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lunes, 30 de agosto de 2010

Cap. 33 ¿Inseguridad? No más.

Una semana completa había pasado desde que llegáramos a el hogar de Camille y Amelie, y a decir verdad, fue la semana más tranquila que había tenido en mucho tiempo.
Mi relación con Amelie no era del todo perfecta, pues mi orgullo y mis inexplicables celos me impedían tratarla con toda la gentileza de la que era capaz; algo que me desconcertaba, pues aunque me hubiera propuesto ser amable con ella, cada vez que la observaba más cerca de Thomas de lo que era estrictamente necesario sentía que en mi estómago había algo hirviendo y luego tenía la necesidad de ir al lugar donde se encontraban y tomar a Thomas por el brazo sin quitarle la vista de encima a aquella chica, pues quizás creía que de esa manera se sintiera intimidada. Había notado que hablaban mucho y que casi siempre era en susurros... Pero lo atribuí todo a cosas de mi imaginación por los terribles celos que me inundaban. Un par de días antes había decidido dejar de lado esa conducta pues, a demás de ser terriblemente grosera, prácticamente estaba declarando a Thomas como mío, algo que no era para nada cierto. Después de esta reflexión me había sentido tan estúpida que pasé el resto de los días soportando las interminables peroratas de Amelie sobre lo que sea que me estuviera contando (no entendía una sola palabra, pues seguía sintiendo una inexplicable rabia cuando estaba cerca de ella que hacía que solo oyera un lejano zumbido) y hasta me alejaba un poco cuando los veía conversando...
Ninguno de nosotros -Matt, Thomas o yo- habíamos mencionado algo sobre nuestra partida, y por mi parte la razón era que tenía demasiado temor después de la experiencia vivida recientemente como para volver a salir y darle la cara al mundo en su momento más crítico: una guerra.
La mañana en la que la segunda semana en aquel lugar daba comienzo, me levanté muy temprano pues ya estaba decidida a salir de aquel sitio e ir de nuevo en busca de mi padre. Mi plan era simple: despertaría a Thomas -y si no me costaba demasiado esfuerzo, también a Matt- hablaría con ellos y pautaríamos una fecha para reemprender nuestra travesía a Suiza; no habría lugar para dudas o preguntas, eso estaba decidido.
Me vestí con prisa y salí de mi habitación en busca de la de los muchachos.
Era demasiado extraño que Thomas no hubiera propuesto ya que nos marcháramos, después de todo, creo que él tenía aún más prisa que yo en llegar con mi padre... Algún motivo tendría, pero, ¿cuál era? bueno, ya se lo preguntaría...
-¡Ohh!... Lo... lo siento...- estaba tan distraída que no me había dado cuenta de que otra persona estaba en el pasillo caminando en dirección opuesta; si se trataba de Camille (estaba segura de que no sería Amelie, pues al salir de la habitación ella seguía durmiendo) debería retrasar mi plan para el día siguiente, ya que no quería que ella supiera que fui yo la que propuso que nos marcháramos... Aunque me trataba muy bien y siempre era muy amable, temía que pensara que era por su hija o algo por el estilo, ya que no dudaba de que se había dado cuanta de mi actitud hacia ella.
Con cuidado subí los ojos. Pero no fueron los oscuros ojos de Camille con los que los míos se encontraron, eran unos ojos azules como el cielo y el mar al mismo tiempo, eran unos ojos ya tan conocidos que al tropezarme con ellos me olvidé de la razón por la que me había levantado tan temprano, unos ojos que me hacían tan inmensamente feliz que al encontrarme de pronto tan cerca de ellos, mi respiración se había tornado inestable y tensa...
Thomas, el único ser que podía causar tales estragos en mi sin siquiera intentarlo.
Me sonrojé a tal punto que sentía mi rostro en llamas, luego traté de bajar la vista, pero no pude evitar detenerme de nuevo cuando me fijé en sus labios -curvados en ese momento en una deslumbrante sonrisa- y entonces casi olvidé hasta mi nombre.
Él soltó una risita por lo bajo, y luego sacudió la cabeza de un lado a otro.
-Vamos Beth, no hemos chocado tan fuerte- me quede extrañada ¿a qué se debía su comentario? Oh claro, yo debía hablar con él y habíamos tropezado... Me había encerrado en mi mundo interior, el mundo que mi corazón poco a poco había construido con los miles de pedazos rotos que de él habían quedado por las anteriores desilusiones. Quizás cuando me encontraba en aquel lugar, me abstraía tanto que mi expresión ausente debía reflejar una tal vez adolorida- Eh, ¿estás bien?- añadió al ver que no contestaba.
-¿Ah? Sí, sí. Perfectamente... Yo... Eh...- El rubor volvió a acudir. No sabía qué decir o qué hacer; no sabía siquiera en dónde me encontraba y cuál era mi nombre. Pensé que ya había superado esa etapa, que ya la cercanía de Thomas era tan común para mis sentidos que me había adecuado a la sensación de embelesamiento. Al parecer, no era así.
Me enfurecí conmigo misma. ¿Retroceder? Jamás. Siempre debíamos seguir avanzando, hasta lograr estar a milímetros de la perfección aunque ésta sea inalcanzable. Respiré profundo y sentí que un torbellino me llenaba de nuevo la mente y, aunque un poco aturdida, volví a hablar.
-Oh, lo siento. Venía un poco distraída, creo que no me he fijado que venías caminando hacia mi...- me reí, una risita nerviosa. Típico, era incapaz de contenerla.
Él también rió, bajito pero tan armoniosamente como siempre.
-Creo que lo he notado- dijo, para tomarme el pelo-. ¿Podría yo saber qué pensamientos perturbaban a mi señorita?- Hizo una profunda reverencia, y casi lo imaginé vestido como Romeo; pero luego volvió a ponerse recto y me guiñó un ojo, en ese momento me di cuenta de que tenía frente a mi al único ser que podría ser más perfecto que el mismo Romeo, o que el mejor de los príncipes. De acuerdo, quizás no fuera un príncipe, pero sin lugar a dudas era el absoluto gobernante de mi corazón. Y acababa de decir que yo era "su señorita"...
"Vamos Beth, seguro fue parte de la broma" esa tediosa voz en mi mente rompió de nuevo todas mis ilusiones; pero estaba en lo cierto, debía ser parte de la broma.
Me reí, y también hice una ligera reverencia tomando ambos bordes de mi vestido.
-Pues debo decir que son asuntos muy complicados que me temo tendré que discutir con el caballero- le sonreí y él hizo lo mismo.
-¿De verdad? Yo también venía a comentarte algo muy importante...- su tono había vuelto a la normalidad, y por primera vez desde que lo conocí creí atisbar un poco de duda en el tono de su voz mientras posaba sus hermosísimos ojos en el suelo... ¿Querría quizás decirme lo que sentía? ¿Sería eso? Rechacé la idea de plano, y me convencí a mi misma de que me había imaginado que titubeaba al hablar y que bajaba la vista- Pero... Tu primero.
-De acuerdo. Eh, Thomas... Quería que habláramos sobre el tiempo que estamos perdiendo aquí... Me parece que sería buena idea marcharnos lo más pronto posible para así poder llegar antes a Suiza. No se si estés de acuerdo, pero creo que nos pasamos un poco tomando tanto tiempo de vacaciones...
Parecía sorprendido, pero luego su expresión cambió a algo así como... ¿decepción? esta vez estuve segura de que no lo había imaginado. Rápidamente compuso una mal fingida sonrisa.
-Yo....- tosió un poco, y posó la mirada en una pared- claro, también quería hablar sobre eso. Y estoy de acuerdo, la verdad era que no había querido comentar nada porque supuse que no querías marcharte...
-Bueno, entonces, ¡perfecto! Podemos salir en algo así como... ¿Dos días?
-Está bien... Eh, tenía otra cosa que decirte... Yo...- Nunca lo había visto tan nervioso, no me miraba a los ojos y casi estaba segura de que sus mejillas estaban un poco coloradas (aunque fuera sólo un poquito)
Mi corazón se aceleró... ¿Qué lo tendría tan nervioso? Algo tenía que decirme y se notaba a leguas que le costaba demasiado.
-¿Sí?- pregunté confundida.
-Pues, Elizabeth yo...
En ese preciso instante Matt salió de la habitación bostezando muy fuerte y estirándose. Me sobresalté, y entonces me di cuenta de que nos habíamos ido acercando el uno al otro mientras hablábamos... Mi nariz estaba casi rozando la suya y en ese instante di un paso atrás para que Matt no notara nada.
Pero era muy tarde, había vuelto a poner los ojos en blanco, pero segundos después sonrió y dijo:
-¿Ya? ¿Por fin? Pues era hora, déjenme decirles que ya estaba pensando en tomar cartas en el asunto...
Pero en ese momento se calló, pues había notado mi expresión extrañada y esta vez mirando a Thomas (que también se había alejado y tenia una extraña mueca de frustración), dijo:
-Oh... Creo que acabo de interrumpir algo... Ejem, pues, adiós- y se fue sonriendo pero un poco avergonzado.
¿Realmente había interrumpido algo? Oh vamos, seguramente era Matt con otra de sus bromas, seguramente sólo estaba tratando de mortificarnos... ¿o no?
-¿A qué se refería?- lo dije a la ligera, como si no me importara; pero la verdad era que por dentro ardía en deseos de saber qué había querido decir Matt.
-Oh, no le prestes atención. Ya conoces a Matt, siempre bromeando- se había puesto tan nervioso que sin ninguna dificultad pude notar cómo su frente se perlaba por el sudor. No era nada normal ver a Thomas nervioso: ni siquiera en las terribles situaciones que habíamos tenido que vivir había notado en él la mínima gota de nervios, o quizás si... De pronto recordé una noche en la cueva, mientras yo lo observaba dormir y él de pronto había susurrado mi nombre en sueños. Cuando traté de preguntarle se había puesto muy nervioso y no contestó... ¿Sería que yo había estado en lo cierto y me ocultaba algo? Estuve a punto de preguntárselo, pero luego pensé que quizás no estaba en lo cierto, y si proponía tal idea me vería como una completa idiota. No, no era buena idea sacar a relucir el tema, por lo menos no en aquél momento. Se notaba que estaba presionado, así que para aligerar un poco el ambiente, sugerí:
-Bueno, entonces bajemos a desayunar que la verdad estoy un poco hambrienta-le sonreí y él hizo lo mismo, pero me pareció que era a su pesar.
-Claro... vamos- yo di unos pasos, pero él no se movió un milímetro de su sitio. Ya casi había alcanzado las escaleras, pero él seguía sin hacer ademán de caminar; cuando estaba a punto de darme vuelta para llamarlo, sentí que alguien me tomaba del brazo, y luego oí la melodiosa voz de Thomas que me decía:-. Espera, yo... tengo que decirte algo...- Subió los ojos al techo y los apretó muy fuerte mientras murmuraba entre dientes "vamos, no puede ser tan difícil", bajó de nuevo la mirada y posó sus ojos en los míos- Elizabeth yo...
Pero Amelie acababa de llegar a las escaleras, y aunque al vernos trató de alejarse un poco, Thomas notó su presencia y muy bajito me susurró: luego.
-Buenos días- dijo dirigiéndose a Amelie y sonriendo-. ¿Nos acompañas a desayunar?
-Eh... Claro...- ella también estaba confundida, pero no tanto como yo. No quería moverme de mi sitio y si no hubiera sido porque Amelie estaba allí estaba segura de que le hubiera exigido a Thomas una explicación.
¿Se dan cuenta de lo ridículo de la situación? De un momento a otro le había dicho a Thomas que quería marcharme, y aunque él no parecía esperar que yo dijera eso se mostró de acuerdo; después volvió a intentar decirme algo que, aunque creía que tenía una idea bastante aproximada, me negaba a aceptar, pero en el momento en que había estado a punto de decírmelo llega Matt diciendo cosas que me confundieron aún más. Traté de compensarlo haciéndome la desentendida, pero aunque al principio también él había hecho lo mismo, me detuvo y en ese momento llegó Amelie...
Lo miraba fijamente, ni siquiera tenía intención de saludar a Amelie; mi mente estaba sobrecargada, pues habían pasado un montón de cosas de las que entendía menos de la mitad.
-Eh, sí. Vamos a desayunar- dijo Amelie muy tranquila.
Ellos bajaron primero y yo no quise moverme hasta que Thomas volteó para llamarme. En ese momento pasó algo muy extraño: Amelie se acerco un poco más a Thomas y muy bajito (aunque pude entender a la perfección) susurró: ¿ya?. A lo que él contesto: casi.
Oh vamos, ¿es que no se cansarían de confundirme? Pero en ese momento el terrible peso de la realidad cayó sobre mi cabeza, o más bien mi corazón.
Thomas amaba a Amelie, y había tratado de decírmelo... ¿Acaso era eso lo que lo traía tan nervioso? Era lógico que le costara decirlo pues, seguramente se habría dado cuenta de lo que sentía por él. Una vez me había dicho que me quería, peor eso no significaba que también me amara y entre querer y amar había una enorme diferencia.
Sentí como si alguien atara hilos en mis piernas y brazos, y luego me movieran escaleras abajo como a un enorme y patético títere.
Ya en en piso de abajo, Thomas trató de acercarse a mi, pero yo no aceptaría su lástima y siempre que intentaba hablarme me iba derecho con Matt, para que él notara que yo no lo necesitaba.
El día transcurrió lento, y cuando Camille se levantó y nos hizo el desayuno yo seguía taciturna, como si hubiera muerto en vida.
¿Reacción exagerada? quizás, pero no me importaba. Había estado tan segura de que teníamos que estar juntos... De que él era para mi... Casi estaba segura de que las miles de trabas que nos había puesto la vida (ambos habíamos sufrido bastante y de diferentes maneras) eran sólo el precio que tendríamos que pagar -tal como lo había pensado en el tren- para que pudiéramos ser felices a plenitud; pues creí que lo nuestro era tan especial que nadie podría ser más feliz que yo en el mundo entero, y entonces hasta acepté que hubiera tenido que sufrir más que el promedio sólo para ahora poder estar con Thomas... Pero qué equivocada estaba.
"Por el amor del cielo Elizabeth, ni siquiera estas segura de que sea lo que piensas, ¿por qué no hablas con él? Podrías dejar de lado tu inseguridad y celos aunque fuera por un segundo? No te pongas dramática." Una parte de mi, y quizás la más racional, seguía repitiéndome esto constantemente; pero la misma inseguridad que me mencionaba era la que no me permitía aceptar sus palabras.
Durante todo el día Thomas había estado tratando de buscar el momento propicio para hablar conmigo a solas, aunque a mi orgullo no me permitiría escuchar lo que yo creía que ya sabía, y entonces lo evitaba.
No almorcé, y cuando Amelie me preguntó si tenía hambre casi la saco a gritos de su propia habitación, aunque me contuve y me conformé con un: "no me siento muy bien".
A la hora de la cena estaba tan hambrienta que casi me dolía, pero no podía permitirme comer, pues ese dolor mitigaba a uno mil veces más fuerte que sentía ahora en mi zona más débil: mi corazón. Esta vez nadie me preguntó si tenía hambre, y lo agradecí, pues no tenía ganas de ver a nadie en ese momento.
Para mi sorpresa, no lloré. No permití que una sola de las miles de lágrimas que clamaban por salir como una cascada de dolor traspasara la represa que había construido la vida para mi detrás de mis párpados. ¿Debía estar enojada con Thomas? Claro que no, no era su culpa. Era sólo mía, por haberme ilusionado y por haber creído en algo que jamás fue...
Las palabras son cosas hermosas, con ellas damos alas a la imaginación y, más hermoso aún es lo que el ser humano ha logrado con ellas. Las palabras nunca están de más, pero aunque algunas veces necesitamos a gritos exclamar lo que sentimos ¿alguna palabra sale de nosotros si sabemos que con ello lastimaríamos a un ser querido? Nunca.
Después de todo, ¿qué importa uno mismo cuando sabes que las personas a las que amas son felices? Thomas podría ser feliz con Amelie, y eso era lo que yo quería para él: felicidad. Palabras, palabras. Las palabras sobran para expresar lo que seguía sintiendo por Thomas, un ser que irónicamente me había conquistado sin usar una sola de ellas, pues, ¿se podía llamar palabras a el intercambio de..? ¿qué? no sabía siquiera qué intercambiaban nuestros ojos en sus eternas charlas; pero de algo estaba segura: no eran palabras. Era pura sinceridad, sinceridad que ahora creía olvidada. En ese momento pensé que quizás fuera mi culpa que Thomas quisiera ahora a Amelie, ya que miles de veces me había lanzado las más explícitas de las indirectas, tratando de usar palabras, pues creyó de que con los ojos para mí no sería suficiente, aunque se equivocaba, pues me sobraba sólo con eso pero muy tarde había logrado entenderlo y miles de veces me había hecho la desentendida pensando que podría estar malinterpretando lo que decía. Debí hacer caso a mi corazón; debí aceptar que la manera de hablar que habían desarrollado nuestras miradas sólo podía significar que había entre nosotros algo importante, algo especial. ¿Podría yo recuperar aquello? Y aquí es donde entran de nuevo las palabras en escena, pues sólo con ellas podría solucionar o al menos por fin entender lo que creía sentir sentir o lo que todavía sentía pues, si de algo estaba segura era de que jamás me enamoraría de nadie como lo había hecho de Thomas...
Hablaría con él. No dejaría que de nuevo mi ridícula inseguridad fuera la razón de mi desgracia; ¿no había sido suficiente estar en un tren a punto de morir y hacer la más cierta de las reflexiones para poder dejar de lado esa asquerosa inseguridad? Hasta eso, que era algo que no podía tener réplicas, había logrado desacreditar por no tener pruebas de que fuera cierto. Necesitaba tanto estar segura de que Thomas me amaba que no me di cuenta de que -sin palabras- me lo decía casi a gritos. Creo que para mi era importante ver para poder creer, y qué equivocada estaba... Sólo hay que seguir al corazón y yo no lo había hecho y ahora me arrepentía sobremanera.
Estaba decidido ¿Elizabeth Donovan, insegura? Nunca más. Bajaría, comería algo y luego hablaría con Thomas, no había otra manera. Si eso no funcionaba, me conformaría con tenerlo al menos como un amigo, pues sería ridículo enfadarme con él por algo que había sido totalmente culpa mía.
"Dramática. Dices que no serás de nuevo insegura y ¿no te das cuenta de que quizás ni siquiera estés en lo cierto? Es la inseguridad la que te llevó a esto." Esa voz. Esa voz a la que tanto había ignorado era a la que debí hacer caso desde el principio. La voz del corazón.
Me levanté, respiré profundo y en voz alta dije:
-De acuerdo, no seré insegura. Quizás me equivoqué, bajaré como si nada hubiera pasado y hablaré con él...
Estaba a punto de salir, y entonces Amelie entró en la habitación.
-Eh ¿estás mejor? Abajo todavía hay comida... Si quieres bajar...
Hasta mis celos desaparecieron, después de todo ¿de qué servían?
-Sí, sí. Mucho mejor- sonreí.
Ella se dio la vuelta para marcharse, pero yo la detuve y le dije:
-Amelie, lamento haberme comportado grosera contigo, es que... no lo sé, puedo ser un poco
celosa...- ahí estaba, di mi primer paso para vencer a esa constante inseguridad.
Se dio la vuelta lentamente y se paró frente a mi.
-¿Celosa? Pero, no comprendo ¿de qué?- Parecía sinceramente confundida.
-Pues no lo sé, soy un poco tonta. Quizás sea por Tho...- pero me interrumpió.
-Oh vamos, no comprendo qué tendrías que envidiarme. Tienes frente a ti la mejor de las aventuras y lo mejor es que la vives junto a un hombre que te ama ciegamente. Thomas esta loco por ti, no entiendo como puedes no verlo- un momento ¿qué? hasta donde yo tenía entendido, ella pensaba que Thomas y yo éramos algo así como novios y después de todo, si estaba diciendo esto significaba que entre ellos no había nada. Sí, el corazón no se equivoca, yo era una dramática.
¿Y qué estaba diciendo? ¿que me amaba? Inseguridad, haste a un lado que ahora no tienes lugar en mi, debía preguntarle. Ella me sonrió, y luego agregó:
-Si he estado hablando tanto con Thomas a solas es porque él me ha pedido que lo ayude. Por lo que me ha contado es un hombre valiente, y cuando está contigo sigue siéndolo, pero cuando trata de decirte lo que siente es mas cobarde que un pequeño ratón. Oh, y por lo que tengo entendido tu no se lo haces muy fácil ¿eh?- rió bajito y me dedicó una mirada de entendimiento-. No te preocupes, es difícil aceptar que uno es amado. Pero ya es hora de que tu lo hagas, teníamos un plan ¿sabes? Esta mañana debía decírtelo pero creo que no ha funcionado muy bien.
No pude evitar reír.
-Sí, creo que no ha sido un éxito.
Me sentía el ser más estúpido, y sólo había necesitado medio día de desesperación para entender lo patético de mi comportamiento. De nuevo, todo había sido muy rápido y... precipitado. Seguro sería una acción del destino, una vez más.
-Vamos, deberías hablar con él. Ya no sabe ni qué hacer...
-Sí, creo que eso haré... Muchísimas gracias, se que he sido una idiota ¿podrías disculparme?
-Vamos no te preocupes, el amor nos trae locos a todos. Me encantaría que pudiéramos ser amigas.
Caminé hacia ella y la abracé fuerte... Después de todo lo que había pensado de ella, y le debía tanto...
-Eso no lo dudes... Creo que... Iré a hablar con él...

domingo, 29 de agosto de 2010

Estoy de vuelta!!!

Holaa!! jajaj no se imaginan cuanto extrañé escribir... Jajaj bueno, muchísimas gracias a todas las que me desearon suerte en el viaje. Me fue GENIALL!! Bueno, no tenía pensado hacer esta entrada, pero tengo algo que comentarles... Me encantó todos los comentarios que hubo en la última entrada, aunque a decir verdad lo que quiero saber es lo que piensan de la historia :( por favor díganme lo que piensaaann!!!! Si no, creo que quizás tendré que publicar capítulo cada 17 días para que así logre que comenten... Bueno, díganme lo que piensan please!! y hagamos algo, si están de acuerdo conmigo pero no quieren que pase tanto tiempo entre capítulo y capítulo, pongan: me gusta^^. Si me dan la razón, pongan: interesante. Y si no les importa lo que estoy diciendo: no me agrada.
Tampoco dejen de comentar en esta entrada diciéndome lo que creen!
Muchas gracias a todas por el apoyo!! Y porfis no abandonen mi historia :'( jaja

Un beso :D
La autora(:

lunes, 9 de agosto de 2010

Aviso =;

Holii(: Bueno, hago esta pequeña entrada para avisarles que me voy a ir de viaje unos días... La verdad no creo que pueda publicar, así que de verdad sorry por el abandono xD Será unos pocos días, el 28 estoy de vuelta :D Trataré de publicar bastante cuando vuelva para compensar jaja
Espero que el tiempo que el blog este, por así decirlo, "inactivo" les de tiempo a los que quieran de ponerse al día con la historia y de dejar comentarios!
Por favor: DEJEN COMENTARIOSS!!!
De verdad me desanima bastante que la mayoría no me deje su opinión...
También voten en la encuesta, así puedo saber lo que piensan sobre la historia en general, lo que tambn es muy muy importante:)
En fin, espero que no dejen olvidada mi historia :( jaja
Los capítulos que vienen serán muy interesantes, EL PRIMER BESO SE ACERCA *-* jaja pero vendrá con algo totalmente inesperado que a mi parecer le dará un giro en 180° a la historia^^ No se lo pierdan!! :D

Un beso, y disculpen por las molestias
La autora(:

jueves, 5 de agosto de 2010

Cap. 32 Volver a la rutina

Me sentí de nuevo en casa. Todos comíamos en la pequeña mesa de la cocina mientras alegres charlas inundaban el espacio. La noche anterior fue... algo incómoda, a decir verdad. Amelie era una persona totalmente amable, y me había permitido dormir en su habitación y según lo que parecía lo había hecho gustosa; trató de conversar conmigo cuando ya estábamos sólo las dos en su alcoba pero yo, en un ataque de necedad, me empeñé en decir que estaba muy cansada y necesitaba dormir. Y eso no era una falsedad, por primera vez en casi una semana dormí cómoda, tranquila y sin pesadillas, algo que me agradó en sumo grado.
Camille hablaba inglés y, a diferencia de como imaginé, nuestros nombres tan obviamente ingleses no le sugirieron que quizás no habláramos su idioma. Amelie aún no había bajado, estaba tomando una ducha, y yo esperaba con notable nerviosismo su llegada. Había decidido que sería amable con ella pues, al fin y al cabo, ¿qué me había hecho? Tal vez ni siquiera estuviera tratando de coquetear con Thomas como yo imaginé, quizás él ni siquiera le interesaba y yo me estaba comportando como una persona completamente grosera y sin modales por un asunto que carecía de sentido.
En la mesita redonda que ocupaba el centro de la cocina, nos encontrábamos Thomas -sentado a mi lado-, Matt, Camille y yo. La charla era amena, y Camille nos contaba que su marido también era inglés, y aunque ella hubiera nacido en Francia y viviera en dicho sitio, aprendió a hablar inglés porque al parecer a Robert, su esposo, le pareció que era algo muy útil saber más de un idioma (lo cual era totalmente cierto, y ¿qué mejor ejemplo que Thomas?).
Con Thomas a mi lado me resultaba más fácil pensar en tratar bien a Amelie, y para reforzar esa extraña fortaleza que sentía a su lado, me recosté de su hombro tomando su brazo.
Camille nos miró suspicaz.
-Hacen una hermosa pareja- dijo sonriendo sinceramente. El rubor acudió a mis mejillas y yo comencé a replicar:
-Eh, nosotros no...
Pero no pude terminar, pues Thomas me besó la frente y le dedicó a Camille una sonrisa radiante.
Con el rabillo del ojo, pude ver a Matt poniendo los ojos en blanco. Me reí para mis adentros.
¿Qué significaba aquello? ¿Para Thomas éramos eso, una hermosa pareja? Él no había dicho que sí... pero tampoco lo había negado. ¿Sería acaso porque creía innecesario darle a Camille complicadas explicaciones acerca de lo que 'éramos'? Al fin y al cabo ¿qué era yo para Thomas?
"Rayos, creí que habíamos pasado la etapa de las indirectas" pensé desesperada, pero luego Thomas posó sus ojos en mi y me miró con ternura. Como era lógico, todo rastro de desesperación desapareció al instante.
Sentí la extraña necesidad de hundirme en su mirada, como si mi corazón exigiera que le comunicaran lo que sentía su otra parte, la parte de mi que él poseía, y hubiera encomendado a mis ojos sonsacarle aquella información a los suyos, azules y profundos...
De pronto me vi trasladada del mundo real hacia el iris de los ojos de mi acompañante, y mis oídos se inundaron del sonido que producía su corazón al comunicarle al mio lo que sea que tuviera que decir, pues, por supuesto yo no lo entendí.
-¡Buenos días! ¿Cómo están todos hoy?- una aguda voz me tomó sin ninguna sutileza de mi lugar feliz, de mi paraíso y me obligó con brusquedad a poner de nuevo los pies en la tierra...
Amelie.
Respiré profundo y cerré un instante los ojos, hice que pareciera algo natural, un pestañeo.
Me recordé a mi misma lo que había decidido: sería amable con ella, no me comportaría como el día anterior. Inconscientemente, apreté con más fuerza el brazo de Thomas y me preparé psicológicamente para contestar:
-Buenos días, ¿qué bonita mañana, verdad?- mi voz sonó varios octavos más aguda de lo normal, pero nada que no se pudiera arreglar con una sonrisa.
Me miró extrañada, obviamente acostumbrada a la habitual hostilidad.
-¡Es un hermoso día!-al parecer no iba a dejar que la sorpresa por mi cambio de ánimo le arruinara su entusiasmo.
Se sentó al lado de su madre, y le dio un beso en la mejilla. Muy pronto ella también se unió a la conversación y poco a poco la tensión se fue aligerando; hablábamos de cosas cotidianas mientras desayunábamos, y el tiempo pasó muy rápido. Camille se levantó de su asiento cuando todos hubimos terminado, y claramente orgullosa de que nadie hubiera dejado una sola migaja en el plato, se dispuso a recogerlos.
Hice ademán de ayudarla, pero ella me sonrió maternalmente, y luego de negar con la cabeza nos indicó a todos que saliéramos a la sala donde sería mucho más cómodo hablar.
-¿Y cuándo se irán?- preguntó Amelie claramente disgustada ante la perspectiva de no tener de nuevo más compañía que su madre.
-No lo sé... Quizás debamos quedarnos un par de días más para recuperar la energía. La verdad es que estamos bastante agotados, fue muy duro llegar hasta aquí- Thomas estaba sentado junto a mi en el sillón de dos puestos en el que había visto a Amelie sentada con él la noche anterior, en el sillón de el frente (de un solo puesto) se sentaba la propia Amelie, Matt había traído de la cocina una silla en donde sentarse, por lo cual todos estábamos reposando cómodamente-. La verdad me da mucha vergüenza con tu madre, le damos demasiado trabajo- continuó Thomas mientras miraba con disculpa a Amelie.
Seguía disgustándome que la mirara, pero no podía hacer nada. Seguía sintiendo que un nuevo sentimiento afloraba en mi pecho cada vez que era consciente de Thomas mirando a aquella extraña y hermosa chica que tanto me disgustaba... Me conformé con volver a reposar mi cabeza sobre su hombro, para que ella notara, o mas bien creyera, -como lo había hecho su madre-, que nosotros éramos una 'hermosa pareja'.
Para mi satisfacción, Thomas me besó en la mejilla, algo que me pareció muy extraño ya que solía hacerlo en la frente. Todo estaba saliendo perfecto.
Noté -o quizás imaginé- que Amelie se revolvía incómoda en su asiento. No volvimos a comentar nada sobre nuestra partida, y por suerte, no salió a relucir nunca el tema de nuestros orígenes -hubiéramos tenido que 'modificar la verdad' bastante y eso no sería nada agradable- y nosotros procuramos evitarlo. Matt, -como siempre- no se cansó de divertirnos con sus comiquísimas ocurrencias. Me divertí bastante, aunque no me gustara admitirlo...
Amelie me caía... ¿bien? No, era lógico que no me caía precisamente bien, tan sólo había percibido (ahora que la conocía mejor) su esencia como persona. Es decir, si no hubiera sabido que miraba a Thomas de aquella manera, podríamos ser amigas. ¿Hubiera sabido? ¿acaso yo sabía que ella se sentía atraída hacia él? No. Eso me dio aún más rabia, y sin notarlo me enfurruñé al lado de Thomas, como una niña pequeña y malcriada. Éste me miró extrañado, pero luego me abrazó fuerte contra su pecho y tuve de nuevo las ganas de continuar conversando de nuevo; simplemente porque sabía que estaba a mi lado.
La tarde avanzaba lenta, y conforme la luz mortecina de la tarde iba cambiando de nuevo a las tonalidades rosáceas del atardecer, Amelie nos ofreció de nuevo la ducha para tomar un baño y relajarnos. Había pasado tanto tiempo sin tener la posibilidad siquiera de tener en cuenta bañarme como una opción, que la marcada costumbre que me había infringido mi madre desde que era muy pequeña de bañarme todos los días casi había desaparecido.
De nuevo fui yo la primera en subir a tomar una ducha, volví a hacerlo lentamente, y al final acomodé de nuevo todos mis rizos para que se vieran perfectos. No podía evitar competir un poquito con Amelie... Me sentí avergonzada de mi misma, pero tampoco traté de evitarlo.
Bajé las escaleras y por suerte encontré a Thomas solo en el sillón -temía que Amelie se hubiera sentado a su lado- y cuando me hice visible después de pasar por el pasillo que daba al salón, él me sonrió y me ofreció de nuevo el puesto junto a él.
Cuando todos nos hubimos aseado ya era bastante tarde, así que decidimos irnos a dormir. Camille había vuelto a preparar muy amablemente un colchón para mi justo al lado de la cama de su hija; me acosté de inmediato, pues ya traía puesto el pijama y me dispuse a dormir.
Thomas me hacía sentir que no había necesidad de tener celos de nadie, pero cuando su presencia me faltaba, mi insistencia de ser amable podría flaquear. Preferí dormirme rápido antes de que ella pudiera comenzar a hablarme de cosas insulsas que no me interesaban, pero por desgracia no funcionó, y peor aún, lo que preguntó a continuación me dejó pasmada:
-¿Tienen mucho tiempo saliendo? Es decir... Tú y Thomas.
No sabía por dónde comenzar, y la mirada impaciente de Amelie me desesperaba.
-Nosotros... Eh... Lo conocí el día después a que cumplí dieciséis. ¿Tú cuántos años tienes?- estaba tan nerviosa que esta vez si se notó bastante en mi voz. Mi intento de salirme por la tangente había sido demasiado notorio...
-Tengo quince- sonrió-. Pero en julio cumplo dieciséis.
-¡Que bien!- daba pena escuchar el falso entusiasmo de mi voz.
-Si... Bueno, buenas noches.
Al parecer había notado la falsedad de mi emoción y eso la había ofendido, o tal vez se dio cuenta de que no quería hablar sobre Thomas y desistió de seguir preguntando.
-Buenos noches- respondí, y esta vez traté de que mi voz sonara enserio alegre. Me sonrió y se metió entre las sábanas de su cama (bastante más alta que mi colchón) sin volver a mencionar una sola palabra.
Estar en aquel lugar me agradaba demasiado, y para mi eso no podía suceder. Si volvía a acostumbrarme demasiado a la rutina de un día normal, con comida y la seguridad de que por la noche ahí estaría tu cama esperándote; quizás no quisiera irme.
Si lo pensaba bien, tan sólo sabiendo que estaría lejos de Thomas -porque estaba segura de que él continuaría para 'cumplir con su deber'- no me quedarían ganas de quedarme; aunque las precauciones nunca estaban de más ¿verdad?
Pensé en lo que había pasado en el desayuno: Thomas no había desmentido que estuviéramos juntos. Eso me volvía completamente loca.
Me recordé a mi misma lo que había pensado en el tren justo antes de escapar con respecto a mi destino, o lo que era lo mismo, Thomas. Supuestamente eso debería haberme dado un poco de confianza en mi misma, pero al parecer no funcionó muy bien.
Siempre pensaba en mi reflexión de aquel día, había sido para mi como un rayo de esperanza al final del túnel, como si pensando eso hubiera confirmado que ese no era mi momento de morir y que yo iba a continuar buscando a mi papá.
Suspiré. Ya no podía esperar a abrazarlo de nuevo, a sentir su cálido abrazo y su característico olor a pipa. Pensándolo bien, ya no debía oler de esa forma; pues no se encontraba en estado de fumar su pipa...
¡Oh mi pobre padre! Lo extrañaba demasiado...
Las horas pasaban y yo seguía sin dormir, pero cuando los grillos comenzaron a llenar los silencios con su hermosa melodía, mis cansados ojos ya no aguantaron un segundo más sin sueño y pronto se cerraron.
Para ser sincera hubiera preferido mantenerme despierta, pues mi subconsciente me castigó aquella noche por haberme dormido pensando en malas cosas. Extraños retazos de mi vida pasaban ante mis ojos ¿se podía llamar a eso una pesadilla? No lo creo...
No importaba demasiado, pues la misma desesperación que causaba en mi el misterioso hombre de mis sueños que se encontraba en una calle adoquinada de faroles apagados, me la habían causado mis propios recuerdos de infancia... ¿sería nostalgia? No había más explicación.

¡Cuidado! Oh, bueno, puedes ver que hará^^

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