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viernes, 30 de julio de 2010

Cap. 30 "Todo es cuestión de confianza"

-Thomas, esto es una locura. ¿Cómo lograremos pasar sin que nos vean? Yo creo que deberíamos...- no pude terminar la frase, pues él había puesto su dedo índice sobre mis labios, logrando que mi corazón se desbocara y mis pensamientos se desordenaran. El pánico que me invadía segundos atrás se disipó de inmediato y lo único que pude hacer fue poner cara de pocos amigos para que él no notara el efecto que tenía su roce sobre mi entereza y mi cordura.
Se acercó mucho a mi, tanto que podía sentir su respiración en la piel de mis mejillas -ahora sonrojada- y, sin poder escapar de la intensidad de su mirada, hasta la bien formada máscara de amargura que me había formado hacía unos momentos me pareció algo ridículo.
Fijó sus eternos ojos en los míos, y muy bajito musitó:
-Nada va a pasar. Confía en mi, por favor. ¿O es que acaso crees que los hubiera retenido aquí si no tuviera un plan de escape?- una hermosa sonrisa le iluminó el semblante y con el dorso de la mano acarició mi mejilla- Vamos Beth, un poco de confianza.
La espesa niebla de su cercanía nublaba mis pensamientos, y no me dejaba concentrarme para poner en orden mis ideas y exponer mi argumento. Me alejé un paso y miré alrededor: todos los rostros que ya eran tan conocidos para mi estaban allí, sin prestarnos atención y mirando fijamente a la entrada de la cueva, esperando que los ayudaran a bajar; sólo un anciano permanecía sentado, pues nuestra estadía en aquel lugar lo había debilitado significativamente.
Matthew estaba a mi lado, y miraba el entorno con los ojos como platos, aún en estado de shock.
Mi mente se despejó cuando me encontré ya mas lejos de Thomas, y entonces comenzó a pensar a toda máquina. Thomas tenía un plan ¿sería realmente efectivo? Debía serlo, llevaba días planeando lo que estaba por suceder si lo que me dijo era cierto... Cerré con fuerza los ojos, tomé una bocanada de aire y me planté de nuevo al lado de el único ser que lograba producir tal efecto en mi persona con tan sólo mirarme de la manera tan... no había manera para describir su mirada. Ni el más romántico de los poetas hubiera podido poner en palabras lo que yo sentía cuando me miraba, o cuando su aliento me rozaba la piel, cuando lo sentía a mi lado tomando mi mano, cuando su melodiosa voz inundaba mis oídos con la dulce armonía del coro de mil pajarillos... Cuando mi corazón latía desesperado por alcanzar a la parte que por tanto tiempo le había faltado, sabiendo que estaba tan cerca y al mismo tiempo tan lejos...
En fin, volví a sacudir esos pensamientos de mi cabeza, ya que hubiera podido pasar horas pensando en lo que me sentía cuando Thomas estaba cerca. Lo miré a los ojos y con la voz más segura que pude improvisar le dije:
-Bueno, si tienes un plan...- la firmeza que le había impreso a mi voz se quebró cuando las voces de los rescatistas se oyeron más cercanas, los nervios se adueñaron de mi logrando de nuevo que mi mente se desordenara, con la simple diferencia de que la vez anterior había sido algo dulce, tierno; y esta vez era sólo pánico lo que impulsaba mi corazón a latir cada vez más rápido- Thomas, están cerca. ¿Qué hacemos?- lo que había estado a punto de decir al principio se me olvidó por completo, sólo pude preguntar aquello antes de entrar en completo estado de pánico. Mi voz era un susurro, pero la de él sonó completamente segura cuando con tono calmado habló bajo para que sólo Matt y yo pudiéramos oírle.
-De acuerdo, llegó el momento. Debemos ir hasta el final de la cueva y pegarnos mucho a la pared, desde la entrada no se verá nada y estoy casi seguro de que ellos no entraran, la gente caminará para salir y ellos los ayudarán a bajar por la pendiente.
-¿Ese es tu brillante plan? Por el amor del cielo Thomas, eso no funcionará. Sería mejor idea bajar con los demás y correr cuando no estén mirando ¿no te parece?- me impresionó y a la vez me alegró, oír de nuevo la voz de Matt sin ningún dejo de amargura y con su típico tono sarcástico impregnando cada palabra, no pude evitar sonreír, aunque la sonrisa desapareció instantáneamente cuando una voz de hombre sonó desde muy cerca "Vamos muchachos, casi llegamos". Ya casi estaban arriba...
Aunque Matt tenía razón en cuanto a que lo que estábamos a punto de hacer muy posiblemente no funcionaría, me parecía más factible esperar escondidos que echar a correr. Tenía muchísima hambre y me sentía muy débil para salir corriendo hacia yo no sé donde.
-Matt, hace cuanto tiempo que no usas las piernas como es debido. ¿Te crees capaz de correr tal distancia?- Thomas no esperó a que le respondieran, y sonriendo burlonamente, agregó:- No lo creo. Vamos, debemos darnos prisa.
Matt trató de protestar, pero Thomas lo tomó de un brazo y lo arrastró hasta el final de la cueva donde había un pequeño desnivel en la pared que podría ocultarnos si nos pegábamos bastante a la parte más hundida.
-Hemos venido a llevarlos a casa. Bajen con cuidado y por favor no se desesperen ni traten de salir corriendo- la misma voz de hombre que había escuchado unos minutos antes ahora se oía desde adentro de la cueva. Ya están aquí, pensé desesperada mientras me pegaba aún más a la fría roca de la pared.
Algunos se quedaron plantados, pues no todos hablaban francés y el hombre había utilizado ese idioma al dar sus instrucciones. Los que comprendieron salieron con cuidado, ayudados por más personas que habían llegado y los que no lo hicieron al principio pronto entendieron, por el comportamiento de los demás, que debían salir de la cueva. Seguramente era algo que habían estado deseando desde hacía mucho tiempo, tanto como yo.
El plan de Thomas funcionaba a la perfección; los hombres no se adentraron en la cueva, y sólo ayudaban a los demás a bajar con cuidado. Poco a poco el lugar se fue vaciando, pero el hombre mayor al que había visto sentado mientras todos los demás se levantaron para no perderse ningún detalle, no se había movido un palmo.
-Eh, creo que ese hombre no puede levantarse- una voz nueva, también masculina, aunque más juvenil que la anterior resonó en la cueva (ahora vacía) mientras el eco de sus pasos se hacía cada vez más cercano-. Iré a ayudarlo.
Pude sentir a Thomas tensándose a mi lado, aquello no lo habíamos planeado.
Los pasos se oían cada vez más cerca, no me atreví ni siquiera a echar un vistazo temiendo que así pudieran descubrir nuestra posición. Aguanté la respiración mientras el hombre pasaba casi a nuestro lado y pude atisbar su cabello castaño mientras ayudaba al anciano a ponerse en pie mientras le pasaba un brazo por la cintura y se encargaba de sostener casi todo su peso.
Los pasos se oían cada vez más lejos, y poco a poco volví a respirar. Thomas creyó conveniente echar una rápida mirada al exterior, y pude sentir como se relajaba de nuevo mientras susurraba:
-Ya están bajando. Es mejor que permanezcamos aquí hasta que todos se hayan ido.
Nadie contestó.
Cuando por fin pudimos despegarnos de la piedra, habían pasado quizás sólo unos segundos, pero a mi me parecieron horas enteras. Miré a Thomas con ojos entornados, no podía creer en nuestra suerte; ese hombre había pasado a escasos metros de nosotros sin darse cuenta de nada.
-¿Lo ven? Todo es cuestión de confianza- dijo claramente satisfecho, aunque pude notar que su voz sonaba un poco ronca como si el temor que yo sentí tan sólo unos segundos antes también lo hubiera sentido él y aún tuviera el corazón el la garganta (tal como yo) y eso le impidiera hablar con normalidad.
-Thomas Masen, eres-un-completo-genio- dijo Matt pronunciando pausadamente cada palabra, y subiendo el tono cada vez un poco más para hacer énfasis en su comentario-. ¡Yo sabía que funcionaría!
Lanzó un puñetazo al aire y luego le dio un amigable golpe en el hombro a Thomas. Sonrió como un niño pequeño al que le hubieran dado muchos regalos por su cumpleaños. Matt era, en muchas formas, como un niño; y cada vez que lo pensaba me reía en mi fuero interno, ya que cuando ves por primera vez a aquel hombre tan fornido y amedrentador, lo menos que te imaginas es que sea tan... no lo sé, tan... ¡niño!
-¡Oh claro! "Por el amor del cielo Thomas, eso no funcionará"- citó Thomas con su voz melodiosa en un desastroso intento de imitar la grave voz de su amigo-. Claro, siempre creíste que funcionaría. Uy, cómo dudarlo- su voz era sarcástica, pero tan juguetona y animada como siempre.
-Vamos, sabes que parecía una locura. ¿qué hubieras pensado tú si te hubieran planteado un plan como ese en medio de tanta desesperación?- preguntó Matt, y aunque la pregunta fue retórica no pude evitar contestar:
-Pues, que todo es cuestión de confianza- sonreí ampliamente mientras repetía las palabras de Thomas.
-Tu tampoco te escapas, no parecías muy convencida ¿eh?- me miró con reproche, pero luego me guiñó un ojo.
Los tres reímos a coro, y luego me acerqué a Thomas para tomar su brazo entre los míos. Nos miramos un instante, y antes de que nuestras miradas empezaran una de sus interminables charlas secretas, bajé la vista. Él me besó la frente y Matt puso los ojos en blanco ante tanta melosidad.
-Vamos, ¿cuándo terminarán de admitirlo?- puso énfasis en la última palabra, ambos sabíamos qué era lo que teníamos que 'admitir' aunque nadie lo hubiera dicho en voz alta.
Me sonrojé como nunca, y de pronto comenzó a hacer mucho calor aunque justo en ese momento una fría brisa se coló por el agujero de la entrada. Yo me preguntaba exactamente lo mismo: ¿cuándo terminaríamos de admitir lo que sentíamos?
-Cierra la boca Matt- dijo Thomas cortantemente, aunque aún sin mirarlo pude imaginar una hermosa sonrisa curvándole los labios.
-"Cierra la boca Matt"- imitó este con sorna, y luego tomó una de las maletas que aún estaban en la cueva, pues nadie las había tomado. Pude reconocer la mía, apartada y pegada a la pared donde la había puesto Matthew junto a la suya y la de Thomas cuando llegamos a la cueva.
La abrió, pero al ver que sólo había ropa, volvió a cerrarla y la tiró a un lado.
-Tengo hambre. ¿Dónde escondes la comida?- preguntó dirigiéndose a Thomas.
-En mi maleta, tráela y para que todos comamos. Luego tendremos que partir.
El interpelado caminó rápido hasta el lugar que le habían señalado, y segundos después volvió con la maleta en los brazos.
Thomas la abrió con un ágil movimiento -si tomabas en cuenta que lo hizo con una sola mano, ya que la otra aún era prisionera de mi abrazo- y sacó las últimas galletas que quedaban. Las repartió entre los tres y luego se sentó, haciendo que yo me sentara a su lado.
Matt se sentó frente a nosotros, y comió su 'desayuno' con exagerada avidez. No recordaba el hambre que tenía hasta le di el primer mordisco a mi galleta. Fue un total alivio tener algo que comer.
-¿No creen que se darán cuenta de nuestra ausencia? si se lo dicen a los rescatistas ellos volverán por nosotros...- la pregunta brotó de mis labios sin estar dirigida a nadie en especial, pero mientras hablaba mis ojos escrutaban la expresión de Thomas, que seguía a mi lado comiendo sus galletas.
-Ya lo había pensado- fue él el que respondió, Matt se limitó a seguir comiendo sin prestar mucha atención-. Por eso debemos dejar la cueva lo más pronto posible, si vuelven, no nos encontrarán aquí y no creo que se dediquen a buscarnos. De todos modos, si lo hicieran, es muy poco probable que nos encuentren.
Me sonrió, y yo le devolví la sonrisa, aunque la expectativa de dejar la seguridad de la cueva no me emocionaba tanto si no estaba segura de qué pasaría ni en dónde dormiría luego.
-Bueno, debemos irnos rápido. A mi no me pueden ver los oficiales ¿y si llegaran a reconocerme?- Matthew habló con la boca llena de comida, por lo cual apenas pude entender lo que decía. Sus ojos marrones brillaron preocupados. ¿A qué se refería?
-¿Cómo que no pueden verte?- pregunté sin poder contener mi curiosidad.
-Bueno, la verdad es que soy algo así como un... fugitivo- miró un rato al espacio, y luego rectificó-. No, esa no es la palabra adecuada. Verás, no está muy bien visto desertar de la manera en que yo lo hice; si me encuentran quizás me obliguen a "brindar servicio a la nación"- dijo con voz monótona y más grave aún, la voz con que te imaginarías con que te hablaría un comandante estricto, de nuevo, no pude evitar una sonrisa- por un largo, laargo tiempo.
Se encogió de hombros como si no le diera mucha importancia. Yo, en cambio estaba totalmente impresionada.
-¿Qué piensas hacer cuando termine la guerra y debamos volver?- de nuevo, fui incapaz de reprimir mi curiosidad.
-La es que no creo que me recuerden ni que les importe. Están muy ocupados con toda esta cuestión de la Segunda Guerra Mundial y todo eso. Aunque nunca está de más tomar las debidas precauciones.
Volvió a sonreír, yo no le daba crédito a mis oídos.
Thomas me miraba, y también sonreía cuando le habló a Matthew:
-Oh Matt y no olvides que creen que estoy muerto o algo así- todo esto parecía ser un muy buen chiste para ellos, pero yo no le veía la gracia-
-¿Cómo que creen que estás muerto?- la curiosidad volvió a vencerme.
-Deben creer que tu padre y yo morimos en el tiroteo como todos los demás. Aunque eso no es de mucha importancia, ya que al volver sólo tenemos que decir la verdad. Yo llevé a tu padre a Suiza porque estaba herido, y luego vine a buscarte a ti- volvió a sonreír, pero me pareció que esta vez era a su pesar- No te preocupes, no llevan la cuenta de los pelotones que han perdido y quizás ni siquiera recuerden lo de Matt. No es algo relevante.
Me había comido las galletas inconscientemente, pero mi hambre no amainó demasiado.
Estaba huyendo a Suiza con un desertor y un hombre 'muerto' para ir a ver a mi padre que también estaba 'muerto'. Genial.
-Thomas, ¿te parece que es un buen momento para contarme todo esto?
-Técnicamente, tú preguntaste- intervino Matt.
-No quería preocuparte- Thomas lo ignoró sin ningún esfuerzo-. No es algo importante, de verdad. Las posibilidades de que esto traiga consecuencias son de una en un millón. ¿Confías en mi?
Sus ojos me miraban sinceros, y con esa mirada no se podía discutir.
-S-sí- tartamudeé-.
-Gracias- sonrió arrebatadoramente.
Volvimos a mirarnos un largo rato. ¿Acaso era posible no confiar en esos ojos?
-¿Podrían dejar de chorrear miel por los ojos? ¿Cuándo nos vamos?- Matt sonaba aburrido y exasperado. Thomas lo miró fingiendo estar enfadado, y él volteó los ojos.
-De inmediato.
-¿Ya?- pregunté. No esperé respuesta y tomé mi maleta. Antes de tomar el tren había puesto mi bolso de mano adentro. Lo saqué y sopesé la posibilidad de tomar el peine... No, no era momento.
-Grandioso. Tú llevas las maletas, yo las traje hasta aquí- dijo Matt muy contento de salir de aquel oscuro agujero.
Thomas no dijo nada, pero tomó el equipaje con un solo brazo mientras con el otro (que yo había soltado al ir por mi maleta) me rodeaba la cintura. Bajamos con precaución el intrincado y empinado camino que nos conduciría de nuevo hasta el suelo, Thomas no me soltó en ningún momento y siempre estuvo pendiente de que yo me sujetara bien a la roca. Él bajó casi sin manos, una hazaña increíble, sólo por protegerme...
Obviamente nuestro descenso fue mucho más lento que el de Matt, que nos esperaba abajo con los brazos cruzados.
Noté lo extraño que se notaba volver a utilizar las piernas, y me estiré un poco para acostumbrarme a la sensación.
-¿Y ahora?- el día estaba claro; no debían ser más de las dos de la tarde. Miré a mi alrededor: no había más que vegetación.
-Pues justo cuando dejemos atrás las montañas hay un pequeño pueblito. Ahí podemos pedirle a alguien que nos deje asearnos y pasar la noche para emprender mañana nuestro verdadero camino hacia Suiza. ¿Les parece bien?
Matt asintió, pero yo dudé y Thomas lo notó.
-¿No dijiste hace un momento que todo era cuestión de confianza? Vamos, no dejaré que te pase nada, te lo prometo- asentí sonriendo ante sus ojos, rebosantes de sinceridad.
Era imposible negarse a algo cuando te miraban así, eso le daba una ventaja bastante grande; yo era totalmente incapaz de negarme a cualquier cosa que me pidiera si concentraba en mi todo el poder de su mirada...
No le di mucha importancia, para ser sinceros, me encantaba que me mirara de esa forma; sentía que flotaba, que mi mundo era él y que eso nadie me lo podría quitar.
Me tomó la mano sacándome de mi ensoñación y nos encaminamos en la dirección contraria a la que había seguido el tren, hacia el pueblo que Thomas había visto quizás mientras yo dormía a su lado una noche hacía ya casi una semana.

3 motivos para escribir(::

Ariusk dijo...

Ajaja nena pues aqui estoy para dejarte un comentariecillo!!! Siiiiii jeje me alegra que te sirviera lo de "chorrear miel" porque es verdad son tan dulces q empalgannn!! ahhhhh aun quiero saber q era lo q Thomas soño y Eli no llego a escuchar!!!!!!! umm ojala alguno de los dos se atreve a decir algo no se un gesto mas delatador a ver si se animan jejejeje pero me encanta linda escribes muy bonito, de manera organizada y la historia es romantica e interezante!! no te desanimes!!! las cosas pasan asi pero ya tienen muchisimo talentooooo y estoy segura que pronto se te reconocera con mayor intensidad!! sigue escribiendo asi de bien y te cuidassss!!!!! Besos nena!! Feliz Domingo!!!

Mary(: dijo...

muchisimaas graciaas lindaa :D jaja bueno ya pronto vendra el primer beso *-* quizas en unos 3 capítulos(: gracias x seguir leyendo y animarme a seguir escribiendo :D Feliz domingo a ti tambn!!

Anónimo dijo...

Malu:
Me encanto que le introdujeras elementos nuevos como lo de Matt desertor y los "muertos" que no estan realmente muertos.....se pone cada vez mas interesante.
Creo que mucha gente no escribe comentarios porque seguramente les ha pasado lo que me esta pasando a mi....dice que el URL es invalido o que no es suficiente.... En fin, toma eso en cuenta.
Tu Maina ( me voy a poner como Anonima a ver si me deja)!!!

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