me ha pasado desde que dejamos de vernos.
Ella rió y me guiñó un ojo.
-Para ser sinceros, lo único que me contó fue de ti.
Los tres reímos, ya me sentía mucho mejor. Sí, Sophie era muy agradable, entendía por qué a Matt parecía atraerle.
-Bueno, a lo que vinimos. ¿Cómo te sientes?
-La verdad, estoy perfectamente.
-¿Puedes levantarte?
-Eso creo...
Thomas hizo ademán de ayudarme pero yo negué con la cabeza. Traté de hacerlo sola y para mi sorpresa ni siquiera me maree cuando me soporté en mis dos pies.
Me hizo una serie de preguntas y luego de analizarme con ojo clínico concluyó que no debería tener ya nada.

-Muchas gracias- le dije sonriéndole de oreja a oreja mientras los tres salíamos de la "enfermería".
Seguíamos en el bosque, eso era obvio. Habían muchas tiendas en un claro, colocadas en forma circular. Todavía estaba oscuro, aunque ya despuntaba el alba en el horizonte. Me sonrojé.
-¿Te despertó Thomas tan sólo pata venir a verme? Hubiéramos podido hacerlo mañana... Oh, estoy tan apenada...
Miré con reproche a Thomas, pero a el no le importó. Me sonrió tan hermosamente como siempre, al parecer nada podría arruinar la felicidad que le causaba verme bien.
-No te preocupes linda. No ha sido ninguna molestia; pero la verdad ahora si estoy muy cansada... Mi tienda está por aquí - señaló una a la derecha de nosotros- ya he acomodado una cama para que duermas allí. Te vendría bien un poco de descanso.
-Oh gracias- le dije realmente agradecida, y entonces me volví a Thomas...- Eh, buenas noches...
-Buenas noches, descansa- me dio un beso en la coronilla y luego me rodeó con sus brazos. Al separarnos me dio un beso en la mejilla y cuando nos disponíamos a caminar cada uno por su cuenta un hombre alto y muy delgado con cabello rizado de color ceniza y ojos oscuros salió de una tienda y caminó hacia nosotros.
-Veo que ya despertó...- Por su tono grosero y lo que Matt había dicho, ese debía ser Peter.
-Sí...- dijo Sophie secamente.
-Pues será mejor que en cuento puedan retomen su camino. No nos conviene tener civiles en el campamento.
-Tu sabes bien que yo soy tan soldado como tu. Sam también estuvo en el ejército, tenemos derecho a estar aquí.
¿Sam? Sin que los demás lo notaran, Thomas me dedicó una mirada de advertencia. Ya mañana le preguntaría...
-A demás, aunque fuéramos civiles el deber del soldado es proteger a su nación y a su pueblo- agregó Thomas más irritado cuando Peter no respondió-. Los tres somos ingleses, así que entramos en la categoría de "pueblo". Mi padre era el general Arthur Masen, a mi parecer quizás yo tenga incluso más derecho que tu de estar en un campamento militar.
Miró a Thomas con rabia, y cuando no supo qué más decir, agregó:
-En cuanto puedan se irán.
Dio media vuelta y entró a la tienda de la que salió.
Sophie suspiró y movió de un lado a otro la cabeza.
-Supongo que te preguntarás el nombre de ese adorable caballero- dijo sarcásticamente-. Su nombre es Peter, y se cree mucho porque el general lo ha dejado a cargo mientras va a investigar a los alrededores.
-¡Oh! ¡Pero si es un dulce!
Las dos nos reímos, pero al parecer a Thomas no le causó gracia.
-Buenas noches- me dijo dulcemente pero con un tono amargo en sus ojos- duerme bien, ya hablaremos mañana.
Me besó en la mejilla y desapareció en otra tienda mientras Sophie y yo nos dirigíamos a la nuestra.

sábado, 16 de octubre de 2010

Hola :D

Hola(: sorry por no escribir, se que he tardado demasiado tiempo... Créanme que si pudiera, escribiera cada 2 días, pero con el cole no puedo :( jajaj bueno, venía a decirles que o este fin o la próxima semana ya publicaré de nuevo y a demás quería adelantarles algo por hacerlas esperar tanto: a Beth no la atacó ningún animal, fue... no no, tampoco les diré tanto xD pero el primer beso se acerca, quizás sea en el próximo cap juju^^
Oh, quería decirles que TIENEN que ver Cartas a Julieta, es la película mas hermosa que existe! Lloré como una tonta al final, y a demás volví a obsesionarme con Love Story, de Taylor Swift, cuando comenzó a sonar así de repente al medio de la peli casi muero, amo a Taylor Swift y por supuesto esa canción es una de las mejores jaja. Sólo esta mañana la vi dos veces =;

Besos,
La autora(:

miércoles, 6 de octubre de 2010

Cap. 37 Qué fácil puede arruinarse una noche tan hermosa.

Bum, bum, bum. Que hermoso sonido... Bum, bum, bum. Podría oírlo para siempre, es simplemente tan... perfecto.
Estaba soñando, de eso estaba segura, pero no tenía la menor idea de dónde me encontraba o por qué; lo único que veía era una hermosa cascada azul, profunda y hermosa que corría y corría mientras me salpicaba con sus cristalinas gotas de arcoiris al chocar tiernamente -no se cómo podrá ser tierna el agua, pero en mi sueño no había duda de que así era- contra la superficie lisa de la que había debajo. No había rocas y, quizás por la misma razón por la que estaba segura de que el agua era tierna, sabía que si trataba de meterme en ella nada me pasaría. Yo vestía de turquesa, el mismo vestido con el que me había dormido, con la sencilla diferencia de que aquel estaba en perfectas condiciones.
Pero por si aquel paraíso no fuera ya demasiado perfecto, aquel: "bum, bum, bum", seguía sonando. Al igual que no sabía en dónde me encontraba, no tenía idea de que sería aquel rítmico sonido, pero me encantaba. Permanecí inmóvil, observando aquello sin poder creer que fuera posible que yo misma lo hubiera inventada, fue exactamente la misma sensación que tuve la noche después de mi cumpleaños, la mañana que conocí a Thomas...
Seguía parada, sin moverme un centímetro; tan sólo observando aquel espectáculo natural.
No se cuanto tiempo paso, ¿años, días, horas, minutos? El tiempo no me afectaba, y por supuesto no me aburría de mirar, y estar parada tampoco me cansaba. Pero, quería descubrir que sería aquel hermoso sonido, aquel rítmico golpeteo que me hacía sentir tan contenta. Quizás fuera eso lo que causó que me despertara, pero de pronto todo desapareció, y ante mis ojos cansados ya no había ni cascadas ni nada mágico, tan sólo un bosque tupido que seguía oscuro.
Pero algo extraño pasó entonces. Bum, bum, bum. Ya no estaba dormida, pero lo seguía escuchando; más leve pero igual de hermoso. Aquello me extrañó, y entonces traté de levantarme para ver qué ocurría.
Cuando lo intenté no pude, y luego lo agradecí pues hubiera odiado moverme de donde estaba. Mi cabeza descansaba sobre el pecho de Thomas, justo en el lugar donde estaba su corazón; corazón que, según él, era ahora tan mío como el mío era suyo. Me di cuenta de que no había inventado aquel mágico lugar, simplemente me había hundido en una versión ampliada de los ojos de Thomas. Ya la sensación no era tan igual a la de una mañana del 7 de abril, pues sabía que soñaba con algo real, algo que existía, que yo no había creado. Era lógico, algo tan hermoso y perfecto no pude haberlo creado yo sola en mi subconsciente.
La razón por la que no me pude levantar, era que Thomas se había quedado dormido con un brazo alrededor de mi en un gesto protector insoportablemente (hablando en términos literales) tierno.
Lo último que recordaba de la noche anterior, era haberme dormido en su hombro; seguramente él me habría acomodado de esa manera para que ambos pudiéramos dormir medianamente cómodos, aunque era obvio que yo lo estaba más que él, pues él había dormido en la tierra y yo, utilizándolo como almohada. Traté de volverme a dormir, pues quería estar a su lado para siempre pero, el súbito movimiento que había hecho al intentar levantarme había hecho que comenzara a moverse y a estirarse. Ups, lo desperté, pensé de pronto. Y en ese momento sentí como su cabeza se levantaba, sin mover ninguna otra parte de su cuerpo, para mirar qué había pasado. Me miró a los ojos un instante y sonrió deslumbrantemente para luego mover el brazo que me apresaba. Me levanté y me senté en la manta que Camille nos había empacado -ambos habíamos dormido en la de él, no tenía idea de dónde estaría la mía- y luego él hizo lo mismo.
-¿Pesadillas?- preguntó, y aunque parecía preocupado, no pudo evitar disimular lo encantado que estaba de haberse despertado.
-Todo lo contrario- le contesté riendo-. Acabo de tener un sueño muy bonito.
Compuse una sonrisa, y él amplió aún más la que ya tenía pintada en su rostro.
-¿Y por qué te despertaste?- preguntó, contrariado.
-Hum... Creo que necesitaba saber qué tan real era.
-Y... ¿Era real?
-Más de lo que te imaginas- contesté sonriendo, y él rió bajito.
-¿Con qué soñabas?- su tono era curioso.
-Pues... Se puede decir que, de una manera indirecta, contigo- no me costó decírselo, más bien me encantó poder hablar con él directamente y sin rodeo alguno.
-¿Una manera indirecta?- se acercó a mi y acarició mi mejilla con el dorso de su mano.
-Creo que soñaba con el latido de tu corazón, y estaba en un lugar muy hermoso, un lugar que por alguna razón me recordó a lo que siento cuando te miro a los ojos- no podía creer lo fácil que era hablar con Thomas sin sentirme cohibida en lo más mínimo.
-Qué interesante, yo también soñaba contigo- nos reímos juntos.
-Por tu culpa me desperté- le dije en un tono de muy mal fingida amargura, pero luego volví a reír cuando sonrió más hermosamente que nunca.
-Oh, entonces, lo siento señorita- acentuó la última palabra, sabía que odiaba que me llamara de esa forma, sonreí, y luego hubo un momento de silencio hasta que dijo con tono pensativo:-. Te seré sincero, la verdad no lo siento -rió-, me encanta estar aquí contigo.
-Yo tampoco lo siento.
Nos miramos a los ojos largo tiempo, por supuesto, me hundí en los de él después del primer latido que pasó desde que se conectaron nuestras miradas. Suspiré, y bajé la vista al suelo.
-Te amo -susurró-, y mucho.
Me reí, lo dijo en un tono que hacía suponer que era un gran alivio para él poder decirlo. Se rió conmigo, para luego agregar:
-Oh, ¿no me crees?- dijo en tono juguetón-. Pues, supongo que tendré que repetirlo hasta que puedas admitirlo.
-No creo que sea necesario, te creo completamente- reí, y él me acompañó de nuevo.
-Pues me encanta que lo sepas.
-Y a mi me encanta saberlo- sonreí.
-Nunca lo dudes.
Apoyé de nuevo mi cabeza en su hombro, pero esta vez no era para dormir. Él me rodeó con sus brazos y así nos quedamos un buen rato, viendo las pocas estrellas que quedaban por entre las ramas y hojas, el amanecer ya casi llegaba. Se acercó a mi y besó mi cabello, y yo subí la mirada para verlo a la cara. Su expresión denotaba tanta dicha, que en ese instante hasta a mi me pareció estúpido no haberlo notado antes.
-Te amo, creo que no te lo había dicho- le dije, tan contenta como él.
-No hace falta que lo digas, se que es así- su sonrisa era tan ancha a aquellas alturas que no lograba comprender cómo podía mantenerla.
Y en ese momento pensé algo. ¿Dónde estaba Matt? Si Thomas dormía cuando desperté, entonces Matt debía estar de guardia. Me puse colorada en un segundo, aunque por suerte en la oscuridad no se notó.
-¿Y Matt?- pregunté, como quien no quiere la cosa.
-Eh... Supongo que está dormido. No fui a despertarlo porque no quería despertarte a ti. Se suponía que yo estaría vigilando toda la noche pero no pude evitar quedarme dormido.
Por una parte, sentí alivio, pero por otra me molesté un poco con él.
-¿Cómo suponías pasar en vela toda la noche cuando mañana tenemos un camino tan largo que recorrer?
Él rió, pero a mi no me dio mucha gracia.
-Vamos Thomas, podrías haberme despertado un instante para avisarle. No soy de papel, no tienes que preocuparte tanto por mi.
-Supongo que no puedo evitarlo. Pero, por favor, no te enojes; creo que jamás he sido tan feliz en toda mi vida.
-No estoy enojada,- dije de mala gana, él me miró subiendo una ceja-. Bueno no mucho-rectifiqué y no pude evitar reírme.
Había reído y sonreído más en aquella noche de lo que posiblemente haya hecho en toda mi vida, y me encantaba.
-Hablando de dormir-dijo, luego de un instante de silencio-, creo que deberías dormir un poco más. Como tú haz dicho, mañana hay un largo camino que recorrer- ¿cómo rayos podía sonreír tan tiernamente y a la vez con gesto tan protector?
-Bueno, tu también deberías dormir-le espeté-. Deberías ir a despertar a Matt.
-Quizás debería- su sonrisa no flaqueó en lo más mínimo.
-Iré a buscar mi manta, muero de frío.
La verdad no tenía frío en lo absoluto, tan sólo quería estirarme, alejarme un poco de él para poder pensar con claridad. Era obvio que estando a su lado mis neuronas parecían adormecerse, y aunque era una sensación de ligereza maravillosa, necesitaba dejarla un rato para asegurarme de nuevo de que todo era real. De nuevo todo había sido tan precipitado... Pero no me importaba, últimamente mi vida se basaba en esa clase de acciones.
-¿Quieres que te acompañe?
¡Por todos los cielos! ¿No podía dejar de preocuparse un segundo? No podría soportarlo un instante más. Bueno, claro que podría, lo soportaría toda la vida... Es tan tierno que quisiera cuidarme... Mi mente siempre me traicionaba diciéndome la verdad, era imposible que me engañara a mi misma.
-No te preocupes, ve a despertar a Matt- no quería que se fuera y apenas desapareció de mi campo de visión dedicándome una última sonrisa, me arrepentí enormemente.
Estaba amaneciendo y aunque ya no estaba tan oscuro, me sentí inmediatamente desprotegida. Mi manta no debía estar muy lejos, pues yo la había puesto a tan sólo unos metros de Thomas y Matt respectivamente. Por supuesto, ya no estaba allí. El viento seguramente se la habría llevado. Miré hacia mi izquierda, y a unos metros de mi estaba Thomas, tratando de despertar al flojo de Matthew que gruñía constantemente y ordenaba que lo dejaran en paz, en respuesta a lo cual Thomas soltaba las más adorables carcajadas que jamás oí. Pude fijarme como cada cierto tiempo, disimuladamente me buscaba con la vista. Estaba segura de que el creía que yo no me daba cuenta.
Camine un poco más por los alrededores, sin alejarme mucho, claro. Y entonces lo oí.
Algo se movía entre los arbustos, justamente el mismo sonido que había oído la aquella misma noche, con la diferencia de que sonaba más cerca, y parecía que se iba acercando.
Miré a mi hacia todos los lados, y aunque me encontraba en un lugar en el que Thomas no podía verme -estaba casi completamente detrás de un árbol- yo sí pude verlo; estaba despertando a Matt, y en ese mismo instante miró sobre su hombro, pero al no encontrarme con la vista desistió de su intento y miró nervioso a los alrededores.
Pronto vendrá, no debe ser más que un animal; quizás es sólo un ave. Traté de tranquilizarme repitiendo esto, pero no funcionó. El sonido se detuvo, y en ese momento me hizo efecto el hecho de no haber comido nada desde la mañana (aunque Thomas insistió en que lo hiciera, yo quería guardar la comida, pues sabría que habría mayores emergencias, y no probé bocado). Me sentía un poco mareada, quizás el inexplicable miedo que el sonido me había hecho sentir contribuyo a mi mareo. Traté de caminar hacia Thomas, saliéndome por completo de la sombra del árbol.
Él atisbó mi mirada aterrorizada al instante, y entonces se encaminó hacia donde yo me encontraba.
En ese momento, en ese preciso momento, algo salió de entre los arbustos, algo definitivamente más grande que un ave; de hecho, más grande que yo. No me detuve a contemplar qué era exactamente, y corrí hacia Thomas "como si mi vida dependiera de ello" no, quizás realmente dependía de que llegara hacia él.
Vi una expresión horrorizada en su rostro cuando corrió hacia mi, fue lo último que pude ver, al instante siguiente, estaba desmayada.
Negro. Negro. Negro.
Y así, fácilmente, la noche más hermosa de mi vida se arruinó por completo.



miércoles, 29 de septiembre de 2010

Hey =;

Hola!! Bueno, hago esta pequeña entrada porque al publicar el Cap. 36 "¿Qué? ¿Ya? Rayos, me tomó desprevenida" sin querer había puesto el premio antes, es decir: comencé a escribir el capítulo y lo dejé por la mitad y luego publiqué el premio y después el cap. jaja ups $: Bueno, era para que supieran que allí está el cap nuevo debajo de la entrada "Premio :D"!! Y recuerden: 7 comentarios o no hay uno nuevo :D
De nuevo gracias a todas por su apoyo y por sus comentarios!!
Besos,
La autora(:

martes, 28 de septiembre de 2010

Premio :D




Normas: Crea un post en tu blog, copia la imagen y las preguntas. No olvides mencionar quién te ha taggeado. Luego respóndelas y finalmente taggea a 10 bloggeras.


Muchísimas gracias a Xcaret por este hermoso premio y a demás por tener un blog maravilloso!! De verdad se los recomiendo(:

Preguntas:

1. ¿Por qué te creaste el blog?
Pues desde pequeña me gusta escribir e inventar historias, y un día imagine esta y pensé que sería lindo publicarla :D. A demás, me encanta poder crear un mundo nuevo, donde yo soy la que pone las reglas y dicta lo que pasará y lo que no... Me encanta crear todo ese romanticismo que hay entre Thomas y Elizabeth y tratar de hacer que el lector se meta en este mundo (mi mundo) tanto como yo...(:

2. ¿Qué tipos de blogs sigues?
Novelas, Blogs-revista, blogs de libros, ambientalistas y muchos otros.

3. ¿Tienes alguna marca preferida de maquillaje?
Ehh.. No me maquillo :D

4. ¿Y de ropa?
Mmm, me gusta mucho aeropostale =;

5. ¿Tu producto de maquillaje imprescindible?
No uso (:

6. ¿Tu color favorito?
MORADO<3>

7. ¿Tu perfume?
Love Spell de Victoria's Secret :) Y adivinen qué? Es MORADO :D

8. ¿La película que más te ha gustado?
Me encanta Crepúsculo y todo lo que tenga que ver con la saga, y aunque sea mi libro favorito y (como muchas) muero por Edward y su historia, las películas pudieron haber sido mejores(: Si soy sincera, me gustaron MUCHO más las de Harry Potter (aunque obviamente no se comparan con los libros)

9. ¿Qué países te gustaría conocer y por qué?
París :D Y Londres(: Ohh, y no me molestaría ir a Venecia^^

10. Esta pregunta háztela tú y respóndela: ¿Cuáles son tus géneros literarios favoritos?
Romance, fantasía, etc etc etc, simplemente amo leer :D

Entrego el premio a:

Cap. 36 ¿Qué? ¿Ya? Rayos, me tomó desprevenida

Caminamos horas, horas que se hicieron interminables al igual que el terrible sendero que recorríamos. No había nada a nuestro alrededor, y seguir caminando no tenía ya más sentido. Decidimos seguir la vía del tren apenas salimos de casa de Camille pues así nos llevaría a una estación donde habría gente y estaríamos medianamente seguros. Pero el camino era largo y era imposible recorrerlo en un solo día. La noche ya caía, y a nuestro alrededor no había más que hierba y montañas, rocas y árboles...
Me dolía todo el cuerpo, pues me había mal acostumbrado de nuevo a una vida "normal", y prácticamente olvidé lo que se sentían esas largas horas de caminata. Pero ahora teníamos un problema, y uno muy grave al que por fortuna no nos habíamos tenido que enfrentar antes: no había casas, ni gente, ni ningún sitio donde dormir.
Las montañas a nuestro alrededor ya no eran las mismas en las que nos habíamos refugiado pues se volvieron escarpadas y traicioneras y hubiera sido igual de insensato tratar de escalarlas en busca de un refugio, que seguir caminando toda la noche hasta encontrar la estación. Y ahí estábamos los tres, parados y en silencio mirándonos las caras mientras todos pensábamos lo que pasaba y nadie decidía que hacer; Thomas tenía cara de concentración, Matthew simplemente estaba frustrado y yo no sabía qué sentir ni cómo rayos comportarme. Una cosa era lo único de lo que estaba cien por ciento segura: jamás miraría atrás, jamás me arrepentiría de nada y de mis labios jamás saldría otra queja. Sí, suena extraño pensar en eso en una situación como la que estábamos viviendo, pero al ser lo único de lo que estaba realmente segura me sentí mejor, pues al menos tenía la certeza de alguna cosa, tenía algo a lo que agarrarme, algo en lo que seguir creyendo sin importar nada. No miraría atrás.
Los minutos pasaban y nosotros seguíamos allí, en silencio sin saber por qué opción decidirnos (y no es que tuviéramos muchas). Podíamos dormir allí, en el suelo; podríamos seguir caminando hasta encontrar un leve indicio de civilización, podríamos... ¿qué más podríamos hacer? eran nuestras únicas opciones.
-De acuerdo, no podemos dormir aquí al lado de la vía del tren, sería estúpido y peligroso- dijo de pronto Thomas- pero tampoco podemos subir a las montañas, eso es prácticamente imposible. Yo sugiero que caminemos un poco más, sólo un poco y luego nos adentremos en la maleza: entre los árboles estaremos más seguros.
Asentí secamente y Matt aunque no dio señal alguna de haber oído a Thomas se puso en marcha con nosotros. Una vez más, yo iba rodeada con los brazos de Thomas y para mi no había en el mundo un lugar más seguro que aquel. Caminamos un poco y mientras más avanzábamos veíamos más y más árboles; pues habíamos tomado un sendero alternativo que nos dirigiría hacía el bosque, si es que se podía llamar así a un pequeño conjunto de árboles en donde no se veía nada más que verde.
-Thomas, ¿dónde estamos?- preguntó de pronto Matt. Mirando a su alrededor con cara pensativa.
-Pues, no podría decirte con exactitud ¿por qué?
-Eh, por nada... Tenía curiosidad- pero había algo en el tono de su voz que me hizo pensar que tenía algo más que curiosidad, que estaba ocultando algo...
Lo miré un rato, pero su expresión era inescrutable así que decidí que quizás sólo lo hubiera imaginado.
Camille había metido en el bolso que nos dio unas mantas; cada quien tomó una y con ella hizo una pequeña cama. Eran tres, una para cada uno, pero eran muy delgadas y dormir sobre ellas en el frío suelo de tierra y piedras era demasiado incómodo; a demás no servían de mucho si querías arroparte. Los grillos comenzaron a trinar su incesable melodía, y las estrellas comenzaron a brillar por los huecos -pequeños y escasos- que había en el dosel de árboles que nos cubría. No me puse la pijama ni me cambie, pues no había razón para ello ya que sería igual de incómodo aunque durmiera con la mejor pijama de seda que si me dormía con mi ahora medio harapiento vestido turquesa; el mismo que había usado para conocer a Thomas, el mismo que había presenciado aquel hermoso primer encuentro, el primer momento en que me hundí en sus ojos, que me sentí por fin en mi lugar; a donde realmente pertenecía...
-Sugiero que hagamos rondas Matt y yo- dijo de pronto Thomas, con una cara muy seria pero aún así hermosa como ninguna-. No sabemos si hay alguna clase de animal por aquí y si uno vigilara los demás podrían dormir más tranquilos...
-Yo también puedo hacer rondas, no estoy tan cansada- dije, algo ofendida de que me hubieran pasado por alto tan inmediatamente.
-Elizabeth...- comenzó Thomas, con un tono de voz preocupado que, aunque muy dulce, en ese momento me volvía loca. No era una niña, podía cuidarme sola, y si oyera algo extraño simplemente los despertaría, no era que quisiera intentar enfrentarme a lo que sea que pudiera haber por ahí por mi cuenta.
-¡Ah, vamos! Puedo cuidarme sola, ya no soy una niña- dije, haciendo eco de mis pensamientos.
Discutimos unos segundos, sólo él y yo; Matt se metía nada más cuando uno de los dos le pedía apoyo, pero él se conformaba con un: "a mi no me metan en eso".
-No te pondré en peligro- concluyó Thomas, con una voz seria que jamás había utilizado conmigo. Sus ojos, que siempre me habían parecido una cascada cálida de aguas cristalinas, profundas e inmensamente azules, ahora estaban fríos como el hielo y era casi imposible ver a través de ellos como de costumbre.
Fruncí el ceño, y me sentí como una niña pequeña cuando fue necesario contener el impulso de sacarle la lengua y cruzar los brazos mientras miraba a otra parte. Pero no lo hice, eso destruiría mi argumento de que yo era capaz de manejar aquella situación.
Hubo un rato de incómodo silencio, en el que Thomas y yo nos miramos airados y echando chispas, pero aunque mi expresión no había cedido para nada, él de pronto relajó la suya y me sonrió.
-Sabes que no lo hago con mala intención, simplemente me preocupas demasiado- sus ojos se descongelaron, y pude ver como de nuevo fluían todas las emociones que en ellos siempre encontré por ese infinito canal de luz que para mi era imposible resistir.
Sin quererlo, también sonreí.
-De acuerdo- aunque ya no estaba tan molesta, no pude evitar sonar un poco fría al contestar.
-Muy bien, yo tomaré la primera ronda y cuando calcule que hayan pasado tres horas es tu turno ¿está bien?- le preguntó a Matt, quien asintió y nos miró juguetón.
-Parecen una pareja de ancianos gruñones- y rió, esa risa suya gruesa y contagiosa-. Bueno, creo que me iré a dormir. Buenas noches- agregó, y luego miró al rededor como si estuviera esperando algo, como si estuviera seguro de que al mirar entre el mar de verde que nos rodeaba algo saldría de allí. Pero nada pasó, así que con un suspiro se tiró en la manta y casi inmediatamente sus ronquidos acompañaron a los grillos en la melodía de la noche.
Yo me estaba congelando, tenía demasiado frío y no pudimos prender una fogata porque para eso hubiéramos tenido que adentrarnos en el bosque en busca de leños secos, lo cual no sería del todo sensato tomando en cuenta la hora que era y el lugar en que nos encontrábamos (un bosque, tupido y, hasta donde sabíamos, posiblemente peligroso).
Aún cansada como estaba, no me era posible conciliar el sueño, y tampoco podía concentrar mi mente en algo específico; pues vagaba desde el hecho de que estábamos varados en un bosque donde muy posiblemente habrían animales salvajes, al hecho de que Thomas se preocupaba por mi, y tampoco podía evitar pensar en Amelie y Camille y lo que estarían haciendo en ese preciso instante.
Me tendí en mi cama improvisada sin cerrar los ojos, y miré a Thomas sentado en el suelo mientras vigilaba la noche.
Creo que casi una hora estuve allí, totalmente incómoda en el suelo de piedra observando como él escrutaba la oscuridad. De pronto me aburrí y muy lentamente me levanté y caminé hacia donde Thomas estaba sentado para posarme a su lado. Me senté abrazando mis rodillas para calentarme un poco.
-Oh vamos, creí que ya habíamos hablado de esto- me dijo Thomas cuando me vio allí sentada con él en la oscuridad.
-No es que tenga intención de "vigilar"- hice énfasis en la palabra-. Es sólo que no podía dormir y decidí acompañarte.
-¿No podías dormir? ¿Por qué?- preguntó curioso.
-Pues, no lo sé... Tengo la mente en muchas cosas.
-¿Cómo qué?- no respondí de inmediato, pues quería pensar muy bien en la respuesta; pero él, malinterpretando mi silencio, agregó:- No tienes que decírmelo si no quieres.
-No es eso... Es sólo que quería tener una buena respuesta y hasta ahora no la tengo. Creo que ni yo misma sé que me tiene tan alterada.
Se acercó a mi, pues yo me había sentado un poco apartada, y me miró a los ojos.
-No quiero que te preocupes, si estás conmigo nada te pasará. Yo no lo permitiría- prometió.
Le sonreí y estuvimos un rato así, mirándonos el uno al otro en la profunda oscuridad que nos rodeaba.
-Elizabeth, yo... tengo algo que decirte. Algo que desde mucho tiempo me muero por contarte, pero que no he tenido oportunidad de comentar- hablaba despacio, y me di cuenta del esfuerzo que imprimía en cada sílaba.
Pensé que quizás lo mejor sería hacerme la desentendida, hacer como si Amelie nunca me hubiera dicho nada. Aunque sabía que para él sería mucho más fácil si yo le decía que ya lo sabía y que no tenía que decir nada, sentí la infantil necesidad de escucharlo de sus labios.
-Dime...-susurré, más dirigiéndome a la noche que a Thomas.
-Pues...- me miró y luego bajó la mirada- Yo...- soltó un gruñido de frustración y posó la cabeza en sus manos, para luego volver a erguirse- ¿Porqué tiene que ser tan difícil?- susurró para sus adentros- Lo siento, normalmente no me cuesta tanto decir algo, es sólo que cuando estoy contigo no puedo evitar sentirme diferente, como si pudiera ser yo mismo sin importar nada... Para ser sincero, creo que me pones un poco nervioso- me miró, fingiendo estar enojado conmigo y luego me guiñó un ojo. Tomó una profunda bocanada de aire que luego soltó en un suspiro, sus ojos estaban clavados en los míos- De acuerdo, aquí va...- dudó un segundo, pero cuando habló sonó más seguro de lo que jamás había oído a alguien:- Te amo. Te amo como nunca había amado a alguien y como estoy seguro que jamás podré amar a otra persona. Contigo me siento completo, como si mi corazón hubiera encontrado a su otra mitad y cuando miro en tus ojos, hay algo en ellos que me hace tener la certeza de que de alguna hermosa y quizás extraña manera tenemos que estar juntos. Te veo y simplemente siento como mis latidos se aceleran, y me quedó ahí, escuchándolos, creyendo que no podía hacer nada porque hasta ahora no había tenido el valor de decirte lo que siento, o mejor dicho, lo que me haces sentir. Te amo, te amo demasiado y quiero que lo sepas y que nunca lo dudes. No te imaginas lo que me pasa cuando te veo, esa sensación de embelesamiento que odiaría dejar de sentir algún día; pero eso no me preocupa, porque sé que nunca se irá. No tengo palabras para describir lo que significa para mi estar contigo, y quizás ésta sea una pobre explicación, pero simplemente no hay palabras que lo describan porque esto es algo único que nadie ha sentido antes. Sencillamente no se que más decir para expresarlo es como... como... no lo sé. Simplemente, no hay palabras- repitió al final, haciendo que mi respiración se entrecortara por tanta dulzura y sinceridad que había dejado flotando en el aire al decir aquello.
Me quedé pasmada. Esperaba que me dijera que me quería, ni siquiera estaba segura de que me fuera a decir que me amaba, pero de ahí a esa hermosa declaración que espontáneamente había soltado... Quizás lo que más me impresionó fue que se sintiera tan igual que yo, que él también percibiera que nuestros corazones morían por estar juntos y que él también creyera que había sido cosa del destino o algo así... Yo tampoco tenía palabras para describir lo que por él sentía, y aún hoy no las he conseguido y me sería imposible expresar la dicha que en ese momento me embargó.
Mi corazón latía quizás tan desbocado como el suyo, y de pronto y sin explicación empecé a llorar, pro no estaba triste, en ese momento todo lo demás se había borrado; lloraba de felicidad, y quizás también era un poco por la sorpresa de aquellas palabras tan hermosas.
-Thomas yo... Yo también te amo... Tanto y quizás más de lo que tu a mi, yo...- pero me interrumpió, con una hermosísima sonrisa pintada en su hermosísimo rostro.
-No digas que me amas más que yo a ti, eso es físicamente imposible- rió, bajita, dulce y melodiosamente-. Es más, simplemente no digas nada, con saber que al menos me quieres me basta y me sobra.
-Te amo- repetí, se sentía tan bien decirlo...
-Yo también, y lo sabes.
Se acercó a mi y lentamente sentí el dulce aroma de su respiración en mi rostro, por un segundo nuestras narices se tocaron pero de pronto en los arbustos algo se movió y, acto reflejo, me separé de él escrutando la oscuridad.
-¿Qué fue eso?- pregunté asustada. ¿Habría algún animal suelto por ahí?
-No lo sé... Iré a ver.
Y antes de que le dijera que por favor se quedara conmigo, se había levantado y se dirigía al lugar del que provenía el sonido. Desapareció en la oscuridad, y yo me quedé allí aguantando la respiración, sólo se oían los sordos ronquidos de Matt y los incansables grillos en la oscuridad.
Después de unos agonizantes minutos, Thomas reapareció entre las hojas, y me miró confundido.
-No había nada... Revisé todo el perímetro y no encontré absolutamente nada.
¡Rayos! Hasta en los lugares desiertos donde no había nadie ni nada más que él, yo, y Matt (que no contaba porque estaba dormido) tenían que interrumpirnos. Pero en ese momento, en ese preciso momento no me importó, estaba más que satisfecha con saber que me amaba tanto como yo lo amaba a él, con saber que no era una locura el pensar que de alguna manera teníamos que estar juntos.
Se sentó de nuevo a mi lado, rodeándome con sus brazos y entonces no tenía más frío... Pero el cansancio calló sobre mi como un balde de agua fría y, sin quererlo, me quedé dormida apoyada en su hombro mientras sentía que flotaba, como si lo que estuviera debajo de mi fueran nubes en vez de piedras. Ya dormida, decidí una cosa: aquel vestido turquesa sería mi vestido de la suerte, y mi favorito. No me importaba cuánto se estropeara, había presenciado los momentos más hermosos e importantes de mi vida...

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cap. 35 ¿"Nos veremos pronto"? Me parece demasiado tiempo.

El día siguiente fue... incómodo. Camille nos recibió en la mañana con un desayuno monumental como anticipación a lo que tenía preparado para la cena. Nos dijo que sería tan impresionante y que habría tanta comida que no creía que fuera necesario siquiera almorzar, ya que a demás lo haríamos temprano para que pudiéramos dormir bien para nuestra partida...
Ella estuvo revoloteando de aquí para allá, de un lado a otro por la cocina murmurando entre dientes los ingredientes que necesitaba y las medidas que buscaba; pero cuando traté de ayudarla con algo, se negó rotundamente ya que sería nuestra "cena de despedida".
Amelie, por su parte, no quiso dejarnos solos a ninguno de los tres durante todo el transcurso del día. Algo que me pareció extraño, pues ella la tercera persona más interesada -aparte de Thomas o de mí misma- en que tuviéramos un segundo a solas Thomas y yo... Después de pensarlo, la razón me pareció lógica: nos extrañaría y quería pasar cada segundo que pudiera en nuestra compañía; ella estaba segura de que tendríamos tiempo de sobra para hablar de lo que quisiéramos.
Varias veces ella y yo nos sorprendimos de pronto con los ojos llenos de lágrimas, mientras Thomas nos miraba con comprensión y Matthew ponía, como siempre, los ojos en blanco ante nuestro terrible sentimentalismo, pero había en esa mirada un dejo de la misma nostalgia que había en la mía.
-Thomas, Matt, prométanme que volverán a visitarme. Por favor...
-Te lo prometo- dijo Thomas sonriendo encantadoramente-. No te sorprendas si el día más inesperado aparecemos de nuevo ante tu puerta.
-Sí, no te preocupes. Volveremos a vernos- dijo Matt y sonrió, esta vez sin la más mínima gota de exasperación impresa en el tono de su voz.
-Oh chicos... Cuánto me gustaría acompañarlos... Pero ya ven, debo quedarme aquí con mamá.
-No te preocupes, créeme que no te pierdes de nada- bromeó Matt, tratando de animarla.
-Me da mucha pena con Camille... Está trabajando tanto con lo de esta noche... No ha descansado desde la mañana- comenté, realmente avergonzada por el hecho.
-Ah, no te preocupes. ¡Le encanta tener algo que hacer! Eso aleja su mente de mi padre... Ya sabes... La afecta mucho no saber dónde está, o si está bien.
Me quedé callada. Cuando aún vivía en Londres con mi madre ella solía hacer exactamente lo mismo: siempre estaba buscando alguna actividad con la cual distraerse. Tejía afanosamente, cambiaba radicalmente los muebles de la casa, se empeñaba a fondo limpiando cualquier rincón, cocinaba como para un batallón y solía poner cuatro platos a la mesa aunque sólo estuviéramos ella y yo...
No pude evitar dejar que una lágrima se me escapara y corriera por mi rostro, dejando a su paso un húmedo e intrincado sendero de nostalgia por el que se guiarían ahora mis penas...
Me la quité de un manotazo, pero el ahora invisible sendero que había trazado se juntó sigilosamente con las muchas otras huellas de lágrimas pasadas y ya olvidadas para no borrarse nunca más.
Nadie se había dado cuenta de la silenciosa lágrima que no pude contener, pero de ese momento en más me pareció que el ambiente había cambiado súbita y deliberadamente de uno más o menos alegre a uno lleno de... no lo se... quizás fuera sólo tristeza, pero a mi me pareció algo más, mucho más. No sabría describir la sensación, como si se juntaran en uno solo la tristeza, soledad, añoranza, nostalgia, más tristeza y un poco de... qué se yo... no tenía ánimos para averiguarlo.
Conversamos unas pocas horas más, y de pronto apareció Camille en la sala de estar. Sonreía satisfecha y muy contenta; cuando todos notamos su presencia, dijo:
-Ya casi está todo listo. Sólo falta que se termine de cocer el pavo y...
-¿Pavo? Oh Camille no debiste...- para aquella época, y totalmente debido a la guerra, alimentos de ese tipo eran completamente difíciles de conseguir. Tenías suerte si encontrabas un poco de arvejas o quizás unas pocas patatas y una pequeña pieza de pollo. Pero.. ¿pavo? Prácticamente imposible.
-Vamos vamos, no tiene importancia. Ustedes son nuestros invitados especiales, así que tenía que darles algo especial.
A Matt los ojos le brillaron de anhelo al saber que íbamos a cenar pavo y quien sabe qué otras delicias.
Thomas también dio las gracias a Camille por su amabilidad y ella se sonrojó ante tantos agradecimientos.
Pasamos un rato hablando también con ella, pero mi extraña sensación había desaparecido y pronto volví a sentirme tan dichosa como al principio. La comida estuvo lista y nos dirigimos todos hacia una habitación que estaba al lado de la cocina, algo apartada y un poco pequeña, pero hermosa. Era el comedor, y tenía en el centro una mesa larga de madera de roble, con detalles tallados que se veía realmente antigua; había también doce sillas a juego y en cada esquina de la estancia se podían apreciar hermosos retratos pintados con acuarelas, reflejando paisajes diversos y siempre hermosos. Las paredes estaban pintadas de color blanco marfil, sencillo, pero elegante.
Camille se fue a la cocina y regresó con un gran plato con un enorme pavo en los brazos que depositó en el centro de la mesa. Volvió a la cocina y trajo de nuevo toda clase de comida. Había de todo, si me pusiera a enumerar todo lo que esa noche tuvimos para comer tendría que disponer de mucas horas, pues a demás no podría evitar describir lo deliciosa que estaba cada una de las cosas que Camille nos preparó; la mesa parecía un carnaval de colores, olores y sabores, todo era exquisito y la verdad había algunas cosas que tenía tanto tiempo sin comer que al probarlas de nuevo sentí que me trasladaba a mi infancia, cuando solíamos hacer una cena igual de maravillosa para las navidades y cumpleaños...
Matt comió hasta que no le quedó un solo rincón sin llenar en su ahora abultado estómago. La cena fue de lo más agradable y también lo fue estar acompañada de aquellas personas que podía considerar ahora sin dudarlo siquiera como mi familia, o los nuevos integrantes de la ya comenzada y un poco rota, pero maravillosa familia que tenía.
Conversamos durante toda la cena, y de pronto no pareció que estuviéramos a punto de irnos ni que quizás no nos viéramos nunca más; éramos solamente una familia grande y feliz que se reunía para cenar y compartir. Pero lastimosamente eso no podía durar para siempre y sin darnos cuenta el reloj anunció las diez y todos tuvimos que subir a dormir... Parecía irreal, y de pronto caí en la cuenta de que realmente tendríamos que partir y que no volveríamos a vernos en quizás un larguísimo tiempo -estaba negada a pensar que no nos veríamos de nuevo jamás- que estaba segura se me haría eterno. Amelie y yo subimos las escaleras una al lado de la otra pero sin mirarnos a la cara pues estaba segura que al igual que como ahora mi rostro estaba surcado de lágrimas el suyo estaría igual y quizás peor; pues ella tendría que volver a la soledad y la impaciencia por no tener noticias de nadie a las que fácilmente y sin arrepentirse se había desacostumbrado.
-Elizabeth...- murmuró Amelie cuando llegamos a su habitación- Aquí tengo la foto de mi padre y la dirección de nuestra casa... Yo...
-No te preocupes, la guardaré ahora mismo. Él está bien, ya lo verás. Nunca pierdas la esperanza- le dije en un susurro casi inaudible.
-Gracias, gracias por todo. Por haber venido y por haber cambiado mi perspectiva de la vida, gracias por ayudarme con mi papá, gracias por todo... -su voz era aún más baja que la mía, y unas espesas lágrimas le caían en el cabello después de recorrer todo su rostro.
-No me lo agradezcas, yo debería agradecértelo a ti. Has hecho tanto por mi... Y antes te trataba tan mal... Yo lo sien...
-No digas lo siento. Te entiendo, cualquiera hubiera reaccionado igual. Pero ahora somos amigas, y eso nadie ni nada, ni siquiera una estúpida guerra, lo cambiará.
No pude evitar sonreír, y tampoco que luego mi rostro se llenara de lágrimas.
La abracé fuerte, y ella hizo lo mismo. Me levanté y guardé en mi maleta la foto de su padre para después dedicarle una última sonrisa y darle la espalda en la camita que tenía en el suelo justo al lado de la suya.
Me dormí de inmediato quizás por el temor de que la realidad comenzara a llenar mi mente e inundara mis pensamientos ya de por si medio ahogados...
Para mi alivio, dormí esa noche sin soñar, y al día siguiente no me costó nada levantarme temprano y salir sigilosamente de la habitación sin mirar a la cama de Amelie e ir a la alcoba de Thomas y Matt para despertarlos. Me sorprendió sentirme casi igual que como me había sentido cuando me marché de la casa de mi queridísima tía Lynette (en la cual trataba de no pensar, pues me dolía demasiado) pero con algo nuevo, algo que en ese momento no pude identificar.
Me sorprendió encontrar la habitación vacía, y al bajar las escaleras los encontré a los dos, rígidos como estacas mirando hacia algo que sólo ellos veían mientras murmuraban palabras de agradecimiento a Camille; que por lo que pude ver había preparado un bolso lleno de comida y de otras cosas como mantas. Pero me sorprendí más aún cuando vi que también Amelie estaba ya despierta y parada al lado de su madre con la misma expresión ausente que Thomas y Matthew sostenían en sus rostros.
No había echado un vistazo a su cama, y seguramente cuando yo me desperté ella ya estaba abajo. Saludé tímidamente con un débil "buenos días" y tan pronto como se dieron cuenta de mi presencia Camille anunció que sería buena idea que saliéramos lo más pronto posible. Abracé estrechamente a Amelie y luego también a Camille y no dejé de darles las gracias hasta que subí corriendo a tomar una ducha y a vestirme. No saludé a Thomas e igualmente pasé por alto a Matt, pues no creía que sería lo suficientemente fuerte como para hablar más de lo que era necesario; y a ellos los tendría siempre a mi lado: no hacía falta gastar palabras que me harían sucumbir a el llanto.
Me bañé rápidamente y de la misma manera me vestí, bajé con la maleta a la planta baja y dije:
-¿Quién se bañará ahora?
-Beth, Thomas y yo nos bañamos hace horas. Creo que llegas un poco tarde dormilona- me dijo Matt riéndose, y entonces me di cuenta de la razón por la que no me había costado levantarme lo que yo consideré "temprano".
-Eh... Lo siento- murmuré algo sonrojada.
-No te preocupes cariño, la cena de ayer se prolongó más de lo esperado, es de imaginar que estuvieras cansada- dijo Camille mientras me sonreía maternalmente y yo le devolvía el gesto.
Ahora sólo Amelie seguía con una expresión ausente; Matt volvía a bromear como siempre y Thomas -aunque en silencio- se había acercado a mi y con la más leve de las sonrisas me rodeó la cintura con uno de sus brazos.
-Pues... Nos veremos pron...- susurré cuando ya estábamos frente a la puerta principal con las tres maletas y el bolso de la comida; pero no pude terminar pues la voz se me quebró y me volví hacia Amelie y Camille tomando aire y tratando de no romper a llorar- Se que quizás un "nos veremos pronto" o un "hasta luego" parezca demasiado tiempo, pero les prometo que esta no es la última vez que nos veremos o que estaremos juntos... Pensaré en ustedes todo el tiempo y siempre estarán en mi corazón.
Camille rompió a llorar y nos abrazó a todos por mucho rato. Aunque Amelie no lloró, era palpable el esfuerzo que esto le causaba. Con Thomas aún abrazado a mi, me dirigí a ella y la abracé fuerte, y luego Camille vino y ella, Amelie y yo nos abrazamos; a lo que luego se unió Matt y Thomas.
Fue un momento hermoso, que jamás olvidaré. Cuando nos separamos encontré a Matt llorando con tanto sentimiento como yo, y para aligerar la situación le dije:
-Vaya, miren quién está llorando. ¿Eh, "señor sentimentalismo"?
Él se rió estruendosamente, la verdad todos lo hicimos.
-De acuerdo, de acuerdo, admito que todo esto me conmueve.
Thomas se rió armoniosamente y me besó la frente para luego agregar:
-Si vuelves a poner los ojos en blanco por algo así- y volvió a besarme cuidadosamente en la coronilla- te juro que no te dejaré olvidar lo sentimental que puedes ser hasta que los dos seamos muy viejos y ya no puedas oír, y sólo por eso dejaré de decírtelo.
Nos reímos de nuevo todos a carcajadas y nos dedicamos las últimas despedidas.
Salimos de la casa de Camille, y cerramos la puerta cuidadosamente. Thomas seguía teniendo su brazo alrededor de mi cintura, y yo tomé a Matt de la mano y lo acerqué a mi para también abrazarlo a él. Y así, los tres entrelazados y recientemente golpeados por la nostalgia les pregunté:
-¿Listos?
Matt me miró y dijo:
-Completamente- yo sonreí y les dije:
-Pues vamos.
Thomas me beso de nuevo en la frente y repitiendo las palabras que yo dije al salir de casa de mi tía, susurró en mi oído:
-Sin mirar atrás...
Sí, frío, humedad, brisa y nostalgia. Exactamente lo mismo que sentí al marcharme de la gran casa a las afueras de París, pero de pronto pude descubrir cual era la diferencia de aquella vez: esperanza.
Esta vez me inundó ese maravilloso sentimiento, y súbitamente supe que todo estaría bien. Ya no habían dudas ni arrepentimientos estaba segura de que llegaríamos a nuestro destino y de que, de alguna manera, volveríamos todos a ser felices.



lunes, 6 de septiembre de 2010

Cap. 34 Y comenzaron las despedidas...

Salí de la habitación como un torpedo, bajé las escaleras con toda la rapidez de la que fui capaz y llegué zumbando a la cocina. Pero ahí no estaba él...
Salí al salón y tampoco lo encontré, pero vi a Matt sentado en el sillón, tranquilo y sin hacer nada; decidí acercarme a él y preguntarle dónde se había metido Thomas.
-Eh... ¿Matt?- pregunté tímidamente, estaba demasiado avergonzada por mi actitud para hablarle con normalidad (aunque quizás él creyera que mi confinamiento de aquel día había sido producto de que yo me "sentía mal")
-¡Oh! ¿Estás mejor?- preguntó sonriente. Sí, definitivamente creía que me había estado sintiendo mal.
-Muchísimo- nada podía ser más cierto que eso, no me había sentido tan bien en semanas-. ¿No sabes dónde está Thomas?
-Se está dando una ducha, creo que él también se siente un poco mal... Ha tenido cara de embobado todo el día; quizás sea un virus o algo por el estilo.
Pobre Thomas, que se sintiera "mal" era completamente mi culpa. Yo era una idiota, y una de las más grandes que había -y eso que el mundo estaba lleno de ellos- y que podría haber. ¿Quién rayos lastimaría a alguien como Thomas? Sólo se me ocurría a mi.
-Si quieres puedes sentarte aquí mientras baja, estoy aburrido a muerte- dijo riendo y palmeando el sitio a su lado.
Me senté y no pude evitar sonreír, Matt era la persona perfecta para animar a cualquiera, aunque ni él mismo lo supiera.
-De acuerdo- mi voz ya era mucho más animada, y eso me gustaba.
De pronto pensé que Thomas pudo haberle dicho a Matt lo de su plan, ya que en la mañana él no parecía nada extrañado. Tenía aún muchas cosas que preguntar, y no había tenido mucho tiempo para hablar con Amelie, pues me precipité a bajar para encontrar a Thomas y ahora que debía esperar sentía como poco a poco las preguntas surgían en mi mente; así que decidí hablar con Matt. Con mi reciente decisión de dejar a un lado la inseguridad pude tomar el valor necesario para preguntarle:
-Eh... Matt... ¿Cuánto tiempo tenía Thomas planeando lo de esta mañana? Es decir... ¿Desde cuándo...?
Pero Matthew me interrumpió:
-Vamos Beth, no puedo creer que no te hayas dado cuenta antes de que estaba como ido, siempre pendiente de algo más. La única razon de eso eres tú... Te ama tanto que es difícil de creerlo, siente una extraña necesidad de protegerte que yo no logro entender y que quizás jamás entienda ni tampoco sienta por nadie...- nunca había oído a Matt hablando tan seriamente y eso me dejó pasmada por un segundo pero, de pronto agregó de nuevo jugando- tienes que estar ciega- rió estruendosamente- no puedo creer que en serio no lo notaras.
Reí bajito.. La inseguridad y la timidez me habían cegado mas de lo que creía... Hasta Matt, que aunque fuera el mejor amigo de Thomas era la última persona que yo imaginaría siendo romántica o algo por el estilo, había notado los desesperados intentos de este por acercarse a mi.
Aunque quizás todo el mundo lo hubiera notado, excepto yo...
Me quedé muda. No sabía que decir, y de pronto todas mis intenciones de hablar con él acerca del tema carecieron de sentido para mi, pues al hablar con Matthew sobre el tema en vez de con Thomas, estaba demostrando que aún quedaba en mi un resquicio de inseguridad pues, prácticamente lo hacía para confirmar lo que Amelie me había dicho y eso no estaba bien. Esperaría a hablar con Thomas, pero tampoco podía dejar a Matt allí sentado sin responderle nada así que decidí al menos admitir:
-Tienes razón, soy una tonta.
Él se rió y yo me uní a su risa, nos reímos tanto que me dolían los músculos del estómago y cuando al fin paramos me sentí tan bien que casi no lo creí. Sí, era obvio que para descargarse era mil veces mejor un buen rato de risa que de llanto; era bueno reírse de nuestros propios errores, pues así al menos demostrábamos que los aceptábamos, en cambio si lloramos nos estamos cerrando sin siquiera pensar en buscar una solución.
-¿Qué es tan gracioso?- preguntó una voz melodiosa, como de campanas desde el piso de arriba. Subí la vista y vi a Thomas bajando las escaleras con su perfecto cabello del color de la noche mojado y aún goteando- Las carcajadas se oían hasta arriba.
Sonrió y bajó las escaleras. Matt me dedicó una mirada significativa, y luego de guiñarme un ojo dijo:
-Bueno, creo que ahora yo iré a tomar un baño.
Y salió de la habitación sonriendo maliciosamente. No sabía por donde empezar, así que decidí que el hecho de que hubiera dejado de ser insegura no significaba que ya no fuera tímida: dejaría que Thomas me dijera lo que me tuviera que decir cuando quisiera, yo no podría decir nada sin quedarme trabada o algo parecido.
-¡Estás chorreando!- dije para molestarlo, pero él sonrió y dijo:
-Que bueno que ya te sientas mejor- no era una pregunta, seguramente mi aspecto pálido de la mañana debía de haber cambiado radicalmente.
-Sí, mucho mejor- y reí ligeramente mientras lo observaba acercarse y sentarse a mi lado.
No me dijo nada, y yo tampoco quise hacerlo; dejamos que nuestros ojos se encargaran de esa parte y poco a poco me sumergí en él, en el dulce refugio de su mirada...
Me sentía trastornada, como transportada a una dimensión paralela donde sólo Thomas y yo existíamos.
Me di cuenta de que, al igual que la mañana nos habíamos ido acercando el uno al otro lentamente, él acomodó con movimientos delicados de su mano derecha un cabello suelto que me caía en la frente detrás de mi oreja, dejando a su mano allí, a un lado de mi cuello.
Nuestras narices casi se tocaban, y de pronto me sobresalté cuando él susurró:
-Elizabeth yo...
Pero se detuvo, e inmediatamente supe por qué: arriba se oían pasos que se acercaban, y luego una voz (que reconocí como la de Amelie) hablando en fluido francés:
-¡Mamá te he dicho que no bajes!
-¿Pero por qué?- contestó Camille con voz confundida.
-Pues simplemente porque no.
Pero ya era muy tarde, Camille comenzaba a bajar las escaleras y yo me separé inmediatamente de Thomas. Él, en cambio, rodeó mis hombros con su brazo y se sentó normalmente a mi lado, como si no hubiera pasado nada.
Y entonces apareció Camille en el salón, poniendo los ojos en blanco y con una cara de disgusto. Al vernos, nos sonrió y luego dijo:
-Ah, esta muchacha está loca. Pero ¿quién comprende a los adolescentes?
No pude contener una sonrisa, que se intensificó cuando detrás de Camille apareció Amelie también con cara de pocos amigos.
Camille se fue del salón para lavar los trastos que habían quedado de la cena, y Amelie volteó a vernos y en silencio articuló con los labios: "lo siento"; nos dedicó una mirada de disculpa que pudo haber sido la más sincera que jamás vi si no conociera antes a Thomas, quien en cada una de las miradas que me dedicaba imprimía un dejo de sinceridad tan profundo que no creía posible que hubiera en el mundo una mirada más hermosa.
Amelie se retiró, pero el momento ya se había arruinado pues cuando oí los platos tintineando al lavarse recordé el hambre que tenía y -sin quererlo- dediqué una mirada de añoranza al pasillo que daba a la cocina .
Thomas me miró y captó al instante.
-Vayamos a la cocina. Debe quedar algo de la cena- su voz era un susurro, y sus ojos más tiernos que nunca.
Traté de negarme, pero la verdad era que estaba muriéndome de inanición, así que fui con Thomas a mi lado a tomar un bocadillo.
Camille había guardado un plato con pollo y papas asadas para mi, y después de darle las gracias lo devoré rápidamente. Seguía con hambre, y por suerte la nevera estaba repleta; así que comí hasta que ya no pude más y cuando estaba a punto de volverme hacia Thomas para sonreírle, el habló dirigiéndose a Camille (que nos había acompañado).
-Eh... Camille, pasado mañana reemprenderemos nuestro viaje. La verdad nuestra estadía aquí ha sido maravillosa y tu has sido extremadamente amable... Pero el deber llama, y debemos cumplir.
-¿¡Qué!? ¿Se van tan pronto? Bueno, era obvio que no podrían quedarse para siempre pero... ¿están seguros de que ya están listos para marcharse? Saben que aquí pueden quedarse el tiempo que deseen...
Matthew había aparecido en la cocina sin que nadie lo oyera.
-¿Ya nos vamos? ¡Rayos! ja, ja, casi me acostumbro a la vida relajada, pero qué más da.
Miré a Thomas inquisitivamente, habíamos pautado aquello desde la mañana y Matt ya debía estar enterado. Pronto comprendió, y se encogió de hombros sonriéndome.
Pasamos largo tiempo discutiendo el tema, y yo me notaba muy ansiosa pues quería estar con Thomas a solas para poder hablar de aquel tema que por meses me había perturbado.
Pero la conversación se prolongó hasta muy tarde, pues también apareció Amelie y al escuchar la noticia de nuestra partida se acongojó tanto que hasta brotaron lágrimas inclementes de sus ojos almendrados...
Pronto decidí, que no podía forzar el tiempo y que debía disfrutar de cada momento. Así que dejé de lado la ansiedad y conversé con ellos; esta ves sinceramente triste por el hecho de que tuviéramos que marcharnos.
Nos fuimos a dormir bastante tarde, pero de todos modos fue una de las noches más hermosas y tranquilas que jamás tuve. Sentía que flotaba y que por fin podía estar segura de lo que más me importaba: Thomas. De acuerdo, no me lo había dicho; pero eso no importaba pues yo simplemente lo sabía.
Soñé con él y con todo lo que habíamos vivido... Casi no pude creer que en tan poco tiempo tantas cosas nos hubieran pasado. Tantas aventuras, tantas sorpresas, tantos sufrimientos y tantas alegrías juntas parecían imposibles.
Me sentía en una nube de felicidad, como si volara a través del cielo dejando tras de mi una larga estela de felicidad.
Sentí de pronto como si sacudieran todo mi cuerpo. Traté de ignorarlo, pero volvió a pasar y más fuerte.
De sopetón desperté, pero no abrí los ojos y me di cuenta de que no zarandeaban mi cuerpo, sino que nada más alguien me daba pequeños golpecitos en el hombro. ¿Quién era?. Seguía demasiado atolondrada para pensar con claridad; hasta que una voz me hizo poner los pies en la tierra.
-Elizabeth ¿estás despierta?
-¿Thomas?- pregunté, aún confundida. Pero escuché una risita nerviosa que no podía provenir de él, una mucho más aguda.
-No, tonta. Soy yo, Amelie. Vamos despierta.
-¿Ah? Oh, sí claro- traté de poner en orden mi mente, y entonces abrí los ojos-. ¿Qué pasa?
-Nada, es que yo... Bueno, no podía dormir.
-¿Por qué?- me estiré y bostecé un poco. Me volví completamente hacia ella para verla mejor y la escuché hablar.
-Es que no soporto la idea de volver a quedarme sola... Los extrañaré demasiado, no soporto más estar encerrada en estas cuatro paredes. Extraño a mi papá y te envidio inmensamente porque pronto podrás ver al tuyo. He estado calculando, y hay algunas posibilidades de que mi padre esté también en Suiza pues a él también lo enviaron a la frontera con Alemania y como no hemos recibido noticias suyas en meses...
Un momento. ¿Cómo sabía ella algo de Alemania? Yo no lo había mencionado; hasta donde sabía ella sólo conocía la parte de la historia en que mi papá estaba en Suiza.
-¿Cómo sabes todo eso?- pregunté entre mi atolondramiento.
-Pues... Thomas me contó toda la historia, y la verdad estoy conmovida...- pues claro, ¿quién no se sentiría así al oír las heroicas hazañas de Thomas contadas por él mismo con esa insoportable modestia?
-Sí, muy conmovedor...- a esas alturas estaba más dormida que despierta, pero sería de muy mala educación ignorarla ahora que éramos algo así como amigas.
-¡Muchísimo!- miró al vacío con ojos ensoñados, y en ese breve instante de silencio casi vuelvo a caer dormida; pero de pronto volvió a enfocar su vista en mi y me habló despacio- Me parece que ya comenzaron las despedidas... Debes prometer que en el camino de regreso volverán a venir para acá. ¿Lo prometes?
-Claro, prometido- lo hacía más para que me dejara dormir que porque enserio quisiera cumplirlo, pero luego me sentí inmensamente agradecida hacia ella recordando todo lo que había hecho por mi y a demás por haberme disculpado sin miramientos. Por eso repetí, esta vez con total sinceridad:- No lo dudes, volveremos a vernos.
-¡Oh eso espero! Quería pedirte un favor, es algo sencillo pero no tienes que hacerlo si no quieres... Por favor, pregunta por mi padre cuando llegues al hospital a ver al tuyo. Su nombre es Robert Peterson y...
-Espera, creí que tu apellido era A...
-Sí sí, pero ya sabes. Con todo eso de que vivimos aquí en Francia y que el apellido inglés de mi padre sería difícil de pronunciar, me dejé el de mi mamá...
Esa era la cosa más extraña que jamás hubiera oído, hasta donde mis conocimientos alcanzaban, al casarse las mujeres tomaban de inmediato el apellido de sus maridos... Bueno, cada quien con sus cosas...
-Te daré una foto de él y escribiré su nombre al reverso para que no lo olvides. Por favor, te lo pido como amiga... Si fuera por mi haría ahora mismo mis maletas y me marcharía con ustedes; pero no puedo dejar a mi madre aquí sola. Iba a pedírselo a Thomas pero sé que tú me entiendes mejor pues has vivido lo mismo...
-No te preocupes. Preguntaré por tu padre y cuando vuelva te daré la respuesta. Es más, para que no tardes tanto en saber de él, te diré lo que encontré por correo; deberás anotarme la dirección exacta de la casa.
Me sonrió y yo le devolví la sonrisa. Ya no tenía sueño y tampoco me sentía ni pizca de desconcertada.
-Bueno, pero eso no significa que igual no vengan a vernos de nuevo. ¿Vendrán, no es así?
-Ya te lo prometí- le dije sin dudarlo.
Pasamos horas hablando, pues ninguna de las dos tenía sueño, y no fe hasta que vimos en el cielo despuntar el alba que las dos al fin nos quedamos dormidas sin soñar, rendidas por el tedio de haber compartido todo lo que desde más adentro nos molestaba...

¡Cuidado! Oh, bueno, puedes ver que hará^^

El botón que no hace nada El botón que no hace nada
free counters
IBSN: Internet Blog Serial Number 263-10-16-248