-----------------------

miércoles, 14 de julio de 2010

Cap. 26 Y de pronto, todo salió mal...

El tren arribaría dentro de pocos minutos, yo volví a aferrarme fuertemente al brazo de Thomas sin pensar en nada que no fuera mi padre... En mi mano libre -la que no pretendía, inconcientemente, cortar la circulación del brazo de mi acompañante- sostenía tres boletos a Dijon, Bourgogne. Era lo más lejos que ese tren podría llevarnos; luego tomaríamos otro y en un par de días nos encontraríamos en Suiza.
Mi desenfrenado corazón golpeateaba contra mis costillas a una velocidad impresionante, y sentía un extraño cosquilleo en la columna que para mi era típico; pues siempre lo sentía cuando los nervios se apoderaban de mi. Matthew estaba sentado en una banca a pocos metros de nosotros, pero yo no podía sentarme, la emoción era tal que ni siquiera era capaz de moverme. Ya que Thomas estaba atado a mi por la incesante presión que mis dedos ejercían sobre su fuerte brazo, él tampoco se sentó. De cuando en cuando me miraba con expresión divertida, como si mis nervios pudiesen palparse en el aire -lo cual no dudaba que pudiera pasar- y después de un rato, delicadamente separó un poco mis manos de su brazo, pues quizás ya ni lo sentía, y luego, para mi sorpresa, en vez de soltar mi mano y dejarla colgando en mi costado, la tomó decididamente, entrelazando sus dedos con los míos...
Y entonces todo se borró. Ya no habían nervios, ya no estaba ansiosa, ya no quería que llegara ningún tren, y ni siquiera recordaba para qué debíamos tomarlo.
Lo miré con expresión adusta, y me di cuenta de que había estando mirándome todo ese tiempo para calcular mi reacción.
Sonreí tímidamente y él me devolvió la sonrisa, pero la suya era diferente, totalmente distinta. No había ningún rastro de timidez en el hermoso gesto que acababa de esbozar, sólo había, quizás, un poco de satisfacción, lo cual no comprendí de inmediato; pero luego pensé que tal vez fuera porque él estaba seguro de que soltaría su mano, y no lo hize...
Un fuerte pitido me obligó a desconectar nuestras miradas, que habían vuelto a engarzárse; y cuando miré al frente un tren escarlata y azul nos esperaba con las puertas abiertas. Los nervios volvieron, acompañados ahora de unas intensas ganas de llegar a mi destino.
-Vamos- susurró Thomas, y cuidadosemente me jaló hacia él, que ya había dado unos cuantos pasos-. ¡Vamos Matt!- repitió, esta vez en voz más alta dirigiéndose a Matthew. Los tres nos pusimos en camino y, con ayuda de Thomas, yo fui la primera en abordar. Entregué los boletos al encargado y luego los tres nos sentamos en los asientos del fondo.
Recordé cuando tomé el tren para llegar a Paris. En aquella ocasión, no había casi nadie en la estación, pero hoy (aunque no había tantas personas como podrían haber en sircunstancias normales) el número de personas era considerable.
Sentí, por primera vez en mucho tiempo, que ya no tenía nada pendiente, que había cumplido mi cometido y que ya no tendría nada de qué preocuparme, al menos en un tiempo. Dejé que todo mi cuerpo se relajara y que mi mente se despejara. Ya no tendría que caminar por las calles de Francia en plena guerra, ni tendría que rezar para poder encontrar un sitio en dónde dormir.
Si lo pensaba bien, habíamos tenido demasiada suerte. No nos cruzamos con ninguna patrulla y las calles siempre estuvieron despejadas, por no mencionar la suerte que tuvimos de dormir en una casa todas las noches; eso si había alcanzado el máximo de mis espectativas, pues para mi hubieramos tenido suerte durmiendo clandestinamente en el jardín de alguna casa.
Otro fuerte pitido cortó el aire, y con un fuerte traqueteo el tren se puso en marcha. Mi mano izquierda seguía firmemente entrelazada con la de Thomas, yo no podía evitar mirarlo, y me complació descubrir que una deslumbrante sonrisa había curvado sus perfectos labios. Bajé la vista y miré nuestras manos, él tomaba la mía con tanta delicadeza como si temiera que de un momento a otro pudiera romperme; casi como si yo fuera una muñeca de porcelana. De nuevo subí la mirada, y esta vez nuestros ojos empezaron una conversación totalmente ajena a nuestros labios; entre ellos se entendían, y no importaba que los demás se quedaran extrañados ante tan evidente conexión, pues lo único que les importaba era usar ese extraño lenguaje suyo que les permitía comunicarse y ser sinceros entre ellos sin que el resto de nosotros tuviera que enterarse.
La transparencia de los ojos de Thomas era total y absoluta, para él era imposible mentir si uno lo estaba mirando a los ojos, pues su mirada lo delataba y ponía en evidencia lo que había estado tratando de ocultar. Desde el primer momento en que nos vimos, nuestras miradas habían creado esta extraña y hermosa conexión que sólo entre ellas comprendían. Nuestros ojos era la única parte de nuestro cuerpo que admitía lo que el uno sentia por el otro, y quizás fuera precisamente porque entre ellas no se podían mentir. De pronto recordé que Matt seguía con nosotros, y me ruborizé ante la idea de que se hubiera dado cuenta de nustra manera de mirarnos, así que bajé la vista y me dediqué a mirar por la ventana. Thomas rió bajito, y de nuevo me dio un dulce beso en la frente, cómo si supiera exactamente por qué el color había acudido a mis mejillas y pensara que era una cosa insignificante.
Busqué con la mirada a Matt, pero no lo vi por ninguna parte. Thomas, adivinando de nuevo mis pensamientos, susurró a mi oído:
-Se fue a la parte delantera del tren, al parecer tiene una conversación muy entretenida con un hombre al que acaba de conocer.- volvió a reír bajito, y yo lo miré sonriente.
Apoyé mi cabeza en su hombro y la ladeé ligeramente para no dejar de mirarlo. Él también me miraba, y yo no pude evitar ponerme roja ante la infranqueable insistensia de sus ojos. Al poco rato, sin poder evitarlo, me quedé dormida; sumida en un profundo sueño en el que yo me encontraba con Thomas en casa de mi tía, ambos estábamos en los jardines, y de pronto aparecía Ricky meneando la colita; volvía a ser tan pequeño como cuando me lo regalaron, y luego de un rato de animadas conversaciones llegó mi tía, acompañada de Marie y de David. Casi olvidé que aquello era un sueño, y estuve a punto de creerme que nunca me había marchado y que seguía en casa con todos mis seres queridos. Pero la aplastante realidad no tardó en desmoronar mis ilusiones, y una irritante voz dentro de mi cabeza me recordó que lo que casi había creido era tan sólo una fantasía. Despejé mis pensamientos, aún dormida aunque no tan profundamente como antes, y me esforzé en no soñar con nada; ni siquiera con Thomas.
Muy pronto logré mi cometido, y una profunda pero deseada negrura se apoderó de mi y me llevó de nuevo a un rocóndito rincón de mi mente en donde nada me perturbaba. Mis sueños se volvieron profundos de nuevo casi al instante. Ya no tenía noción del tiempo, los minutos me parecían horas y las horas días enteros, cuando la reconfortable negrura que me había refugiado se tornó de nuevo insoportable, mi mente se dilató y pronto desperté.
Parpadeé un par de veces para acostumbrar mis ojos a la luz, y descubrí unos hermosos ojos azules mirándome a través de unas oscuras y gruesas pestañas.
-Buenos días.- susuró Thomas a mi oído, bromeando. Le sonreí ampliamente y levanté mi cabeza que aún reposaba en su hombro. A través de la ventana se veía claramenta que el día había desaparecido para dejar encargada a la noche de vigilar el universo. Titilantes estrellas iluminaban débilmente el paisaje, y la luna, redonda como un plato y de un color blanco nacarado que impresionaba, brillaba intensamente e iba moviéndose con nosotros, como si nos acompañara. El interior del tren estaba muy iluminado. Las luces artificiales eran las que me habían obligado a parpadear un poco antes de poder enfocar mejor mi visión.
-¿Y Matt?- preguunté, aún aturdida, pues acababa de despertarme.
-Se ha dormido hace un par de horas- respondió tranquilamente sin darle mucha importancia, pues su atención estaba totalmente concentrada en mi.
Miré a mi alrededor y me fijé en todos los pasajeros; sólo Thomas y yo estábamos despiertos. Debía ser muy tarde...
-¿No tienes sueño?- pregunté sorprendida. Pues él debía estar aún más cansado que yo, ya que durante todo el trayecto él había llevado a cuestas las tres pesadas maletas.
Se encogió de hombros y sonriendo me respondió:
-Me parece que me quedé hipnotizado viéndote dormir.- lo dijo como si fuera algo obvio, como si no le diera vergüenza en lo más mínimo admitir aquello. Yo, por mi parte no pude evitar ponerme roja de nuevo.
Reí por lo bajo, para disimular el ligero rubor que había acudido a mis mejillas. Pero él no lo pasó por alto, y añadió:
-Sé que ya te lo dije, pero te lo voy a repetir- guñó uno de sus hermosos ojos-. Te ves completamente hermosa cuando te ruborizas.- esta vez no apartó la vista rápidamente, sino que se quedó mirándome, esperándo una respuesta.
El color de mi rostro se hizo aún más pronunciado, y esta vez se extendió por toda mi cara.
-Pues...- murmuré tímidamente- Gracias.- no pude evitar sonreir, pero de inmediato bajé la vista.
¿Acaso no podía ser totalmente claro conmigo? No soportaría mucho tiempo aquellas perfectas indirectas suyas que yo era demasiado desconfiada para aceptar. Me permití mirarlo de nuevo, y él hizo lo mismo. Durante un rato no se escuchó nada a demás de los sonidos de los demás pasajeros al acomodarse en sus asientos o los profundos ronquidos de Matt, los minutos pasaban lentos y conforme se iban convirtiendo en horas un terrible sopor se apoderaba de mi...
Pero de pronto un terrible ruido me sobresaltó, el mismo ruido que meses atrás había oído en mi hogar en Londres cuando la enfermedad de mi madre apenas comenzaba, un ruido al que temía profundamente, un ruido que sabía que pronto me vería obligada a oír de nuevo...
Una bomba.
Segundos antes me encontraba totalmente tranquila, sin llegar siquiera a imaginar que eso pudiera ocurrir en estos momentos, pensando que con tomar aquel tran ya estaría totalmente a salvo. Todo cambió bruscamente, y lo que minutos antes había sido un perfecto momento casi romántico con Thomas se tornó en un ambiente de terror y desesperación. Todos los pasajeros se habían despertado, totalmente confundidos por aquel terrible sonido que seguramente la mayoría ya había escuchado; cuando se dieron cuenta de lo que estaba pasando y de qué había causado aquel estrépito, se levantaron mirando hacia todas direcciones en busca del avión que había arrojado esa arma letal. Nadie tardó mucho en divisarlo, pues el atronador sonido que producía al cortar el aire con su insólita velocidad alertó a todos de su posición. Cada vez volaba más cerca del suelo describiendo círculos sobre la superficie, y por un segundo se perdió de vista, aunque el sonido seguía retumbando en los oídos de cada persona que ahí se encontraba. Todo el mundo guardó silencio inmediatamente, quizás por el terror o por la impresión; lo único que se percibía era el acompasado sonido de las respiraciones, la tensión podía sentirse sin esfuerzo alguno, y la expectación tomó posesión de mi cuerpo.
De pronto, una bomba fue arrojada de nuevo; quizás a muchos metros de distancia pues ninguno podía ver aquella enorme máquina que, encomendada por el ejército enemigo, habría arrojado la pequeña pero mortal arma que desequilibraba la entereza de los pasajeros del tren, aquel terrible sonido apagó completamente al del avión, y en ese instante aunque el avión estuviera muy lejos nadie volvíó a calmarse, la impresión ya había pasado y la gente, totalmente atemorizada y a sabiendas de las terribles consecuencias que esto podría producir, no cesaba de moverse de aquí para allá, como leones enjaulados que buscaran la salida de su prisión. Una mujer gritaba sonoramente mientras sostenía en brazos a su hijo pequeño y un hombre -que debía ser su esposo- los abrazaba a ambos y miraba al vacío con expresión traumatizada. Otro hombre se había arrodillado en su asiento y rezaba en silencio, varios pasajeros lo imitaron y otros seguían mirando en todas direcciones y se tapaban la cabeza con los brazos mientras gritaban improperios, como si esperaran que una bomba fuera a caerles encima y así pudieran evitar o al menos disminuir el daño.
-Por favor, mantengan la calma. Si vuelve a caer otra bomba el tren se detendrá y tendremos que bajarnos. Estaremos más seguros escondidos en alguna cueva que aquí.- el encargado al que le había entregado los boletos apareció por la puerta que nos separaba de la cabina del conductor con la frente perlada por el sudor y expresión aterrorizada. Habló con voz mecánica, casi inhumana por el temor y cuando traté de girar la cabeza para ver en qué lugar nos encontrábamos como para que hubieran cuevas, algo me lo impidió.
Con el temor no me había dado cuenta de que Thomas me había abrazado con gesto protector, poniendo casi todo su cuerpo a mi alrededor tratando de defenderme y que había colocado su mandíbula -ya que era bastante más alto que yo- sobre mi cabeza para protegerme completamente. Ante mi brusco movimiento retiró un poco la presión para dejarme mover, pero no me soltó. A través de la ventana atisbé un paisaje rural, cubierto de maleza y con pequeñas formaciones pedregosas por todas partes. Debíamos estar pasando entre dos montañas.
Volví a fijar mi vista en el interior del tren y vi a Matt agachado en posición fetal y abrazándose las rodillas con los brazos, sin moverse siquiera, como si una fuerza extrañaa se lo impidiera. El tiempo pasaba lentamente, y cada segundo el ambiente se volvía más tenso...
Aunque el encargado había vuelto a pedir a todos que nos mantuvieramos en calma, los gritos no cesaron, y ahora el bebé que la señora cargaba en brazos lloraba desconsoladamente mientras presionaba sus deditos en el brazo de su padre que lo envolvía. Los minutos seguían pasando, y los pasajeros y el encargado no tenían más remedio que calmarse un poco; pues gastar las energías que quizás tuvieran que emplear pronto en salir corriendo hacia un refugio era una total locura. Poco a poco la gente gritaba más bajo, y los que habían estado rezando se levantaban cuidadosamente; Matt se había puesto en pie, y parecía totalmente avergonzado por su reacción. El ambiente comenzaba a calmarse, aunque la tensión no desapareció.
De pronto el un silencio pesado se apoderó de la atmósfera, y cuando ya todos nos considerábamos salvados -pues había pasado bastante tiempo desde que se coló por las pardes metálicas del tren el sonido atronador de la bomba- así sin más, el avión reapareció en el horizonte y el desgarrador sonido aturdió cada una de las mentes que tuvieron el infortunio de escucharlo, pero no arrojó nada. Se alejó de nuevo, y esta vez la gente demasiado impactada y en estado de shock, y tal vez también demasiado cansada y con las gargantas ardiendo de tanto gritar, no se movió ni un milímetro. Sentí que habían pasado años desde que estaba tranquilamente sentada al lado de Thomas. Él me había soltado, pero sostuvo fuertemente su brazo alrededor de mi cintura empujándome hacia él. Ambos nos sentamos y yo traté de respirar profundo.. "El avión se fue, ya todo pasó" me repetí una y otra vez tratando de convencerme, pues ni yo misma me lo creía.
-¿Crees que vuel...?- pero mis palabras quedaron ahogadas por otro fuerte estruendo, el avión había vuelto, ya no hacía falta preguntarle a Thomas si creía que volvería...
Lo que no me esperaba fue el terrible sonido que acompañó a la reaparición del avión: la tercera bomba volvió a caer, y esa era la señal para que se detuviera el tren y todos tuvieramos que escapar.
Tomas se agazapó hacia mi y volvió a cubrirme con su abrazo protector, y fingiendo tranquilidad miró de nuevo al encargado, esperando sus instrucciones. Yo no lo podía creer, nada había pasado en nuestro trayecto hasta acá, donde era infinitamente más posible que algo terrible nos aconteciera, pero justo cuando pensaba que todo estaba terminando, que nos encontrabamos en la recta final, de pronto, todo salió mal...

5 motivos para escribir(::

Bren dijo...

Pobre Elizabeth!!! Lo bno es que esta acompañada de Thomas qe siempre la cuidara!!!
Ame el capi!! :P
espero por el proximo

Mary(: dijo...

jajaj aww gracias(: jaja bueno, creo que lo modificare un poco xq vi errores:D jaja gracias x tu apoyo linda(:

Mary(: dijo...

jaja bueno, capitulo modifcada y mejorado(: leanlo de nuevo :D

Shadow of the Dark dijo...

Hola!
Gracias por pasarte por mi blog :)
Me encanta tu historia!
Te sigo y te afilio!!
Publica pronto
Shadow

Ariusk dijo...

Ahhh nena q cosas de verdad bueno no todo puede ser color de rosa ahora a ver q les depara a estos tres!! sigo leyendo!!

Publicar un comentario

Hola(: comenta lo que quieras, tu opinión siempre será importante y tomada en cuenta :D

¡Cuidado! Oh, bueno, puedes ver que hará^^

El botón que no hace nada El botón que no hace nada
free counters
IBSN: Internet Blog Serial Number 263-10-16-248