-----------------------

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cap. 8 Paris

Tomé la maleta y me preparé para salir del tren. Se suponía que mi tía Lynette estaría esperandome afuera y esto me puso más nerviosa todavía. Cuando eché un vistazo en busca de mi "tía" me di cuenta de que no podría saber quien era, ya que nunca antes la había visto.
Seguí escudriñando cada rincón de aquella estación de trenes que estaba muy oscura -ya era de noche cuuando llegué a Paris- y de pronto pude leer que un hombre que se veía un poco mayor y muy bien vestido, sostenía en alto un cartel donde alguien había escrito con una caligrafía bastante elaborada: Elizabeth Donovan.
Sería demasiada casualidad si otra Elizabeth Donovan se encontraba en aquella estación de trenes en ese mismo instante, así que supuse que sería el esposo de mi tía o algo por el estilo. Caminé rápidamente hacia él llevando a rastras mi maleta, cuando estuve a su lado sólo fui capaz de decir:
-Soy Elizabeth
Me miró con cara de asombro, al parecer no se había percatado de mi presencia hasta que hablé. El hombre me miró con ojos amables y me dijo:
-¡Hola, Elizabeth! Yo soy uno de los sirvientes de tu tía, ella se encontraba muy ocupada y no pudo venir a recojerte y me encomendó a mi esta agradable tarea.-Dijo con la sinceridad brillandole en los ojos. Vaya, al parecer no sería tan mala mi vida en Paris; si este hombre era tan amable conmigo sin siquiera conocerme mi tía no debía ser tan mala...
-Oh, ¡Muchas gracias! Señor...- No me había dicho su nombre, así que me conformé con mirarlo un rato con ojos inquisitivos, pero parecía no darse cuenta de mi indirecta así que tuve que agregar: lo siento, pero no se su nombre.-Una extraña sensación de dejavú invadió mi cuerpo. Recordé cuando había conocido a Anthony, él tampoco había entendido la mirada inquisitiva que le dediqué cuando me di cuenta de que no sabía su nombre. Por algún extraño motivo, esto me provocó una sensación agradable de familiaridad.
-Vaya es cierto, pero que tonto soy. -dijo con una sonrisa en los labios- Mi nombre es David, y de ahora en adelante estaré a su servicio las veinticuatro horas del día.- solté una risita nervisa y le dije sonriendo:
-Bueno, es un placer conocerlo. ¿Podríamos subir al auto ya? La verdad es que el viaje me agotó.
-Pero por supuesto señorita. Lo hubiera dicho antes-dijo guiñandome un ojo.
Muy amablemente, David se ofreció a llevar mi maleta hasta el auto y luego me indicó el camino hacia el estacionamiento.
De repente caí en cuenta de que estaba en Paris, aquella cuidad tan grandiosa que todos se morían por conocer, esa ciudad que, desde ahora, sería mi hogar.
El auto se puso en marcha y emprendí mi camino a casa de mi tía Lynette...
Ni David ni yo hablamos mucho durante todo el camino, a decir verdad, no hubo más que unos pocos comentarios del clima y de los alrededores.
La guerra no había dejado a Paris ni la cuarta parte de mal de lo que había dejado a Londres, pero esto no significa que no hubiera dejado su huella al pasar por aquel hermoso lugar. Los escaparates de algunas tiendas estaban llenos de tablas y las ventanas de las casas permanecían cerradas. Algunos árboles se veían maltratados, y al pasar por una calle cerrada vi una casa pequeña destruida casi por completo. Deduje que sólo una bomba podía causar tal destrozo, así que quizás una le hubiera caido encima.
Mientras la ciudad se iba alejando y nos adentrabamos cada vez más en el campo, mi corazón se iba acelerando y mis sentidos se ponían cada vez más agudos para estar atenta a cualquier rastro de que habría algo malo en mi nuevo hogar.
-Hemos llegado señorita, esta será su casa ahora. Espero que sea de su agrado.- dijo David con una sonrisa que curvaba sus labios y hacía que en sus ojos aparecieran unas "patas de gallo" y señalando una enorme casa con paredes blancas y techos negros tal como en el sueño que tuve en el tren. ¿Sería entonces que mi tía sería como la había soñado? Realmente esperaba que no fuera así...
David estacionó el auto y me sorprendí al fijarme de que todas las ventanas estaban abiertas y ni una sola tenía una tabla que impidiera ver hacia adentro. Habían miles de flores de distintas formas y colores por todo el jardín y una fuente de marfil que llamaba mucho la atención por su blancura, se encontraba en el centro de aquel hermoso patio. Todo era muy colorido y en los cientos de árboles que habían se lograban ver una enormes y sonrosadas manzanas; habían también árboles con las más grandes naranjas que hubiera visto y otros tipos de frutas coloridas que yo no conocía. Había tantos colores, que aunque fuera ya muy entrada la noche se lograba distinguir a cada uno de los demás. Debía admitir que el lugar era espléndido y que se veía como un sitio en el que me gustaría vivir.
David tomó mi maleta y me invitó a entrar. Adentro todo era hermos, habían ventanas en todas las paredes y cuadros con hermosas pinturas, el piso era de un color blanco que cegaba y había tambien una enorme escalera que conducía el piso superior. David me mostró el camino a mi habitación y me dijo que no conocería a mi tía hasta mañana. Yo me sentí un poco aliviada por eso, así tendría mas tiempo de acostumbrarme a todo aquello, a la casa, a la gente, al país...
Abrí la segunda puerta a la derecha, tal como David me lo había indicado, y entré en una habitación espectacular con una cama tres veces más grande de la que tenía en Londres, con cortinas de seda color rosa colgando de el dosel y muchísimas almohadas de plumas. Las paredes estaban pintadas de blanco, y me fascinó el contraste que hacía con las cortinas de la cama, había en una de las paredes un enorme balcón que daba al jardín y que estaba totalmente abierto y sin ninguna tabla. Abrí mi equipaje y tomé el primer pijama que conseguí, me lo puse rápidamente y me senté en el borde de mi cama a observar mi nueva habitación. Saqué una foto de mi familia que llevaba en mi bolso y la puse en mi mesa de noche, que estaba justo al lado de mi cama y tenía tres gavetas. Cuando eché un vistazo a mi alrededor, me di cuenta de que había una puerta adentro del dormitorio, me dio curiosidad y fui a averiguar que era.
Cuando abrí la puerta me encontré con un hermoso baño con topes blancos y toda clase de cosméticos y productos para el cuidado del cabello y la piel, había también una enorme bañera que se veía muy cómoda para tomar un largo baño... Salí de aquella estancia y volví a mi habitación a revisar el closet, yo esperaba que estuviera vacío, pero cuando lo abrí habían cientos de vestidos y zapatos que hacían juego. Me alegré de no haber traido mucho equipaje y me quedé pensando en el día siguiente por bastante rato. De repente, recordé lo cansada que estaba y me dirigí hacia mi cama nueva -que se veía de lo más cómoda- hice a un lado las tibias sábanas y me acosté. Aquello parecía un lecho de rosas. No necesité mucho tiempo para quedarme dormida estando tan cómoda, así que pronto me encontré soñando con mi tía, con mi casa nueva, con David y con Paris, la cuidad del amor...

1 motivos para escribir(::

Ariusk dijo...

Ahhhhh de verdad me alegra q las cosas vayan mejorando pero aun queda un clav mas la dichosa tia Linette vamos a ver que tal sera, saludos linda!! y te repito de nuevo q escribes muy bien!!

Publicar un comentario

Hola(: comenta lo que quieras, tu opinión siempre será importante y tomada en cuenta :D

¡Cuidado! Oh, bueno, puedes ver que hará^^

El botón que no hace nada El botón que no hace nada
free counters
IBSN: Internet Blog Serial Number 263-10-16-248