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martes, 1 de junio de 2010

Cap. 14 Primer encuentro

Luces, miles de brillantes luces me impedían la vista. Cerré los ojos y aguerdé un instante...
Cuando abrí mis párpados me encontré en un extraño mundo de colores y risas donde todos me miraban admirados. ¿Quienes eran? No conocía a nadie. Miré todos los rostros desesperadamente una y otra vez esperando encontrarme con una cara familiar que al verme abriera sus brazos y me dejara ampararme en su abrazo, pero no pude encontrar en aquella gente algo más que sólo adoración. Me miraban impactados, como si fuera lo mejor que jamás habían visto; lo cual fue algo que nunca comprendí.
Di vueltas y vueltas pero no reconocí a un solo ser. Comenzaba a desesperarme y de mis ojos brotaron lágrimas de rabia y frustración. ¿Dónde me encontraba? Todo aquello era realmente extraño. No podía ser un sueño, era demasiado ¿real? pero, ¿acaso podía ser real aquel mundo? La verdad, no lo creía. Pero tampoco podía ser producto de mi imaginación algo tan hermoso y único, tan brillante y colorido ¿o sí?
Me senté en el suelo, un suelo blanco como las alas de un ángel y traté de calmarme para no cometer ninguna idiotez.
"Tranquila Elizabeth, todo está bien" me repetí a mi misma sin cesar hasta que de repente, una luz iluminó el paisaje, una luz tan brillante que aún a través de mis ojos cerrados pude notar.
De inmediato abrí los párpados sobresaltada y en medio de la multitud vi por fin un rostro familiar. Y como había querido antes, me abría los brazos queriendo abrazarme.
Un aura de luz iluminaba su silueta y cuando me dirigí hacia ella tuve que entrecerrar los ojos para que la encandescente luz no me cegara.
En ese momento me di cuenta de que sí estaba soñando, si no fuera un sueño ¿cómo podría verla? Decidí dejarme llevar ahora que estaba calmada por haber descubierto que después de todo yo sí había inventado en alguna parte de mi subconciente todo aquello.
Los verdes ojos me miraban con ternura, y al acercarme me tomó en sus brazos. En aquel momento sentí tanta paz que no supe que pasó luego; yo sólo sabía que me encontraba por fin mecida en los brazos de mi madre una vez más.
De ese momento en más, mi sueño fue casi perfecto - y digo casi porque sabía que esto tendría que acabar y esas expectativas no me agradaron en lo absoluto- fue el sueño ideal.
Cuando abrí los ojos después de un largo tiempo, me di cuenta de que esas numerosas personas que había visto antes, habían desaparecido por completo sin dejar rastro o siquiera alguna prueba de que alguna vez estuvieron allí.
Sólo estabamos mi madre y yo. Mirándonos profundamente una a la otra y de cuando en cuando soltando por lo bajo una risita nerviosa.
Ahora todo al rededor de nosotras era de un blanco impecable, no había más luces (excepto, claro, la que rodeaba a mi madre) y ningún ser extraño nos podía perturbar.
-Nunca olvides, que cuando me necesites ahí estaré. Sólo tienes que buscar en tu corazón. Jamás me alejaré de ti, mi pequeña. -Oír después de tanto tiempo la voz de mi madre con tal claridad me impactó. En mi pechó sentí un nudo y el corazón se me encogió hasta el punto de dejarme sin aliento. Lo último que me esperaba era tan elocuente comentario. No pude evitar que mis mejillas se empaparan de lágrimas de tristeza.
Recordé las lágrimas que creí que brotaron de los ojos de mi tía al verme con el vestido de mi madre: lágrimas que sólo salen de tus ojos cuando el dolor agudo de los recuerdos impregna cada gota cristalina de tristeza y añoranza.
Sabía que había muchas maneras de llorar y quizás también muchos tipos de lágrimas para hacerlo, pero yo nunca había llorado de aquel modo y con esta clase de lágrimas. Jamás.
Fue una sensación extraña. No era desagradable, pero tampoco maravillosa.
Mi madre no dijo más nada durante el tiempo que duró mi sueño, así que poco a poco esas lágrimas dejaron de enmohecer mis pestañas.
Nos miramos largo rato. Fue uno de los sueños más largos que nunca tuve.
De repente, y sin previo aviso, la figura de mi mamá empezó a perder nitidez en los bordes, y así poco a poco fue desapareciendo hasta que me encontré de nuevo sola y desesperada en aquel extraño lugar.
No, esta vez no dejaría que mi propia conciencia me hiciera sentir miserable. Yo me mendaba, ese era mi sueño y podía hacer lo que quisiera con él.
Despertaría en cuanto yo lo deseara, pero aún me sentía muy cansada para hacerlo; así que forzé todo el poder de mi imaginación y pensé en una mullida cama. De pronto, como por arte de magia ahí estaba.
Satisfecha de mi misma me recosté en ella y me quede dormida, en sueños...
Desperté.
¡Qué hermoso sueño el que había tenido aquella noche! A pesar de todo lo malo, fue realmente bello.
Por muy extraño que pareciera todavía estaba muy cansada, aunque por lo brillante del día imaginé que ya era tarde. Me desperezé un poco y miré a mi alrededor en busca de Ricky.
Mi pobre mascota estaba parada frente a la puerta de mi habitación, que permanecía cerrada. En sus ojos noté la desesperación y las ansias de salir que estaba guardando quizás desde muy temprano en la mañana. Antes de ir al baño a lavarme el rostro y a cambiarme lo dejé salir. Tal era su desesperación que ni siquiera se dignó a saludarme, pero no le di mucha importancia; pobre de Ricky, tal vez llevaba horas ahí esperando a que alguien abriera esa puerta para que él pudiera salir disparado al jardín a jugar con las mariposas o lo que sea que se le antojara.
Caminé despacio hasta el baño soltando en el camino algunos bostezos. No quise mirarme en el espejo, ya que sabía la clase de "sofisticado" peinado que tenía: cada mechón de cabello en un sitio equivocado y posiblemente unos gigantes nudos que luego tendría que desenredar.
Lavé mi cara y tomé un cepillo para comenzar con la ardua tarea de arreglar el nido de aves en el que se había convertido mi dorada cabellera.
Cuando por fin terminé, parecía que mis bucles hubieran estado siempre en su lugar, como si nada hubiera pasado y como si ningun pajarraco hubiera querido poner sus huevos en mi cráneo.
Salí del baño y abrí el closet. Escojí el vestido turquesa que había querido ponerme en mi primer dá aquí. Por alguna extraña razón, jamás lo había usado.
Ya lista, me dispuse a tender mi cama, pero de repente mi estómago gruño causando un sonido extraño y aterrador.
Debía desayunar antes de hacer cualquier cosa o si no, me daría un desmayo por el hambre. Me dirigí despacio a la planta baja, pisando con cuidado cada uno de los escalones y tratando de no tropezar por el sueño.
Sólo por costumbre me dirigí a la puerta principal para recoger la leche (que ya no estaba, pues era muy tarde y quizás Marie la había recogido). Ýa que no había nada que recoger, cerré la puerta y cuando estaba llegando a la cocina el timbre sonó...
¿Quién sería? No tenía la menor idea... No esperabamos más visitas que yo supiera.
Giré en redondo y fui a abrir la puerta, de nuevo. Con la caminata ya casi no tenía sueño, pero el hambre no se había ido y yo realmente deseaba comer lo que sea que Marie me hubiese preparado. ¿Quién rayos me estaría impidiendo comer?
Abrí la puerta y quedé totalmente impactada...
Un joven realmente apuesto y con una sonrisa desgarradora me miraba desde el umbral. Abrí mucho los ojos por la impresión y él me miró extrañado y quizas algo divetido de mi reacción. Su pelo negro azabache brillaba a la luz del sol y sus ojos azules eran... perfectamente azules. Alto y de tez pálida me miraba aún extrañado. De pronto ya no tenía ni hambre ni sueño, mi mente estaba ocupada en una sola cosa, bueno, no en una cosa cualquiera, en esa cosa. Era totalmente perfecto, los hoyuelos en sus mejillas hacían notar que quizás fuera tierno. Su desordenado pero lacio pelo negro cubría su frente y debajo de las pobladas cejas estaban sus ojos... No podía dejar de mirarlo a los ojos. Era un azul en el que podías hundirte, claro en el centro y mas oscuro al rededor. Había algo familiar en ellos que yo no lograba descubrir. Carraspeó un par de vezces y me hizo salir de mi estado de shok. Ya que estaba demasiado ocupada observando su rostro no me había dado cuenta de que venía vestido de soldado... ¡Ohh no! ¿Que habrá pasado? ¿Tendría acaso algo que ver con mi... con mi... papá?
-Buenos días, imagino que será usted la señorita Donovan.
-Elizabeth- le corregí con una amplía sorisa. Me miró y también sonrió.
-Mi nombre es Thomas. He venido desde Suiza a traerle un recado de su padre.- de su espalda sacó un sobre y sentí que se me deshilachaba el alma. ¡Mi padre estaba vivo! ¡Qué dicha!
-¿M-mi pa-padre?- tartamudeé por la sorpresa.
-Si señorita, lamento la tardanza pero es un largo camino. Y en tiempos de guerra es dificil llegar.
En ese momento sus ojos brillaron de sinceridad, y yo no pude resistir tal hermosura.
Un hondo suspiro salío de mis labios entrecerrados y el me miró sin comprender.
Volví a mirarlo demasiado tiempo, así que él tuvo que volver a carraspear. Me puse roja al entender que no estaba siendo nada discreta y le dije con una dulce sonrisa en los labios:
-¡Oh! Lamento mi distracción. Pero esto era algo que no me esperaba. ¿Gusta usted pasar? Debe estar agotado.
-¡Cuanto se lo agradezco, señorita! La verdad es que aunque no me guste admitirlo, si lo estoy.
Sonrió de nuevo ampliamente y mi corazón latió ruidosa e incontroladamente. Tal hermosura no podía ser real...
Abrí más la puerta para dejarlo entrar y él pasó. Lo llevé a la sala y nos sentamos en uno de los sillones. Puso la carta en mi regazo y me olvidé de todo lo que me rodeaba, hasta del mismo Thomas; que acababa de convertirce en ese príncipe de brillante armadura que tanto había deseado. Quizás fuera infantil enamorarse tan rápido de alguien que no conoces, pero mi corazon lo había susurrado a mi oído en el primer momento en que me hundí en sus ojos: "Es él" dijo simplemente, pero yo desdeluego lo comprendí. Volví a concentrarme y me di cuenta de que en esa carta quizás decía algo realmente importante como la fecha del regreso de mi querido padre o algo mejor. Abrí cuidadosamente el sobre y saqué el papel que estaba adentro. Lo apreté contra mi pecho; mi padre había tocado aquello recientemente...
Y leí:

...

1 motivos para escribir(::

Ariusk dijo...

Ahhhhhhh a mi tambien ess ojos se me hacen parecido a los de un perrito muy simpaico y q salio apuradisimo hace unas horas!!!! Dioss nena no diras q el perro es Thomas ajajaajaj!!! Ahhhhhh ya lo vere ya y q bien q alla carra vamos a ver q dice su padre!!!

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