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viernes, 7 de mayo de 2010

Cap.6 Rumbo a una nueva vida

Dormí realmente mal aquel día, es más, si soy sincera, no dormí. Durante la noche aquella frase seguía rondando mi mente y sólo lograba concentrarme en que no me quedaba nada, en que todo había terminado. Cuando la poca luz de sol que era capaz de traspasar mi ventana hizo un fallido intento de alumbrar la casa, me di cuenta que ya era de día y que sería hoy el momento de abandonar mi casa, mi infancia, mi familia, mi hogar y todos los recuerdos que ahí habitaban...
Me puse el vestido más hermoso que tenía y recojí mi maleta -realmente ligera- tratando de prepararme para lo que me esperaba. Recorrí el espacio que había hasta la puerta principal pero cuando estaba a punto de abrirla para salir recordé que no había avisado nada a mi padre... ¿Qué pasaría si volvía y no me encontraba en casa? Pero no quise decirle nada por dos razones: Primero: no quería preocuparlo y Segundo: ¿Y si no recibía respuesta? si esto pasaba, pensaría que estaba muerto; así que decidí esperar a llegar a casa de tía Lynette para pensar bien que le diría a papá.
Salí, y pensé en mi hermano; traté de irme justo como el lo había hecho, sin dudarlo un segundo, sin mirar atrás... Afuera todo era deprimente, recorrer aquellas calles que recorrí miles de veces con mi familia era de verdad desconfortante. Ahora nada era como yo lo recordaba; había patrullas recorriendo cada esquina y desde afuera se lograba ver que todas las ventanas estaban llenas de clavos y tablas. Cuando miré una de las tiendas que solía visitar con mi madre, me di cuenta de que algún maleante había roto los vidrios del escaparate para robarse lo poco que quedaba adentro aprovechandose de la conmoción que había causado la guerra. Caminé mucho rato, pasando cada vez por más lugares que para mi corazón eran recuerdos y para mi mente una tortura. Seguí caminando, tratando de no mirar a mi alrededor cuando una de las patrullas que recorría las calles me vió.
-Señorita estos no son tiempos de pasear por las calles, y mucho menos estando sola. ¿Dónde se encuentran sus padres?- dijo uno de los hombres que estaban adentro del auto.
-Disculpe oficial, pero mi madre murió hace unos pocos días y mi padre quizás esté arriesgando su vida en la guerra en este mismo instante. Yo debo ir a la estación de tren para llegar a Paris, pues desde ahora debo vivir con mi tía que es la única familia que me queda... -no supe por qué había dado tantas explicaciones a aquel desconocido, pero al ver la tristeza en mis ojos quizás se compadeció de mí, porque me dijo:
-¡Ohh! ¡Cuánto lo siento, Señorita! ¿No quiere que la llevemos nosotros a la estación? La verdad no sería problema...
Lo miré con ojos agradecidos ya que esto me evitaría seguir torturandome con los recuerdos; a demás, no tenía ganas de caminar.
-¡Eso me encantaría! Muchísimas gracias Señor...- me di cuenta que no sabía su nombre, así que me quede mirándolo con ojos inquisitivos, parecía que no se daba cuenta de mi insinuación así que tuve que agregar: disculpe, pero no se su nombre...
-¡Oh! Disculpa, no me presenté; mi nombre es Anthony, Antony Bates y el es mi compañero Benjamin- El hombre que iba en el asiento del copiloto hizo un gesto amable con la mano y yo le devolví el saludo.
-Mi nombre es Elizabeth, Elizabeth Donovan.
Subí al asiento trasero y traté de ponerme lo más cómoda que podría estar en un auto tan pequeño y tan caluroso, pues esperaba poder dormir un poco, porque dentro de poco haría un largo viaje, pero parecía que mi nuevo amigo Anthony tenía otros planes...
-¿Y dónde vive exactamente tu tía, Beth?-vaya, acababa de conocerlo y ya tenía un apodo...
-En realidad no lo sé, para ser sinceros no la conozco, jamás la había visto. Envió una carta con su dirección que espero poder entender al llegar allá porque mi francés no es lo que puede llamarse "bueno"- dije avergonzada, pero al mismo tiempo preocupada ya que no había pensado en eso, todo había sucedido tan rápido que tenía la sensación que uno tiene cuando estás mucho tiempo en la oscuridad y sales a la luz; tus ojos tardan un poco en acostumbrarse a la claridad y esa era exactamente mi situación: todavía trataba de acostumbrarme, de asimilar todo lo que me estaba sucediendo.
Mi "nuevo amigo" pareció percibir el tono preocupado de mi voz y como no había nada que él pudiera hacer al respecto, añadió:
-No te procupes, seguro aprenderás muy rápido y no dudes que en la estación habrá alguna persona que hable inglés.-se volteó un poco y me guiñó un ojo.
-Gracias, eso espero...
Yo no estaba muy segura de que eso fuera a pasar así que traté de no darle vueltas al asunto y concentratme en dormir. Al principio no pude, traté de relajarme y fingir que oía lo que Antony me decía con unos asentimientos de cabeza en los momentos adecuados y algunos "¡ohh! y aja" cuando la ocasión lo requería, pero el sueño pronto me venció y poco a poco fui cerrando los ojos y de repente sentí que me sumía en el sueño más profundo, comenzaron a aparecer en mi mente un montón de colores y en segundos se transformaron en imágenes: Una mujer alta y de aspecto estirado y estricto me miraba con ojos severos, como si hubiera cometido un error fatal o algo parecido. Me estuvo mirando por un tiempo que se me hizo eterno, cuando porfin habló:
-Buenos días Elizabeth, yo soy tu tía Lynette y esta es tu casa de ahora en adelante-dijo señalando una enorme mansión con techo negro y paredes blancas-segurás mis reglas y harás todo lo que se te pida. ¿Está claro, Señorita?
Asentí con la cabeza, estaba demasiado aturdida para hablar. Hizo un gesto con la mano indicandome que entrara y cuando abrí la puerta quedé totalmemte en shok; mi madre estaba parada en medio de la estancia saludandome junto a mi hermano y mi padre. Sentí que mi corazón daba un vuelco y cuando traté de correr hacia ellos la sala se hacía más larga, a cada paso que daba se alargaba más y comenzé a cansarme de correr pero la sala había dejado de estirarse así que corrí con todas mis fuerzas y traté de tocar las manos de mi madre, pero cuando me acerqué desapareció, simplemente desapareció. Sentí una sensación en todo el cuerpo y comenzé a encojerme, me hacía más pequeña a cada segundo y de repente, comenzé a caer y a caer por un abismo negro que parecía no tener fondo, sólo caía y caía. Las imágenes de mi cabeza comenzaron a desaparecer mientras oía que alguen decía: -¿Crees que debemos despertarla? y una voz gruesa que no había oído nunca respondió: - Me parece lo más adecuado, creo que está teniendo una pesadilla. No volví a oir nada hasta que unos segundos después sentí que alguien me sacudía suevemente y desperté.
Cuando me di cuenta de que todo había sido un sueño me invadió un alivio que corrió por mis venas y llenó cada centímetro cuadrado de mi cuerpo. La voz gruesa que había oído antes era la de Benjamin, el hombre sentado en asiento del copiloto que no había hablado hasta ahora. Miré por la ventanilla y noté que estabamos llegando a la estación. ¿Cuánto tiempo habría dormido? Sonreí cuando me di cuenta que seguía mirandome con ojos preocupados así que traté de calmarlo diciendo:
-Lo siento anoche no dormí bien por los nervios del viaje, y cuando no duermo bien suelo tener pesadillas-mentí- No es nada de qué preocuparse
-Ja,ja,ja tranquila a todos nos pasa.-oí decir al hombre de la voz gruesa
No comentamos nada el resto del camino y el silencio ya estaba logrando desquiciarme cuando Anthony dijo:
-Ya llegamos, linda ¿te ayudo a bajar tu equipaje?
-No gracias, estoy bien. No llevo mucho.
-De acuerdo- me sonrió.
El auto se detuvo y yo abrí la puerta dándole las gracias una y otra vez a mis nuevos amigos, que se despidieron y me desearon la mejor suerte del mundo.
Me puse en camino hacia la puerta de la estación, cuando entré miré a mi alrededor en busca de la taquilla donde se suponía que vendían los boletos para el tren.
-Disculpe, ¿podría darme un boleto sólo de ida a Paris?-pregunté a la mujer que estaba detras del mostrador.
Me miró extrañada y me dijo:
- Señorita, no hay trenes de Londres a Francia, recuerde que Inglaterra es una isla y no se puede viajar en un tren por agua; pero puedo venderle un boleto para el sur del país, donde podrá tomar un barco a Francia- Me entregó el boleto, me dijo el precio y yo pagué con el dinero que mi madre me había dejado demasiado avergonzada por mi estupidez para contestarle algo coherente.
Me despedí de la joven mujer y miré a mi alrededor; el tren salía en media hora y mientras tanto tendría que sentarme a esperar sin poder evitar que mi mente se trasladara a mi hogar. Los minutos parecían horas y cuando porfin llegó el tren tomé mi maleta y me preparé para una nueva vida.

3 motivos para escribir(::

Ana Montenegro dijo...

Escribes demasiado bien! me gusta pobre elizabeth :( lei todo rapido jaja XD

Mary(: dijo...

Jajajajaja graciias(: tu tambnn :D Y si, Elizabeth, está sufriendo :'( xD

Ariusk dijo...

Arggg sufriendo es poco la pobre me da tristeza de verdad q bueno q se encontro con esos soldados q la ayudaron!! espero q la tiita no sea como se la imagino!! saludos linda leo uno mas y me voy a dormir q ya es tarde!!

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